A cuatro años de la gran movilización que incluso se marca en Chile como el inicio de la cuarta ola feminista (de la historia de uno de los tantos feminismos), podemos ver cómo esas demandas han ido concretandose en un esfuerzo constante, que no decae y que cada día suma más fuerza para exigir lo que es de justicia para todes.

por Pilar Gutiérrez Andrewartha

Imagen / Mural por la Educación Sexual Integral. Fuente.

En mayo del año 2018 se alzaron fuertemente diferentes demandas asociadas al movimiento feminista, especialmente desde las Universidades. Las más sentidas manifestaciones en los planteles de Educación Superior, fueron principalmente por la Educación Sexual Integral; la necesidad de contar con Procotolos ante casos de violencia sexual y de discriminación; por el fin al subcontrato y a la precarización del trabajo femenino, por el reconocimiento del trabajo reproductivo y de cuidados; y el reconocimiento, protección y promoción de los derechos sexuales y reproductivos.

A cuatro años de la gran movilización que incluso se marca en Chile como el inicio de la cuarta ola feminista (de la historia de uno de los tantos feminismos), podemos ver cómo esas demandas han ido concretandose en un esfuerzo constante, que no decae y que cada día suma más fuerza para exigir lo que es de justicia para todes.

Es así, por ejemplo, respecto de la demanda por la ESI, que se instaló con fuerza en el debate público. Desde entonces, se han presentado proyectos de ley que si bien no han prosperado en el inicio, hoy hay más esperanzas de que su tramitación cuente con el apoyo de las instituciones; la realidad sobre su necesidad se hace patente y en las calles hay consenso por su implementación. Para lo anterior basta ver las consecuencias que la Educación Sexista por años nos ha dejado; el desconocimiento de les niñes y adolescentes de su propio cuerpo, discriminación a las diversidades sexogenéricas, la vinculación de la sexualidad sólo al coito y a ITS, la dificultad para reconocer límites y el consentimiento en las relaciones sexoafectivas, embarazos adolescentes no deseados, falta de autonomía corporal, la complejidad de los efectos de abusos sexuales en menores que la educación sexista ha ignorado por años, entre otros.

Contar con ESI es contar con una herramienta que se haga cargo de la complejidad de la vivencias de las personas, lo que incluye su afectividad, las relaciones humanas, el conocimiento de sus cuerpos y emociones, del consentimiento, de las diferentes formas de placer y al mismo de la responsabilidad que conllevan los vínculos. Ahora, bien sabemos que comprender el feminismo en su totalidad, significa que una demanda no se reduce a una exigencia que se cumple con lo mínimo, sino que hay que comprenderla en su globalidad, con perspectiva no sólo de género, sino de clase, de raza, de colonialidad, porque las demandas de ESI no son homogéneas para todos los espacios educativos, pero sí podemos afirmar que todas ellas, son necesarias. En definitiva, luchar por ESI es luchar también por una transformación para les profesionales y educadores de los colegios, para los planteles educativos, para las familias y en definitiva para la construcción de una sociedad más justa.

Por más autonomía, responsabilidad, justicia y equidad, queremos Educación Sexual Integral.