por Gonzalo Jara Townsend
Jaime Guzmán y la derecha conservadora contrarrevolucionaria concordaban con una supuesta visión apolítica del mundo. Por lo tanto, cualquier gremio que se introdujera en política era tildado inmediatamente de no seguir su naturaleza y estar sometido al materialismo. El apoliticismo se convierte en una herramienta de lucha efectiva en contra de las ideas revolucionarias. Este instrumento lo comienzan a utilizar técnicamente en el periodo de la campaña de Alessandri Palma (Castro, 2014). Esta construcción antipolítica coincidía perfectamente con las características de su pensamiento individualista, ya que el apoliticismo asegura frente a cualquier temática en debate una superioridad moral e individual de características naturales. Ser apolítico es estar sobre las ideologías y, por lo tanto, fuera de ellas mismas, de sus defectos mundanos, sus influencias y el dominio de un grupo “demagógico”. Guzmán enfocaba este apoliticismo a toda clase de instituciones; Estado, Ministerios, la iglesia y Universidades, ya que si ellas se politizaran la libertad individual se vería destruida por las políticas que se hayan instalado dentro de las mismas. Continuar leyendo →