De monumentos y cicatrices
por Carolina Olmedo Carrasco
La administración de Piñera no sólo no ha sido capaz de entender la ocupación del espacio público como manifestación del descontento en su contra, sino que además ha porfiado y gastado recursos valiosos en una tarea imposible: restituir la plaza Baquedano y resarcir su propia reputación a un idílico estado previo, en que su figura aún prometía un proyecto de unidad nacional por lo menos para importantes franjas de la población afines a la derecha. En esta porfía, su gobierno empeñó severamente la credibilidad de instituciones como el recién creado MINCAP y el Consejo de Monumentos Nacionales, cuyos criterios se ven constantemente puestos en tela de juicio ante una presidencia y unas fuerzas de orden dispuestas a debatir en términos belicistas el derecho a ocupar los espacios de la ciudad pese a su valor patrimonial y ciudadano. Continuar leyendo