Aute culture

por Carolina Olmedo Carrasco

Poco importa que el “ojo especializado” del arte agónico decrete la “obviedad” de las obras del movimiento social o ponga en cuestión su calidad de “arte contemporáneo” cuando a las imágenes y experiencias son consumidas por miles, más allá e incluso en contra de este juicio. El arte que vimos por estos días en las calles, al contrario del habitual, es aquel que siempre soñó con la revuelta e imaginó previamente cuál sería su posición frente a ella. Un arte que cimentó en años previos la imagen cultural de un país libre y justo, deseádolo desde la cotidianidad feroz de una democracia encadenada.Desde una mirada desprejuiciada, quizás no hubo nunca antes mejor momento para algunas artistas y escritores para producir obras. Expresada en imágenes significantes, disrruptivas de cualquier “normalidad” conocida, la imaginación política de la vida cotidiana no había tenido mejor oportunidad para rebelarse al status quo de las “bellas artes” en casi cincuenta años, exhibiendo su real densidad histórica y magnitud cultural. Continuar leyendo

Insurrección cuma, rebelión constituyente

por Claudio Aguayo

Los estudiantes universitarios se burlaban del anarquista cuma, del activista marginal, que en Argentina llamarían pibe chorro, imitando su ortografía profana y maleducada. Al mismo tiempo, los universitarios rebeldes, ilustrados en la estrategia y el juego revolucionario noventero—ahora convertidos en operadores políticos de izquierda—expulsaban de la marcha al violentista y al vándalo, figuras de lo bárbaro, de lo extranjero. El vándalo es para el estudiante progresista clasemediero y el pije radicalizado, marxista o autonomista, leninista o bakuniniano, como esos lobos encaramados al árbol que el neurótico freudiano mira aterrado, en el fondo de un sueño o en la tranquilidad de un dormitorio relativamente estabilizado por el acceso a las mercancías que lo adornan y lo hermosean. Figura al lado del mapuche como el objeto siniestro que le recuerda al sujeto chileno su fragilidad. Continuar leyendo

La impunidad como máxima institucional: a un año de la muerte de Camilo Catrillanca

por Zoe Zabala

El asesinato del Weychafe, tocó una fibra que pensábamos desaparecida entre lxs chilenxs. El día de su muerte, miles marcharon en las ciudades más importantes del país, exigiendo verdad y justicia. Las manifestaciones se prolongaron por días, dando cuenta que no callaremos ante los abusos de la policía y el silencio cómplice del gobierno. Responsabilidades políticas siempre hubo, el problema estaba en dónde y cómo direccionarlas. Hasta el día de hoy, la justicia no ha llegado por completo, manteniendo en la impunidad a un Estado que nos violenta día a día. Continuar leyendo

Los muros de una ciudad que late

por Afshin Irani

Por nuestros muros no circula ni el dinero ni el idioma de sus ganancias; circulan nuestros deseos. A través de ellos somos capaces de sobrepasar el soliloquio de la burbuja “¿Qué estás pensando?” al que ahora respondemos “Primero, estamos pensando, y segundo, si quieres saber, fíjate en las murallas”. Los muros nos permiten reconocernos en el actuar, el proceso a través del cual quedamos atados a una identidad subjetiva y existente en el mundo.
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Las temporalidades de la coyuntura y el ciclo político que se abre

por Javier Zúñiga

Es el tiempo del volcamiento al espacio público, el trastocamiento, la puerta de entrada, la efusividad del deseo. Desde las evasiones al desborde insurreccional del 18-O, las convocatorias sin nombre, la identificación en los signos comunes de la revuelta (V. Jara, Matapacos, alienígenas, el testimonio de los muros, los monumentos arrebatados por rabias centenarias, los memes, etc.), los llamados a la huelga, la afectación a símbolos del sometimiento y asedio de la cotidianidad, como los metros, bancos, AFP y otros. Esta temporalidad no por ser espontánea, insisto, carece de racionalidad: hay una economía de la energía popular que señala una ruptura, un punto de no retorno con el pasado (de tan solo un mes atrás). Podrá bajar la intensidad de la movilización (o no), pero será muy difícil borrar la huella subjetiva de este momento, las marcas de la represión, pues conecta con procesos profundos que se han gestado por décadas.
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La odisea neoliberal

por Roberto Álamos

Existe la creencia popular de que un naufragio de proporciones puede arrastrar a sus supervivientes o incluso, a otras embarcaciones. Más allá de si esto es cierto o no, a las fuerzas políticas emergentes o de cambio no les basta con ponerse a disposición del descontento, ofrecer medidas más atrevidas que la agenda del gobierno y apoyar a través de una suerte de obligación moral las movilizaciones. En efecto, el desafío no puede limitarse a salvar su legitimidad y un eventual apoyo electoral: el descontento clama por una nueva forma de organizar la vida, un proceso de superación del neoliberalismo. Continuar leyendo

La bandera negra de Chile

por Luis Valenzuela

La bandera negra viene a reemplazar a esa a la cual le cantamos el Himno Nacional todos los lunes de nuestra infancia, “mientras uno de nosotros”, como escribe Nona Fernández en Space invaders, la izaba allá delante y otro la sostenía entre sus brazos, y nosotros mirábamos protegidos “por su sombra oscura”. A esa banderita le cantamos con desgano mientras masticábamos chicle o conversábamos en la fila del Liceo cuando los años noventa neoliberales se colaban y arraigaban en nuestras vidas. Banderita mía, no te doy mi amor. Continuar leyendo

Piñera y la estrategia “concertacionista” para desarticular la revuelta social

por José Ignacio Ponce López

Ante este escenario, el gobierno tuvo que reformular su accionar y recurrió a los mecanismos que la Concertación desarrolló para desarticular los conflictos sociales. Piñera al menos tomó tres grandes aspectos de ellos: realizar anuncios de reforma o profundización de agendas como respuesta a las demandas sociales; de mantenerse las movilizaciones y adquirir legitimidad, recurrir a un “cambio de gabinete” para ganar tiempo esperando el desgaste de las protestas; y, en paralelo, estigmatizar las movilizaciones para restarles masividad, policializando el conflicto. Continuar leyendo

El fin de la nostalgia

por Comité Editorial revista ROSA

A punta de fuego y violencia caímos en la cuenta de que nuestro mundo estaba ya muerto y que nuestros cuerpos eran la pantalla donde se reproducía el vil espejismo. Comenzamos a entender de verdad eso que se dijo en tantas lenguas, eso de que nuestra modernidad neoliberal era precisamente la barbarie, la forma presentista del atraso rentable, y por fin pudimos ver en otro encuadre aquello que rutinariamente significábamos como fracaso individual. Dejamos de escuchar nuestro propio mantra y vimos las siluetas de los nuestros amplificarse en el efecto de la luz de esas piras que se multiplicaban sin disciplina. Con dolor y muerte sentimos el crujir de las primeras cadenas y pudimos sentir de nuevo esa brisa vertiginosa que abraza cuando lo que sopla no es el hedor del pasado, sino la promesa del futuro. Continuar leyendo

La tortura

por Nicolás Román

Cómo una sociedad con un pacto democrático permite que ante un estado de excepción constitucional de primer grado se suspenda el Estado de derecho. Cómo una sociedad convive con ese fantasma desternillado del tormento. Cómo una sociedad vive con esos civiles de uniforme capaces de apremiar a la carne de su mismo pueblo. Cómo reducen a una mera vida desnuda la carne de los manifestantes: tortura sexual, desnudamientos, golpes, intimidación y padecimientos forzosos a manos de un agente del Estado. Continuar leyendo