Las Ideas Históricas de Rosa Luxemburgo

En su brillante trabajo de 1913 “La acumulación de capital”, subtitulado “Una contribución a la interpretación económica del imperialismo”, ella proporciona una osada y altamente controversial reinterpretación de Marx, argumentando que la acumulación de capital sólo puede darse de forma continua y sin interrupción si es que y siempre y cuando existan regiones no capitalistas que puedan ser forzadas a absorber la producción de plusvalor del centro capitalista.  En la tercera y última parte de su libro, ella incluye una de las explicaciones más perspicaces acerca de las precondiciones históricas que permiten el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, el rechazo casi total, por parte de distintos marxistas, del argumento propuesto por Luxemburgo en las primeras dos partes de su libro resultó en que la mayor parte de lectores posteriores pasaran por alto el inmenso valor de este postulado.

por Pepijn Brandon

Imagen / Rosa Luxemburgo en 1915. Fuente: Wikipedia.


La pregunta acerca del rol de la violencia en la expansión capitalista, tanto históricamente como en el presente, ha ocupado a muchos de los críticos del sistema capitalista. Las discusiones acerca de este tema siempre han girado en torno a la pregunta de cómo el capital explota, y somete a su propia lógica, elementos que parecen existir fuera de los procesos de producción y circulación capitalista, teorizados en los tres volúmenes de El Capital de Marx. Los críticos han incluido temas fundamentales tales como el rol del imperialismo y el sometimiento colonial, las disputas violentas entre y al interior y entre los estados naciones por el control de recursos naturales, la lógica del racismo, sexismo, homofobia y otras formas de opresión, y la incesante existencia del trabajo forzado y no remunerado (bajo coerción) en el sistema capitalista. Una de las primeras marxistas en abordar la relación entre la expansión capitalista y su “exterior” [regiones no capitalistas] con un alcance auténticamente global fue Rosa Luxemburgo, quien fue brutalmente asesinada exactamente hace un siglo atrás. En su brillante trabajo de 1913 “La acumulación de capital”, subtitulado “Una contribución a la interpretación económica del imperialismo”, ella proporciona una osada y altamente controversial reinterpretación de Marx, argumentando que la acumulación de capital sólo puede darse de forma continua y sin interrupción si es que siempre y cuando existan regiones no capitalistas que puedan ser forzadas a absorber la producción de plusvalor del centro capitalista.  En la tercera y última parte de su libro, ella incluye una de las explicaciones más perspicaces acerca de las precondiciones históricas que permiten el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, el rechazo casi total, por parte de distintos marxistas, del argumento propuesto por Luxemburgo en las primeras dos partes de su libro resultó en que la mayor parte de lectores posteriores pasaran por alto el inmenso valor de este postulado.

Inmediatamente después de la publicación de su libro, el argumento principal de Luxemburgo cayó bajo una ola sostenida de críticas proveniente de todas las distintas secciones del movimiento socialista.[1] Luxemburgo desarrolló su noción de que el capitalismo entraría en una crisis terminal al no tener acceso a esferas/regiones no capitalistas a partir de una crítica a los famosos esquemas de reproducción de Marx expuestos en el segundo volumen de El Capital. La mayoría de los pensadores marxistas, tanto de su época como posteriores, han rechazado su interpretación, tachándola por tener dejos “subconsumistas”. Claro, hay buenos fundamentos para hacerlo, pero la virulencia extraordinaria con la cual muchas mentes estrechas la atacaron sugiere que otros motivos también jugaron un rol en este reproche generalizado. La hostilidad política hacia Luxemburgo impulsó bastantes ataques desde la derecha. Además, el tono diminutivo con el cual se le critica a la autora tiene un claro sesgo machista. El contenido de estas discusiones ha sido descrito anteriormente en esta página. Sin embargo, tal como ha expuesto el historiador Marcel van der Linden hace no mucho, es posible rechazar el argumento de que el agotamiento de esferas/regiones no capitalistas constituya una barrera absoluta para la acumulación de capital, y aún aceptar la observación de la importancia histórica de la integración violenta de trabajo campesino independiente, la destrucción de economías comunitarias, y la perpetua reproducción de todo tipo de estratos medios entre capitalistas y trabajadores asalariados en el actual desarrollo capitalista actual.[2] Luxemburgo vio la función de la violencia en la combinación entre el proceso – errático, sediento, en constante búsqueda de crecimiento y propenso a la crisis- de expansión del capital global, por un lado, y las posibilidades substanciales para la realización de plusvalor por fuera de la esfera propiamente capitalista por el otro. En consecuencia, ella analizó esta violencia como un “método continuo de acumulación de capital en tanto proceso histórico, y no solo como su origen, sino que es continuado hasta el presente.

La histórica sección III de La Acumulación de Capital consiste en ocho capítulos. Luego de reiterar su posición acerca de la imposibilidad de la reproducción expandida del capital sin la existencia de “mercados exteriores al capitalismo”, Luxemburgo discute las maneras por las cuales el capital, con la ayuda del Estado, abre, penetra y subordina a estas regiones no capitalistas. Los objetivos económicos detrás de esta lucha entre el capitalismo y sociedades con una “economía natural” se sintetizan en los 4 siguientes:

  1. Obtener posesión inmediata de importantes fuentes de fuerzas productivas tales como tierra, caza en bosques primigenios, minerales, piedras preciosas, productos exóticos de flora exótica tales como el caucho, entre otros.
  2. “Liberar” fuerza de trabajo y coaccionarla para que entre a servicio.
  3. Introducir una economía mercantil.
  4. Separar comercio y agricultura.

En los capítulos siguientes, Luxemburgo describe como las victorias sanguinarias obtenidas por el capital en estas cuatro áreas fueron acompañadas por la introducción de una economía mercantil, la disolución de economías campesinas pequeñas, por la expansión de préstamos internacionales, proteccionismo y militarismo. Los paralelos con el tratamiento que hace Marx con “la así llamada acumulación originaria” al final del volumen I de El Capital son obvios, y Luxemburgo comparte la misma mirada sobre la corriente de miseria humana que los conquistadores dejan tras de sí. “Ya que las asociaciones primitivas de los nativos son la protección más fuerte para sus organizaciones sociales y para sus bases materiales de existencia, el capital debe empezar por planificar la destrucción sistemática y aniquilación de todas las unidades sociales no capitalistas que obstruyen su desarrollo.” Al mismo tiempo, Luxemburgo insiste en que este tipo de violencia no solamente se limita a formar una acumulación de capital preliminar a la normal o real, arguyendo que “… hemos pasado más allá de la etapa de la acumulación originaria; este proceso aún continua.”

La agudeza extraordinaria con la cual Luxemburgo disecciona las realidades de la dominación imperialista desde el punto de vista de los países sujetos a ella proviene de dos fuentes. En primer lugar, ella criticó un entendimiento dogmático del desarrollo capitalista prevaleciente en muchos de los socialistas de la época, quienes mostraban interés en procesos históricos solo en la medida en que se ajustaran perfectamente a sus concepciones teóricas abstractas. Así, por ejemplo, ella rechazó una conexión lineal y mecánica entre el capitalismo y la expansión de trabajo libre. Posterior a reconocer que “la emancipación de la fuerza de trabajo de condiciones sociales primitivas y su incorporación al sistema capitalista de salario es una de las bases históricas indispensables del capitalismo”, ella continuó señalando las muchas contradicciones que involucran a este proceso: “Para la primera rama productiva genuinamente capitalista, la Industria algodonera inglesa, no solo el algodón de los estados del sur de la Unión Americana era esencial, sino que también lo eran los millones de negros africanos que fueron embarcados a América para proveer la fuerza de trabajo para las plantaciones… obteniendo la fuerza de trabajo necesaria desde sociedades no capitalistas, el así llamado “problema del trabajo”, es mucho más importante para el capital en las colonias. Todos los métodos posibles de “compulsión amable [o suave]” fueron aplicados para resolver este problema, para transferir trabajo desde los anteriores sistemas sociales al comando del capital.” Aparte de esta comprensión de las complejidades del desarrollo histórico, la fuerza de la posición de Luxemburgo también surge de su inequívoca oposición a la expansión imperialista, en un momento histórico en donde los socialdemócratas más moderados estaban dispuestos a aceptar al colonialismo y el militarismo como fuerzas potencialmente progresivas. El análisis histórico de Luxemburgo le dio plena a la esclavitud, a la explotación colonial, y la destrucción de economías naturales, ya no mediante la contraposición de estas con un desarrollo capitalista “normal” y la explotación del proletariado en Occidente, sino que mostrando que estos elementos son – bajo su indispensable punto de vista- complementos a este desarrollo. Esto es lo que la hizo, según las palabras de Marcel van der Linden, “la primera marxista que intentó desarrollar un concepto de solidaridad global desde abajo”.

El completo rechazo de La Acumulación de Capital por la derecha y la izquierda del movimiento socialista sepultó sus observaciones durante varias generaciones. Sin embargo, no es muy sorprendente que estén siendo redescubiertos actualmente. Es difícil no apreciar el entendimiento de Luxemburgo de los nexos entre el imperialismo y la continua incorporación forzosa por parte del capital de todo aquello que esté por fuera de sus fronteras, cuando uno lee el programa de Bolsonaro en torno a la privatización de la selva tropical, o cuando pensamos en el caos generado por multinacionales en muchas partes de Indonesia, destruyendo comunidades tradicionales y ecosistemas. Sin embargo, el redescubrimiento de estos conocimientos también implica plantear preguntas de análisis y definiciones que son complejas, del tipo que Rosa Luxemburgo nunca tuvo miedo a confrontar. El geógrafo marxista David Harvey contribuyó substancialmente en la revalorización de Rosa Luxemburgo mediante la reformulación de su teoría de expansión capitalista, postulando una teoría de “acumulación por desposesión”. Sin embargo, bajo esta formulación Harvey no solamente incluye la invasión del capital sobre comunidades que, al menos en parte, habían podido mantener al mercado bajo cierto control, sino que también el proceso más tradicional bajo el cual los capitalistas exitosos incorporan los restos de sus adversarios derrotados dentro del sistema capitalista a través de medios económicos “normales” como corrupción y hurto, o el uso estratégico del Estado. Esta equiparación de dos fenómenos históricos muy distintos lo han llevado a argüir que, bajo el neoliberalismo, la “acumulación por desposesión” se ha transformado, de hecho, en la forma dominante de acumulación. Sin embargo, con este cambio interpretativo, la insistencia inicial de Luxemburgo acerca del vínculo entre la acumulación de capital tal como la entendía Marx, o sea, como el proceso ordinario de la centralización y concentración de capital, y la integración de áreas no capitalistas parece haber sido bastante debilitado. La reinterpretación de Harvey, entonces, plantea un problema difícil: en el siglo XXI, ¿qué constituye exactamente lo “por fuera” del proceso de acumulación de capital? Leyendo a Rosa Luxemburgo subraya la importancia estratégica de encontrar esta respuesta. Esto porque sea cual sea la forma en que juzguemos los debates que esta pregunta ha producido, la fuerza suprema de La Acumulación de Capital es la forma en que conecta las luchas en las fronteras del capital con conflictos sociales en el corazón del sistema.

* Artículo publicado originalmente en indonesio en la página Indoprogress.com. Traducido para revista ROSA por Matías Guerra U.

Notas:

https://indoprogress.com/2019/03/wawasan-sejarah-rosa-luxemburg/

[1] Para una excelente síntesis del contenido de estas críticas, véase Daniel Gaido and Manuel Quiroga, ‘The early reception of Rosa Luxemburg’s theory of imperialism’, Capital & Class, Vol. 37, Issue 3 (2013), https://doi.org/10.1177/0309816813505020, como también los documentos recopilados en Richard B. Day and Daniel Gaido, Discovering Imperialism. Social Democracy to World War I (Leiden / Boston, Brill: 2012; Historical Materialism Book Series, Volume 33).

[2] Marcel van der Linden, ‘Rosa Luxemburg’s Global Class Analysis’, Historical Materialism, Vol. 24, Issue 1 (2016) https://doi.org/10.1163/1569206X-12341451.

Matías Guerra Urzúa
+ ARTICULOS

Estudiante de sociología de la Universidad de Chile, integrante del Centro de Investigación Político Social del Trabajo (CIPSTRA).

Pepijn Brandon
+ ARTICULOS

Historiador, investigador del Instituto Internacional de Historia Social (IISH) y de la Vrije Universiteit, Ámsterdam, Países Bajos.