El trauma social de Chile: La impunidad, la incertidumbre, y las secuelas de la revuelta
por Nicolás Morales Sáez
No se puede decretar el fin de un proceso cuando estamos justamente cabalgando sobre un primer ciclo de movilizaciones populares que se ha iniciado tal como hace doscientos años se realizaron una serie de “ensayos constitucionales” en algo que la historiografía conservadora llamó “la Anarquía”. Hemos de recobrar el significado profundo de un pueblo que se moviliza, no desde la confrontación directa que nos llevaría a una guerra civil, sino desde la confluencia de los movimientos sociales que pugnan por la defensa de nuestros derechos, desde el feminismo que ha conquistado el derecho a voto de las mujeres en este suelo sólo hace 70 años y la protección de la representación política de los pueblos originarios que recién constatamos con este último proceso constituyente. A diferencia de lo ocurrido en los primeros años de la República, esta vez el pueblo no aceptará que por la vía de las armas se imponga el orden de Portales y del capital financiero. Si algo nos ha enseñado este proceso constituyente es la potencia de este “nuevo” Chile que busca alcanzar un alto estándar en protección de derechos, derechos que han sido conculcados en pos de un desarrollo económico que beneficia a la minoría de la población y que hasta ahora detenta el poder político. Continuar leyendo