La pedagogía a distancia, la pandemia y la precariedad: Un llamado a los profesores desde el contexto de la pandemia hacia la agudización de la precariedad laboral y la pérdida de sentido pedagógico.

El escenario de educación a distancia obligada no es de por sí negativo desde el punto de vista de las posibilidades de análisis y reflexión que nos trae a partir de la crisis. Lo que sí es negativo, es el contexto en el que vino a caer la crisis sanitaria en nuestro sistema educacional, social y político: de sistemática desvalorización de la labor docente, de intentos de reemplazos de profesionales de la educación por expertos en áreas, de una estandarización que se justifica más en hacer competir a las escuelas que en mejorar efectivamente la calidad ellas (el SIMCE es prueba de ello), y de gobiernos que aprovechan cada crisis para profundizar en el modelo económico que defienden.

por José Reyes-Rojas

Imagen / Niños en clases a distancia en casas seguras, Kosovo. Fuente: Flickr.


Hace varias reformas que en nuestro país los profesores hemos sido sistemáticamente sindicados como los principales responsables del éxito-fracaso del sistema educativo. No las desigualdades estructurales, no el modelo de enseñanza, no la desarticulación de la escuela con otros actores de la sociedad, no las pésimas condiciones de trabajo o de estudio de quienes concurren a la escuela. No. El problema somos los profesores.

¿Y cuál ha sido la solución? La sobrecarga y la sobrevigilancia. Desde la necesidad por agregar cada vez más aspectos claves para mejorar la calidad de la educación a través de la formación inicial docente, hasta hacernos demostrar permanentemente que somos profesionales aptos mediante test estandarizados y portafolios, a cambio de mejoras en nuestras condiciones laborales. No está mal para un sistema que individualiza las responsabilidades y cree a rajatabla en la competencia como el motor del cambio en la calidad.

Hoy, en medio de una pandemia mundial desatada la sobrecarga es la misma, e incluso peor. Los profesores, además del sinfín de tareas agobiantes que ya teníamos, debemos suponer que el enseñar puede reemplazarse por una transmisión online. Que mientras los canales estén abiertos, se puede seguir “enseñando”.

Todo el espacio de mediación para los que fuimos preparados como docentes, no existe. Y el actual, además, excluye nuestra condición de sujetos también sometidos a la crisis. El trabajo se sigue precarizando, y mientras cuidamos a nuestros hijos que por las mismas razones no pueden asistir a sus colegios, los profesores seguimos creando material, evaluando, asistiendo a reuniones, recibiendo amenazas sobre nuestra estabilidad laboral, y aprendiendo, sin herramientas, a hacer educación a distancia.

La educación a distancia no es simplemente exponer y absorber contenido. Existen variadas metodologías y formatos para realizar aprendizaje a distancia: los MOOC o cursos masivos abiertos en línea, e-learning o aprendizaje electrónico o en línea, mobile learning o aprendizaje desde los dispositivos celulares, b-learning que mezcla la modalidad virtual con la presencial, y así un sinfín de tendencias que hace años vienen siendo estudiadas y documentadas por las comunidades científicas vinculadas a la informática educativa.

Con todas las críticas que podrían abrirse a una determinada corriente, se podría afirmar que todas estas tienen como base una planificación de los usos de los recursos tecnológicos, y no un simple cambio desde lo presencial a lo virtual.

Ante la forzada necesidad de cambio en las metodologías de enseñanza que nos impone el COVID-19 cabe preguntarnos: ¿Qué tanto puede hacerse valer la voz de un profesor que, al mismo tiempo que arrastra pésimas condiciones laborales desde antes de la pandemia, es también sujeto de la crisis sanitaria teniendo que asumir los costos tanto en la crianza como en la estabilidad económica del hogar?

¿En qué pie estará el trabajador de la educación precarizado cuando la pandemia termine, para reivindicar que su labor sí era importante y que no puede ser sustituida por un video, un tutorial o una receta de cómo aprender un contenido?

El escenario de educación a distancia obligada no es de por sí negativo desde el punto de vista de las posibilidades de análisis y reflexión que nos trae a partir de la crisis. Lo que sí es negativo, es el contexto en el que vino a caer la crisis sanitaria en nuestro sistema educacional, social y político: de sistemática desvalorización de la labor docente, de intentos de reemplazos de profesionales de la educación por expertos en áreas, de una estandarización que se justifica más en hacer competir a las escuelas que en mejorar efectivamente la calidad ellas (el SIMCE es prueba de ello), y de gobiernos que aprovechan cada crisis para profundizar en el modelo económico que defienden.

Como profesionales de la educación y en un escenario económico mundial que hasta antes de la pandemia tenía como característica la automatización y pérdida de puestos de trabajo, tenemos el legítimo derecho de preguntarnos ¿y qué va a pasar con la pedagogía después de la pandemia?

No vaya a ser cosa que el escenario de precariedad docente trasladado al hogar se convierta en una nueva modalidad de externalización de servicios educativos, donde un profesor puede estar haciendo videos para muchos colegios, porque, al fin y al cabo, lo que importa no es el contacto entre personas que comienzan a conocer un corpus teórico y otra más avanzada a través del mutuo conocimiento y situación en el mundo, sino que el contenido en sí, que no requiere de conocimientos mutuos ni menos, presenciales.

Es en este marco en el que hago un llamado a todos mis colegas trabajadores e investigadores de la educación, a estar atentos a la precariedad, a la pérdida de sentido, a las nuevas formas de vulneración del trabajo docente, y al mismo tiempo al avance sostenido de la automatización y la pérdida de valor social de nuestra profesión. La pandemia nos está obligando a sustituir nuestras formas de enseñar y aprender, pero en ningún caso estas modalidades pueden representar una futura estabilidad que precarice aún más nuestra labor y que termine por reducir la enseñanza-aprendizaje a su mínima expresión: la transmisión de contenido. El problema de fondo aquí no es el alza de la educación virtual en sí misma; es el contexto en el que se vino a posar, de sistemáticas vulneraciones a toda la comunidad educativa y al sentido mismo del educar.

Como dijera José Contreras, educar es ese “compartir algo importante” en la vida del otro (Contreras, 4)[1]. Y es eso lo que es irremplazable. Y los contenidos si bien son importantes, pero son un aspecto más en el complejo de interrelaciones que implica la socialización secundaria en la escuela. Defendamos, colegas, ese espacio irreemplazable y material esencial del trabajo docente: el conocimiento mutuo entre dos partes que se encuentran en un distinto momento del aprendizaje, al “comienzo de algo importante”.

 

[1] José Contreras Domingo, Estudiantes que investigan: un camino de libertad (Barcelona: Paidós, 2005), 4.

José Reyes-Rojas
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Profesor e investigador, Magíster en Educación mención Informática Educativa de la Universidad de Chile y estudiante del Doctorado en Educación de la Universidad

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4 repuestas a “La pedagogía a distancia, la pandemia y la precariedad: Un llamado a los profesores desde el contexto de la pandemia hacia la agudización de la precariedad laboral y la pérdida de sentido pedagógico.”

  1. La estandarización se debe en gran parte al conductismo evaluativo, la nota, el simce, la psu promueven una evaluación que se pueda hacer con lapiz y papel selecciónando alternativas. Para hacer esa evaluación se promueve una educación contenidista, en compartimentos estancos, fragmentada, es el curriculum fragmentado finalmente lo que genera un curriculum contenidista, bancario de pasar materia para vomitar en un control. Pues si haces inter y transdisciplina, si juntas los saberes como lo estan en la vida en prácticas concretas y fundamentales para sobrevivir pues te sales de la sala de clases contenidista y pasas al taller donde juntas lo teorico con lo prácticos para transformar y mejorar la vida misma. Entonces estimado Jose Reyes Rojas acá lo que veo que falta a tu reflexión es que no tomas la evaluación en serio, así como no lo hace el sistema en su conjunto. Es la evaluación la que determina las prácticas y si esta es conductista promueve un curriculum fragmentado, estandarizado, contenidista y fuera de la vida de los sujetos. En las buenas plataformas de e learning puedes promover aprendizajes constructivistas. El tema no es la educación a distanica, el tema es cómo se evalua. Y además de todo lo que tu menciónas de la precarización, pero la raiz del problema es el estigmatizante, alienante y sesgregador sistema de evaluación conductista.

    • Veo hartos caminos por dondeno seguir, pero casi ninguno por donde encaminar la labor educativa. Seguimos respondiendo a la contingencia, y los planes vienen por parte de ministros y sostenedores que están preocupados de aspectos muy ajenos a lo pedagógico. Además falta organizacion sindical, en las escuelas.
      Hoy les dije a estudiantes que es el momento de hacer educacion juntos y sobrepasar el bache de la competencia estandarizada. Veremos.

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Amelia Peterson

On the other hand, we denounce with righteous indignation and dislike men who are so beguiled and demoralized by the charms of pleasure of the moment, so blinded by desire, that they cannot foresee the pain and trouble that are bound to ensue; and equal blame belongs to those who fail in their duty through weakness of will, which is.