Contra la penalización del negacionismo: La necesaria alegalidad de la historia
por Cristóbal M. Portales y Luis Thielemann H.
En Chile, más que en muchas otras partes, el Estado es el lugar de unificación de las clases dominantes. Dicha unificación también es en el tiempo: en la legitimación de un discurso histórico que liga a los dominantes de todo tiempo, un hilo que hace que el derecho de los ricos del Imperio Romano sea la base del derecho de los ricos de hoy. Rodolfo Walsh, periodista argentino que luchaba por la libre expresión como derecho de los subalternos y perseguidos, lo decía así en “¿Quién mató a Rosendo?”: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. Una posible verdad oficial sobre los últimos 50 años, redactada en una mesa acordada por el mismo duopolio controlador del Estado en esas décadas, no augura nada bueno para la construcción de un patrimonio histórico de luchas populares, y así no volver a empezar de cero. Continuar leyendo