por Andrés del Río y André Rodrigues
Desde 2013, Brasil está en estado de latencia, conmocionado, destruyendo los avances sociales de los últimos años, colocando en riego las instituciones políticas y erosionando constantemente los significados de la democracia. Las secuelas de este proceso de corrosión se manifestaron en las urnas a partir de una retracción de la izquierda y el avance de la derecha, ahora con la máscara de la “moderación”. Es un proceso que tiene gran continuidad con los movimientos oportunistas de la derecha tradicional que trajeron el fascismo al Planalto, en Brasilia. Normalizaron, en 2018, al siniestro candidato que se declaró a favor de la tortura, que exaltó descaradamente al execrable Ustra, y que expresó entusiasmo por el doloroso período de la dictadura militar. Ahora se presentan como los domadores de la bestia, aquella que liberaron. Son los normalizadores de la política, los baluartes de la estabilidad. Los sectores tradicionales de la derecha brasileña tienen una inmensa capacidad de conservación, de normalización. Fue esa potencia que aplicaron para hacer viable al actual presidente. Crearon la enfermedad, ahora venden la medicina. Continuar leyendo →