Leviathan en cuarentena

por Thomas Poole

A menudo se piensa que Hobbes tuvo como principal preocupación las amenazas políticas al Estado, tales como la guerra o las rebeliones. Pero la presencia de los médicos de la peste negra en la portada indica que estaba trabajando con una concepción más amplia de seguridad pública. Él sabía, a partir de Tucídides, que los ataques sobre los muros de la ciudad podían tomar distintas formas, tanto biológicas y sicológicas como marciales. La inclusión de los médicos de la peste negra sugiere que Hobbes vio a la protección contra las epidemias como una de las tareas centrales del Estado, utilizando medidas tanto médicas como regulatorias. Continuar leyendo

No es oportunismo, es consciencia de clase. Legislación represiva, estados de excepción y estrategia elitaria en la historia de Chile

por Camilo Santibáñez R., Luis Thielemann H.

Al respecto sostenemos que su invención y su reiterado uso como legalidad represiva: 1) se basa en la identificación discursiva de los intereses particulares de las clases propietarias con el interés de la mayoría nacional; 2) ha sido empleada de forma privativa y reiterada contra las clases trabajadoras y otros grupos subalternos; y 3) constituye una tradición de las élites chilenas, forjada en su experiencia de clase y estructurada en los procesos previamente enumerados. Pues, considerando que la experiencia histórica y transgeneracional adquirida en los conflictos de clases genera consciencia política, y dicha consciencia se expresa en prácticas y estrategias para mejorar la posición de estas clases, el uso del área legal represiva por parte de las élites en su favor es una práctica estratégica y consciente de incidencia política. Al punto de constituir su tradición. En consecuencia, proponemos que la actual excepcionalidad obedece a un correlato histórico enraizado en más de un siglo de historia nacional, cuyo objeto es favorecer la posición empresarial frente a la actual crisis económica y en la correlación de fuerzas en general; todo ello en desmedro de la clase trabajadora.
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A pesar de todo, tener un plan. Apuntes sobre la neutralización de la izquierda en tiempos de crisis política

por Luis Thielemann H.

El problema, en todos los casos, no está en los instrumentos de la práctica, sino en las intenciones organizadas y colectivamente compartidas de la misma. Las asociaciones de izquierda -partidos, movimientos, colectivos, o grupos de afinidad por igual- adolecen en su mayoría de ser agrupaciones de individuos. Ya sea por su condición de estudiantes o profesionales de capas medias, tradicionalmente menos dependientes de sus organizaciones para mejorar sus condiciones de vida, o bien porque son nuevos trabajadores que han sido educados permanentemente para imaginar únicamente movimientos individuales como desarrollo de sus vidas. No se conoce cómo viabilizar procesos de cambio profundo en el orden social, es decir, los partidos, movimientos y colectivos no entienden cómo ser instrumentos políticos sostenidos en militantes; sino, a lo más, corrientes de opinión llenas de suscriptores. La neutralización de la izquierda tiene que ver con algo que perdió, y es la capacidad de ser útil como instrumento colectivo para mejorar la vida de las clases trabajadoras.

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Empezó el siglo en un octubre rojo: Notas sobre una revuelta antineoliberal

por Luis Thielemann H.

Esta revuelta también desafía la idea de la revuelta como último recurso, y la pone como la herramienta más a mano de un colectivo que se descubre a sí mismo como masa. Quien buscaba grupos que luchan solo cuando la pobreza los ahoga, y que asumen con seriedad y gravedad de burócrata de partido todo lo que hacen, que vaya a ver películas soviéticas. Quien busque desalmados individualistas que no les importa nada más que la venganza social enajenada, que vayan a leer el academicismo que siempre buscan categorizar el malestar activo de los de abajo como delito, enfermedad o descomposición social. Lo que hay es una clase trabajadora cabreada, pero también una que por fin encontró algo que hacer que la llene de vértigo real. Hay una alegría en los que luchan de por fin tener control, aunque sea por un rato, de sus vidas y de su ciudad. Quien busque la masa madre de cualquier estrategia de izquierda, ahí la encontrará. No luce como en los libros, pero nada lo hace. Continuar leyendo

Defender la historia: Las trincheras que van a caer y las que deberíamos construir

por Camilo Santibáñez R. y Luis Thielemann H.

En otros términos, el llamado a defender la enseñanza de la historia con fines propios de una formación ciudadana destinada a trabajadores que empujaran el progreso económico y democrático de la nación, adquiere el carácter de un lamento espectral Desarrollista, que no se da por difunto pero tampoco logra hacer eco en las amplias franjas precarizadas de la población. Los defensores de la enseñanza de la historia parecen pasar por alto además que, en un país profundamente injusto y desigual, la búsqueda de la integración nacional a dicho país es proporcionalmente conservadora. Continuar leyendo

1999 – 2019: veinte años sin Daniel Menco

por Luis Thielemann H.

Hoy se cumplen dos décadas desde que fue asesinado Daniel Menco en el marco de una ofensiva represiva del Estado hacia las luchas sociales que cuestionaron las lógicas de la Transición. El trienio de 1997-99 se puede considerar el inicio de la crítica popular al modelo neoliberal en Chile. A pesar de su derrota, la lucha social originada en esos años y pagada con derrotas, cesantía y expulsiones, pero también con sangre y prisión, abrió un ciclo que no se ha detenido hasta el presente. Lejos de los discursos que en los años noventa dijeron que se había acabado la historia –cuyo relato local era el fin de la lucha popular, y que se trataron de reforzar con escopetazos a jóvenes estudiantes, mineros, estibadores y mapuches–, la estabilidad política de los noventa se sostenía en varios muertos. Menco fue el último de la década, pero solo uno más en la historia.
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¿Herencia, reemplazo o autonomía? La rueda sigue y se acabó la juventud

por Luis Thielemann H.

Hoy, las nuevas izquierdas no pueden refugiarse en promesas de futuro ante el acoso del juicio crítico, pues ya tienen presente y pasado, y eso es lo que son hoy, para bien o mal. La práctica política de las nuevas izquierdas es un hecho con varios ciclos completos como para proponer ni tan diversas formas de lo que se “quiere ser”. Pareciera que la nueva política que se abría creativa hace algunos años, hoy se reduce a la búsqueda por ser la herencia o el reemplazo de la vieja política progresista. A esas diversas formas actuales del ser de la nueva izquierda, y a las otras formas que todavía podría ser, es que apunta la crítica este texto. Continuar leyendo

Horacio Tarcus, sobre las ediciones de El Capital: “El original no envejece, pero las traducciones envejecen, paradójicamente”

Entrevistamos a Horacio Tarcus, historiador argentino, director del CEDINCI y erudito de la historia de las ideas marxistas en América Latina. Nos habló de su último libro, “La Biblia del Proletariado. Traductores y editores de El Capital” (Buenos Aires, Siglo XXI, 2018),  de la importancia de acceder críticamente a la obra de Karl Marx, y de su próximo libro, una historia de El Manifiesto Comunista y su despliegue en el mundo de habla castellana. Continuar leyendo

Contra la penalización del negacionismo: La necesaria alegalidad de la historia

por Cristóbal M. Portales y Luis Thielemann H.

En Chile, más que en muchas otras partes, el Estado es el lugar de unificación de las clases dominantes. Dicha unificación también es en el tiempo: en la legitimación de un discurso histórico que liga a los dominantes de todo tiempo, un hilo que hace que el derecho de los ricos del Imperio Romano sea la base del derecho de los ricos de hoy. Rodolfo Walsh, periodista argentino que luchaba por la libre expresión como derecho de los subalternos y perseguidos, lo decía así en “¿Quién mató a Rosendo?”: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. Una posible verdad oficial sobre los últimos 50 años, redactada en una mesa acordada por el mismo duopolio controlador del Estado en esas décadas, no augura nada bueno para la construcción de un patrimonio histórico de luchas populares, y así no volver a empezar de cero. Continuar leyendo