Editorial 15. ¿Cómo llegamos a esto?

por Comité Editorial Revista ROSA

La distancia social y luego la sobreideologización de clase, se volvieron casi naturaleza entre la izquierda en el Gobierno. Si antes, debido a su ausencia en la arena electoral y el parlamento, la izquierda se apoyaba en la movilización social para destrabar conflictos; ahora ya no recordaba esa palanca, y ante la derrota electoral no pudo ni tuvo intenciones de producir algún hecho político. Simplemente se sentó a negociar con la derecha como si el resultado del 4 de septiembre fuera el único y total hecho político existente. Concedió así toda iniciativa, todo poder, algo inaudito para fuerzas que habían llegado a ser Gobierno desde las marchas en la calle en menos de una década, o bien que se enorgullecían de llevar más de un siglo de luchas en su historia. No hubo llamados a la movilización social para defender la democracia del proceso, no hubo intentos dignos de patear la mesa con una derecha delirante para esperar mejores condiciones, simplemente el único universo políticamente válido que imaginan en Apruebo Dignidad son los otros partidos del parlamento, y aquellos como Amarillos que la elite y El Mercurio le dicen que deben ser oídos. Continuar leyendo

Expertos y expertos, sobre la probable composición del nuevo cabildo constitucional

por Fabián Barría González

El fondo de mi argumento es manifestar lo preocupante en el diseño del órgano constituyente que hoy se discute con la designación de expertos por el congreso. Es evidente –o quizás no tanto– que ese diseño no trata sobre el rol de los expertos. Sino que trata de garantizar escaños reservados a los partidos con representación parlamentaria actualmente para asegurar el control de la conducción del nuevo proceso. Mitigar cualquier imprevisto –provocado por algún exceso democrático– como lo sería la tragedia de perder una elección. Continuar leyendo

Renuncia y cooptación: Una izquierda contra el pueblo

por Fernando Ramos

Ya sin proyecto ni alternativa de sociedad, la izquierda ha sobrevivido asegurando algunas victorias, al promoverse como la vanguardia de las políticas de la diferencia, proponiendo generar espacios inclusivos allí donde la sociedad generalmente marginara a determinados grupos sociales. Sus propuestas más conocidas pasan por asegurar cuotas o escaños reservados en los órganos de decisión. Pero, al menos en Chile, hemos llegado al extremo de la ineptitud política y pérdida de iniciativa, entregando incluso estas políticas de la diferencia a los sectores conservadores o reaccionarios de la sociedad. De este modo, los grupos de izquierda han renunciado a dotar de contenido político las reivindicaciones sociales presentes hoy en la lucha social y ya se vislumbran los resultados negativos: sectores derechistas se apropian de la conducción política de organizaciones migrantes; el feminismo liberal y transfóbico gana terreno invisibilizando las propuestas del feminismo de clase; empresas transnacionales enarbolan los colores del movimiento LBGT+, buscando vender mejor sus productos. Continuar leyendo

¿Gobiernos de una izquierda post-radical? Los ecos de Atenas 2015 en Santiago 2022

por Luis Thielemann H.

Todo eso se acabó. Prometer nuevos estallidos sociales solo da miedo a los carcamales, no a la gente seria. No se terminó de súbito, por supuesto, sino que en algún punto en el último tercio del siglo XX. De aquello se ha escrito suficiente. En cambio, de cómo se extingue ese fantasma, y no tanto en sus enemigos, sino entre sus incómodos aliados demócratas e institucionalistas, que hoy son toda la izquierda, entendemos poco. Su canto de cisne moribundo es la ausencia de alternativa de orden social y de la producción, de la vida toda, que no sean distintas versiones del capitalismo. La parálisis estratégica del gobierno chileno actual, su frivolidad y hasta ridiculez al intentar conciliar impostada radicalidad con obligada moderación, da cuenta de esos problemas más de fondo. Continuar leyendo

Teoría para no aculturados III. Cuestión de paralajes.

por Claudio Aguayo

En ese sentido, debemos leer a Peña como uno de los autores límite de la derecha neoliberal. Al menos, su posición auténticamente capitalista, como intelectual orgánico de la burguesía liberal chilena, nos deja ver la narrativa fantasiosa, el sueño, lo que Freud llamaría el “sentimiento oceánico” del neoliberalismo: la ilusión de que estamos mejor que antes. Al mismo tiempo, ofrece una solución loable: el Leviatán hobbesiano. Precisamente por su conocimiento, aunque sea distorsionado, de la estructura libidinal de las revoluciones, de su encadenamiento deseante, Peña fue uno de los intelectuales que, en medio de la revuelta, exigió derechamente a Sebastián Piñera que reprimiera de forma ejemplar las manifestaciones. ¿Se nos olvida que el Leviatán comienza con una descripción minuciosa del deseo, la potencia y los afectos humanos? El estado capitalista se construye sobre ese fondo de malestar. Continuar leyendo

Alienación y reificación: El individuo en los límites del capital

por Luis Velarde Figueroa

Tanto el trabajador como la trabajadora no deciden sin más firmar un contrato laboral que los mantiene lejos de su casa, su familia, sus intereses, etc., sino que deben asumir esa decisión. La expresión de Marx para esto –y que Lukács torna un concepto por sí– es “bajo riesgo de ruina”. Esta es la manera en que opera la necesidad en la esfera social: requiere de la acción humana, de su decisión como acto de voluntad, mas esta no se nos presenta en un campo vacío e indeterminado, sino en un medio concreto que la condiciona, por la producción y reproducción material. Las condiciones que hacen asumir esa decisión a los individuos no consisten solo en las necesidades vitales, sino la estructura social e histórica bajo la cual están por un lado los poseedores de medios de producción y por otro quienes tienen solo su fuerza de trabajo. Esta estructura es una necesidad del funcionamiento del sistema y no una mera repartición azarosa. Continuar leyendo

¿La rebeldía se volvió de derecha? Algunos apuntes incómodos

por Marcelo Ortiz Lara

En general, cuando no se reconocen rupturas en la vida humana, fallas de sentido, es porque estamos ad-portas de los fascismos: ideologías y políticas del cuerpo que homogenizan lo que no se puede homogeneizar. Si las derechas alternativas han comenzado a hacer suyas muchas de estas demandas, tiene que ver un poco con esto: con ciertos relatos que están al interior de estos movimientos sociales y que, en cierto punto, a veces, no son excluyentes con ideas de extrema derecha. O no al menos, como bien lo refiere Nancy Fraser, con el capitalismo del siglo XXI. Continuar leyendo

Teoría para no aculturados, II. La jerga de la heterogeneidad

por Claudio Aguayo Bórquez

“En este caso, al no ser teóricamente rastreable, el anti-estatismo de la izquierda chilena opera como la necesidad por adherirse al discurso públicamente aceptado del liberalismo. La idea del pueblo “colosal” con deseos de “autonomía y libertad” coincide, punto por punto, con una ominosa necesidad de hacer aparecer el corazón de la subjetividad capitalista como contenido positivo de la política de izquierda. Después de todo sí, nosotros también queremos libertad, propiedad privada y emprendimiento: ¿de dónde surge esta representación del pueblo?, ¿qué autoriza a separar, sociológicamente, el “deseo de ser felices” como dice Ruiz, de la lucha por mejoras económicas?, ¿cuál representación, cuál imaginario de la felicidad está en la base del deseo de ser felices que Ruiz atribuye al pueblo-sujeto de la revuelta chilena? Dejo este set de preguntas en suspenso, no sin enfatizar lo inconveniente de su irresolución.” Continuar leyendo

El resentimiento y la imaginación afectiva de la política

por Nicolás Román

In girum imus nocte y quemarlo todo son consignas paralelas de una impotencia nihilista frente a la lectura de la derrota en el plebiscito y el cierre del ciclo político asociado con el proceso constituyente. La calle, la mecha, quemarlo todo son una política del fracaso, una agonía febril, voluntarista e individualista que hoy propone nada y clama dolorosamente por un enfrentamiento candente contra la inercia del sistema. La política de la mecha no tiene sociedad, colectividad ni masas, es puro fuego pero no refugio. La luz cegadora de la pasión por quemarlo todo es un harakiri estético, una consigna que se desborda en su forma, pero se apaga en su contenido, una consigna útil al calor del resentimiento, pero inútil al fin al cabo frente al clamor de justicia social. Continuar leyendo

La costosa imaginación de las estrategias sin historia. Algunas notas

por Luis Thielemann Hernández

Esa es la tragedia estratégica: la coalición de gobierno dejó de creer en –o de querer a– la fuerza social que la hizo posible en el Gobierno. ¿Dejó de creer en sus fines, en sus medios o en su subjetividad conformada en la lucha? La parte más grave del problema, en todos los casos, es que dicho alejamiento, dicha desconfianza, es cada vez más mutua. Y eso es el núcleo de oscuridad aterrorizante del problema; porque de ahí, de ese afán de participar, o de cambiar las cosas que movilizó a millones por más de una década y que ahora resultó derrotado en las urnas y luego parece ser frustrado por la izquierda, comen los fascistas del siglo XXI, come la antipolítica que viene a imponer un nuevo feudalismo político en el capitalismo tardío. El populismo de izquierdas, al trancarse en sus promesas y desmentirlas con sus acciones, al liquidar su propia historia de luchas en el tacticismo cortoplacista, aumenta el caudal de la antipolítica, de la violencia autoritaria del fascismo por venir. Así de costosa es la imaginación estratégica sin historia. Continuar leyendo