Calibrar la brújula
por Alondra Carrillo y Karina Nohales
El Rechazo, en última instancia, supo apuntalar su campaña en la defensa de la propiedad, de la familia y de la nación, que engloba un sentido general de lo que parecer ser todo lo que la gente tiene, cree tener o desea tener. Lo que se jugaba en la mentira de que el ahorro previsional sería expropiado no era un debate sobre el sistema de pensiones, sino un debate sobre la propiedad y la posibilidad de heredar a la familia el fruto del esfuerzo ahorrado. Lo que se jugaba en las mentiras sobre la vivienda que nunca sería propia era el deseo profundo de quienes no tienen casa propia de tenerla y de dejarla como el mayor legado a los hijos, a la familia en nombre de la cual se construye cada sacrificio diario. En un país con escasos sentidos de pertenencia a algo colectivo la nación porta un sentido de identidad, y en el caso de ciertas iglesias, especialmente las evangélicas, también lo hace la defensa de una cierta noción de la familia y del mandato patriarcal que le da forma. El 25 de octubre de 2019, miles que nunca habían marchado salieron a las calles sin más símbolos ni estandartes que la bandera chilena. Chile despertó, pero la plurinacionalidad fue mañosamente presentada como la disolución de aquella identidad. Continuar leyendo