por Sebastián Farfán Salinas
Creo que ante las turbulencias es necesario reestablecer una lectura sobre el malestar y lo que sucedió en el estallido como una incomodidad contra las mismas políticas emancipatorias que pretendemos defender. Una grieta hacia nosotros mismos. La expresión de una herida. Una herida que, si bien expresaba sus potencialidades, mostraba también un lado de la moneda más pesimista. Si el malestar fue reventando contra la institucionalidad y termina estallando en un reventón social, esto no necesariamente expresa una virtud, sino más bien una carencia. Una debilidad de fondo. La debilidad del ejercicio ciudadano y la incapacidad de los sectores populares para generar las instancias institucionales que permitiesen revertir la situación. El “estallar” manifiesta esa frustración y herida. El estallido no manifiesta una conciencia política que estuviera subyacente en el pueblo, sino que expresa una rabia y un malestar profundo contra toda expresión política, donde también cabemos nosotros como izquierda. Si existían potencias que podrían ser interpretadas en dirección progresista (cabildos, cultura, movilización ciudadana), también existen potencias que pueden ser interpretadas en dirección autoritaria y conservadora (chalecos amarillos, violencia, heridos y muertes, etc.) La ciudadanía forjada en tiempos de neoliberalismo expresa malestares contradictorios y múltiples. Continuar leyendo →