por Comité Editorial Revista ROSA
La distancia social y luego la sobreideologización de clase, se volvieron casi naturaleza entre la izquierda en el Gobierno. Si antes, debido a su ausencia en la arena electoral y el parlamento, la izquierda se apoyaba en la movilización social para destrabar conflictos; ahora ya no recordaba esa palanca, y ante la derrota electoral no pudo ni tuvo intenciones de producir algún hecho político. Simplemente se sentó a negociar con la derecha como si el resultado del 4 de septiembre fuera el único y total hecho político existente. Concedió así toda iniciativa, todo poder, algo inaudito para fuerzas que habían llegado a ser Gobierno desde las marchas en la calle en menos de una década, o bien que se enorgullecían de llevar más de un siglo de luchas en su historia. No hubo llamados a la movilización social para defender la democracia del proceso, no hubo intentos dignos de patear la mesa con una derecha delirante para esperar mejores condiciones, simplemente el único universo políticamente válido que imaginan en Apruebo Dignidad son los otros partidos del parlamento, y aquellos como Amarillos que la elite y El Mercurio le dicen que deben ser oídos. Continuar leyendo →