Economía del post-crecimiento

Una economía social y ecológicamente sustentable debe estar completamente librada de cualquier tipo de dependencia del crecimiento y de cualquier tipo de presiones subsecuentes que apuntes a esa dirección, incluyendo las modernas economías de mercado orientadas a la innovación, los actuales sistemas monetarios y generadores de interés, las expectativas de alta ganancia, los suministros de recursos externos basados en un modelo de división global del trabajo y, por cierto, la cultura que alienta a perseguir incuestionablemente la autorealización de carácter material.

por Niko Paech

Imagen / Refinería y fundición de Ventanas, Chile, 2017. Fuente: Wikipedia


  1. Introducción

 

Hoy en día los conceptos de sustentabilidad se encuentran basados en su mayor medida en la idea de modernización ecológica. Por cierto, las sociedades modernas siguen esta tendencia y apuntan a la necesidad de posponer sus hábitos de consumo a un punto posterior en el tiempo o, en el peor de los casos, a negar completamente la necesidad de un cambio. Estos supuestos están basados, a su vez, en la esperanza de que el progreso tecnológico puede solucionar los problemas de sustentabilidad sin tener que atravesar por transformaciones radicales en los modos de vida o por una moderación en los hábitos de consumo. Sin embargo, la mayoría de estas innovaciones verdes acaban por intensificar la sobrexplotación material y energética a través del uso de paisajes vírgenes y recursos incólumes. Pues bien, en la medida que el desacoplamiento en virtud de medios tecnológicos resulta imposible, un desarrollo sustentable sólo puede entendido en cuanto un programa para la reducción económica en desmedro de las tan conjuradas soluciones verdes.

En este artículo, esbozaré una alternativa a estos enfoques popularizados, esto es, una perspectiva para que el mundo no se siga aferrando a los imperativos del crecimiento y haga de la economía del post-crecimiento su principal objetivo. Con esto en cuenta, en primer lugar, comenzaré por definir lo que es mentado por la economía del post-crecimiento y cómo se ha desarrollado. Esto es seguido por una exploración de los casos para los límites del crecimiento y el porqué de los problemas asociados al desacoplamiento, incluidos los efectos rebote. Finalmente, esbozaré algunos de los puntos nucleares de la economía poscrecimiento antes de identificar brevemente algunos de los futuros desafíos para, finalmente, exponer algunas observaciones concluyentes.

  1. El desarrollo y significado de la economía del poscrecimiento
    • Desarrollo de la economía del poscrecimiento

 

Los términos economía del post-crecimiento (en tanto marco analítico) y economías del post-crecimiento (en tanto un esbozo concreto del futuro) surgen de los arduos debates sobre sustentabilidad que se dieron en la Universidad Carl von Ossietzky durante el 2006. A partir de ese momento se han desarrollado numerosas publicaciones, eventos y redes que se han volcado a este tema, a pesar de las diferencias que existen en los enfoques e intereses. En términos generales, la economía del post-crecimiento puede ser vista como un desarrollo posterior de una primera ola de discursos críticos sobre el crecimiento, los que incluyen los trabajos de Kohr (1957), Mumford (1967), Georgescu-Roegen (1971), Meadows et al. (1972), Ilich (1973), Schumacher (1974), Daly (1977), Hueting (1980) y Gronemeyer (1988). Como vemos, la primera ola surgió a finales de los años 60 y tuvo su cénit en los 70, sin embargo, desde el cambio de siglo, ha brotado una segunda ola de discursos críticos sobre el paradigma del crecimiento, los que han estado asociados a una variedad no menor de autores, nombres y temáticas, por ejemplo: “Ökosozialismus” (Sakar, 2001), “La Decrescita Felice” (Pallante, 2005), “Décroissance” (Latouche, 2006/2009), “Degrowth” (Martínez-Alier, 2009), “Postwachstumökonomie” (Paech, 2008, 2012), “Managing without Growth” (Victor, 2008), “Prosperity without Growth” (Jackson, 2009), “Vorwärts zur Mäβigung” (Binswanger, 2009), “Exit” (Miegel, 2010), “Plenitude” (Schor, 2010) y, finalmente, “Postwachstumsgesellschaft” (Seidl y Zahrnt, 2010).

  • Definición de la Economía del Post-crecimiento

 

La economía del post-crecimiento es un subcampo del terreno de la Economía, y sus esferas temáticas son el vínculo entre desarrollo sustentable y crecimiento económico. A diferencia de las economías del medioambiente, la propuesta post-crecimiento pone su foco en los sistemas y subsistemas económicos, incluso también en los modos de vida, con el principal objetivo de reducir las cantidades de oferta y demanda. Asimismo, este campo de la economía apunta a describir la racionalidad inscrita que justifica el enfoque de una economía sin crecimiento y que también permita generar conocimiento concreto orientado a la acción, cuyo contenido sea implementar prácticamente la superación de la hegemonía del crecimiento.

Como se muestra en la siguiente figura, existen tres grandes tópicos dentro del estudio de la economía del post-crecimiento, a saber, límites del crecimiento, mecanismos de crecimiento y economía post-crecimiento stricto sensu: en primer lugar, los límites del crecimiento – o críticas al crecimiento – analizan variados asuntos incluyendo las fallas del desacoplamiento, la riqueza injustificada, “el cénit de todo”, la desigualdad social, el cénit de la felicidad y hasta las crisis financieras. Este enfoque deja en claro que un crecimiento adicional del Producto Interno Bruto (en adelante, PIB) no es una opción para compartir dentro de las actuales sociedades modernas. En segundo lugar, los aspectos de la oferta y las fuerzas culturales son analizados como parte de los mecanismos que impulsan el crecimiento. En este aspecto, una de las mayores preocupaciones constituye los factores que llevan a la división social del trabajo dentro de las sociedades industriales. En tercer lugar, la economía post-crecimiento es analizada con especial énfasis en conceptos tales como suficiencia, subsistencia, economías regionales, “juegos de suma cero” y cambio institucional. A su vez, una cuestión de suma importancia dentro de esta discusión tiene que ver con la derivación y justificación de las condiciones para una economía sin crecimiento en cuanto combinatoria de sistemas de suministro que se encuentran caracterizados por diferentes grados de división industrial del trabajo y que deben ser estabilizados sin que implique un crecimiento del PIB.

  1. Límites al Crecimiento

 

El crecimiento verde depende del desacoplamiento del consumo moderno y de las prácticas de movilidad con respecto a los daños ecológicos, cuestión que fracasa debido al profundamente enraizado error relativo a que los objetos y actividades individuales pueden ser vinculados a atributos de sustentabilidad. Por ejemplo, ¿por qué un auto que consume 3 litros de gasolina debería ser más ecológicamente amigable que un auto que consume 25 litros si el dueño del primero se desplaza diariamente 150 millas mientras que el propietario del segundo vehículo lo usa sólo cinco veces al año usando el resto del año su bicicleta? ¿Hasta qué grado una vivienda pasiva contribuye a un desarrollo sustentable si sus habitantes poseen tantas pantallas, computadoras, cafeteras y sistemas de alta frecuencia como habitaciones? ¿Cuánto tiempo de vida humana se requeriría para compensar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de un solo vuelo intercontinental a través del constante consumo de limonada orgánica, separación de desechos y los mecanismos de coche compartido? Sólo los balances individuales de CO2 son valores objetivos fiables. La pregunta central es la siguiente: ¿Cuánta cantidad de libertad material le es permitida apropiarse a un individuo sin que tenga que vivir más allá de sus medios? En relación al objetivo de los 2°C de temperatura, esto quiere decir que cada uno de los individuos puede tener un presupuesto anual de 2.7 toneladas de emisiones de CO2 (WBGU, 2009). En comparación con lo anterior, el ratio actual promedio de emisiones per-cápita en Alemania está, por ejemplo, cerca de las 11 toneladas (Umweltbundesamt, 2015).

Las prácticas y productos individuales aparentemente sustentables revelan ser cada vez más un mero simbolismo utilizado para compensar moralmente alguna otra cosa, de suyo poco sustentable y perseguida a menudo por el mismo agente individual. En pleno siglo XXI, quien sea incapaz de proyectar su propio modo de vida con respecto a la transferibilidad global, nunca podrá contribuir a un desarrollo sustentable dejando de lado una economía post-crecimiento. Con el objetivo de alentar y activar formas de vida sostenibles, las empresas tendrían que estar obligadas a etiquetar todos sus productos y servicios con información acerca de sus impactos medioambientales asociados a sus vidas útiles (por ejemplo, emisiones de CO2, huella ecológica, etc.). Fuera de problema del fracaso del crecimiento verde y sus errados objetivos, existen incluso más dudas sobre la llamada estrategia del desacoplamiento.

  • El desacoplamiento no es una opción

 

Un incremento en el PIB requiere de una producción adicional que, en tanto actividad económica, tiene que ser transferida de al menos un proveedor a un consumidor, induciendo, por tanto, un flujo de liquidez. En consecuencia, este valor agregado se divide en un aspecto vinculado a su origen material y a su uso financiero relativo a un ingreso adicional. Pues bien, ambos impactos tendrían que ser neutralizados con el objetivo de mantener el crecimiento económico sin provocar daños ecológicos adicionales. Esto quiere decir que, incluso si la generación de una transferencia de desempeño monetariamente mensurable – y, por lo tanto, relevante en términos de PIB – podría ser técnicamente desmaterializada – cuestión que no es previsible por ahora, salvo en experimentos de laboratorio – el problema del desacoplamiento permanecería sin resolverse mientras el ingreso adicional pueda ser usado para adquirir cualquier tipo de bienes que no son del todo desmaterializados. Veamos estas cuestiones con un poco más de detalle.

 

2.1.1. Efecto de rebote material

¿Qué aspecto tendrían que tener los bienes para que puedan ser transferidos de al menos un proveedor a un consumidor – en tanto un servicio que cueste dinero – y que se encuentren, al mismo tiempo, liberados de cualquier tipo de consumo de tierra, materiales y energía en su producción, transferencia física, uso y desecho? Todas las soluciones verdes propuestas hasta ahora en su mayoría no cumplen estos requisitos, independientemente de que sean viviendas pasivas, vehículos electrónicos, eco-textiles, sistemas fotovoltaicos, comida orgánica, estaciones de energía eólica, calefactores termo-solares, etc. Ninguna de estas cosas puede existir sin un input físico y una nueva producción de capacidades, particularmente infraestructuras.

¿Quizás las soluciones de eficiencia o consistencia verde podrían simplemente reemplazar cualquier output sustentable en vez de provocar un uso de material adicional? Para lograr una substitución que realmente reduzca el impacto ecológico, un simple reemplazo de los flujos de salida (output-flow) resulta inadecuado mientras se encuentre acompañado con incrementos en los tamaños de las reservas materiales y el uso de la tierra (como es el caso de las viviendas pasivas y las instalaciones de energías renovables). Sumado a esto, las capacidades e infraestructuras previas tendrían que ser desmanteladas junto con el correlativo desecho de las energías incorporadas y los recursos materiales. No parece, pues, que los materiales de la totalidad de las industrias y los complejos construidos vayan a desaparecer de una manera ecológicamente neutra.

En la cumbre de estos problemas surge un segundo dilema, a saber: ¿cómo podría crecer permanentemente el PIB si la ganancia producida a través de cada acto de creación de valor verde agregado es contrarrestada por una pérdida de valor no-sustentable debido a la deconstrucción de las viejas estructuras? Esto puede ser rastreado con el ejemplo de la Energiewende alemana (un esquema de gobierno que subsidia las fuentes de energía verde para la generación de electricidad): desde un comienzo, la contribución de las energías renovables al valor económico agregado – cuestión que actualmente esta reivindicando la comunidad que predica el crecimiento verde – resulta ser, en el mejor de los casos, un arrebato si prestamos un poco más de atención. Luego de finalizar la instalación de una capacidad de energía adicional, la contribución al valor agregado se reduce a un flujo de energía que, en comparación, no crea un gran valor agregado y no puede ser fácilmente incrementado – a no ser que la producción de nuevas instalaciones continúe ilimitadamente. En este caso, los daños medioambientales serían gravísimos, por ejemplo, la destrucción de paisajes, que actualmente ya es un tema digo de alarma, se incrementaría debido a la expansión de los tamaños de las reservas materiales. Aquí los problemas relativos a los efectos de la reubicación material se tornan evidentes. En la gran mayoría de los casos, las tecnologías verdes no solucionan los problemas ecológicos, sino que sólo los transfieren a otras dimensiones físicas, espaciales, temporales y sistémicas. Por esta razón, los intentos de probar empíricamente el éxito del desacoplamiento sólo son válidos si consideran todos estos efectos de reubicación.

 

2.1.2 Efecto de rebote financiero

Incluso si fuese posible un incremento en la producción desmaterializada, los ineludibles incrementos del ingreso correspondientes tendrían que ser, a su vez, ecológicamente neutralizados. Sin embargo, se ha probado que es simplemente impensable mantener la canasta de bienes de aquellos consumidores que se benefician de un aumento en su ingreso – generado en los sectores verdes – librados de ser gastados en ítems producidos bajo regímenes de producción intensiva global. Estas personas suelen comprar casas, viajar en avión y perseguir actividades de consumo convencional que se incrementan proporcionalmente en función de un aumento del ingreso disponible. Otro efecto de rebote financiero que se oculta detrás de las inversiones verdes ocurre cuando estas elevan el nivel general de producción, debido al hecho de que las viejas capacidades no son simultáneamente deconstruidas en el mismo grado. Un tercer efecto de rebote financiero ocurre donde las ganancias en eficiencia reducen los costos operativos de ciertos objetos.

En teoría, estos efectos de rebote podrían evitarse por medio de la absorción de todos los incrementos de ingreso que son generados a través de mejoras en la eficiencia y el llamado efecto ingreso de la inversión, por lo que sería innecesario estimular el crecimiento. ¿Qué podría ser mas absurdo que generar crecimiento sólo con el objetivo de neutralizar los efectos previstos del crecimiento, a saber, un incremento del ingreso? En fin, afirmar que el crecimiento podría estar asociado con una disminución absoluta de las cargas ambientales a través de la inversión en tecnologías verdes, no sólo es defectuoso, sino que en realidad resulta todo lo contrario. En otras palabras, desde la perspectiva de los efectos de rebote financiero, las tecnologías verdes sólo pueden ayudar a aliviar a la ecoesfera del daño ambiental bajo las condiciones de un PIB no creciente. Incluso esta no es una condición segura, dados los efectos materiales no contabilizados en el lado de la generación, especialmente los impactos asociados a la reubicación. Además, la estrategia de desacoplamiento también trae un problema ético. El destino de la humanidad estaría a merced de un progreso tecnológico que aún no se ha realizado y cuya realización futura es imposible de demostrar.

  • Límites del crecimiento económico, social y psicológico

 

En las sociedades industriales modernas, la prosperidad material se encuentra basada en una disponibilidad infinita de fuentes de energía fósil y otros recursos esenciales. Ya se sabe hoy en día que la máxima extracción de petróleo crudo es previsible, así como también el déficit de otros factores de producción. Opuesto a este estado de cosas, un incremento del poder de compra de las nuevas clases medias en países como China e India ha provocado una escalada de demanda que se enfrenta a un cada vez más estancado suministro de recursos.

Además de los recursos escasos, tales como el litio para baterías recargables y el coltán usado en la construcción de dispositivos móviles, se ha registrado un incremento en le dependencia de otros escasos metales de la Tierra. De hecho, estos metales están apareciendo en productos de los que parece ya no podemos prescindir y sobre cuya comercialización masiva las economías modernas se han vuelto sumamente dependientes durante ya mucho tiempo. Todos los subsistemas sociales, los productos y los elementos de infraestructura se encuentran indirectamente sometidos a los portadores de combustibles fósiles y a los metales escasos y poco comunes, de manera que desatar un crecimiento substancial en el poder de compra por medio de una red mundial de cadenas de producción que explotan las diferencias de costos conlleva a inestabilidades sin precedentes. La dependencia de los suministros externos maximiza el riesgo de decaimiento social – si caen los puestos de trabajo, un aumento de los precios terminará por reducir el poder de compra o la provisión externa de inputs esenciales se verá fuertemente interrumpida. Por lo tanto, el término sustentabilidad puede ser a menudo interpretado en tanto el requerimiento de un incremento en la resiliencia. Esta perspectiva muestra también que la reducción de los actuales niveles exorbitantes de suministros externos se presenta como una de nuestras últimas oportunidades.

  1. Mecanismos causales de crecimiento

 

  • Crecimiento estructural

Los sistemas de suministros dependientes sobre la base de las importaciones hacia una economía se encuentran basados en un incremento sostenido de las distancias entre producción y consumo. Si los procesos de producción que se encontraban formalmente atados a un lugar fueran diseccionados en múltiples estadios especializados de producción, sus ubicaciones pueden ser cambiadas flexiblemente, dependiendo de los costos y las ventajas cualitativas. Sin embargo, cada etapa de especialización debe financiar los factores de entrada requeridos por adelantado, i.e. inversión anticipada. Los capitales de terceras partes cuestan intereses, mientras que los bienes de capital propio demandan un rendimiento suficiente. En suma, los cambios en los límites espaciales desde lo local a lo global ha llevado a una gran demanda de infraestructura física e instalaciones que se encuentran sujetas a constantes desgastes, de modo que para cada periodo por cada compañía que es parte de una cadena de suministro industrializada, debe ser logrado un excedente que no sea menor que la suma de los intereses de las terceras partes, los rendimientos de los propios bienes de capital y los costos de mantención y reproducción de los bienes físicos. Por lo tanto, un mínimo crecimiento en la cadena de valor agregado requerido para estabilizar el proceso en su conjunto tiende a incrementarse con cada especialización, i.e. el número de compañías separadas y sus relevantes requerimientos excedentes.

Binswanger (2007) ha analizado la compulsión de crecimiento estructural en conexión con el ingreso y la capacidad de repercusión de una inversión. El efecto de ingreso comienza antes que la capacidad de repercusión, ya que el capital inicial es invertido y la venta de la producción sólo es posible ex post. Hoy en día, la inversión incrementa inmediatamente el ingreso de los hogares, no obstante, el volumen de producción que resulta de la inversión sólo se puede comprar más tarde, en el periodo siguiente. De esta manera, el incremento en la demanda precede un incremento de la oferta. Balancear el sistema de pagos monetarios dentro de un periodo definido sólo es posible si la brecha de pago por el lado de la demanda es balanceada por una nueva inversión neta que permita generar el ingreso apropiado. El proceso descrito por Binswanger como crecimiento en espiral no sería concebible si las corporaciones bancarias fueran incapaces de generar constantemente nuevo dinero para otorgarles a las compañías créditos de inversión. Esta verdadera creación de generación monetaria viene prácticamente de ningún lugar, por cuanto los bancos simplemente no traspasan los ahorros de persona a persona, sino que transforman la deuda en dinero. Por tanto, el sistema monetario basado en la deuda permite incrementos ilimitados de generación de dinero en efectivo y, así, transforma el dinero en crecimiento materializado.

Otro mecanismo de crecimiento estructural ya ha sido mencionado con anterioridad, a saber, el incremento de la productividad del trabajo. Mientras menor sea el trabajo necesario para crea un output específico, mayores serán los outputs para requerir a todos los empleados actuales en la misma medida, al menos manteniendo las mismas condiciones de propiedad. Resulta interesante el hecho de que se sigue la misma conclusión, a saber, que una reducción de la compulsión al crecimiento estructural significa producir con menos capital.

  1. Una economía del post-crecimiento

 

La alternativa a una economía basada en la dependencia del crecimiento tendría que corresponder a un socialmente aceptable desmantelamiento y conversión del sistema industrial. Los mecanismos de crecimiento, tanto del lado de la oferta como de la demanda, tendrían que ser superados por infraestructuras de suministro, las cuales, por un lado, tendrían que ser de capital menos intensivo, menos especializadas y espacialmente confinadas (mayor subsistencia), y por otro lado, más suficientes. Desde este punto de vista, pueden ser derivados cinco pasos transformativos.

  • Desde el punto de vista de un individuo que es sobrecargado por la multiplicidad de opciones disponibles, la reducción no se equipara con la perdida, sino con una exención del tiempo excedente de demanda. La suficiencia comprende la identificación y el desecho de aquellas cargas que utilizan tiempo, dinero, espacio y recursos ecológicos, y que sólo permiten obtener un mínimo de utilidad para el individuo. La suficiencia, por tanto, se equipara con la optimización económica (Paech, 2013). Esto resulta simultáneamente en una mayor independencia con respecto al desarrollo de los mercados volátiles y, por lo tanto, ayudan a logran una mayor resiliencia económica.
  • Un reajuste de la interrelación entre auto-suficiencia y suministros de recursos externos generaría una abolición gradual de los sistemas de producción industrial. Existen diferentes niveles de suministro externo entre la pura subsistencia y el consumo de bienes industriales. Por ejemplo, un promedio de 20 horas de trabajo a la semana permitiría la liberación recursos de tiempo que podrían ser dedicados a actividades no-mercantiles, como la elaboración de artesanía, crianza, ayuda vecinal, participación en la comunidad, reparación de bienes e intercambio compartido de productos. En efecto, tres recursos desmercantilizados tomarían el lugar de los recursos materiales usados para una nueva producción: (i) habilidades manuales para la producción propia y extensión de la vida útil de ciertos productos; (ii) tiempo propio que se necesita para lograr (i); y (iii) relaciones sociales con el propósito del uso e intercambio compartido de servicios. Con estos inputs la subsistencia urbana generaría tres categorías de outputs, consistentes en la propia producción, extensión de la vida útil de los productos y la intensificación de sus usos, lo que reduciría la necesidad de la producción industrial y, así, los requisitos de capital. La correspondiente deconstrucción industrial tendría que ser diseñada de tal modo que el tiempo libre sea empleado en los servicios de subsistencia descritos, los que pueden absorber una caída en la producción.
  • Economía Regional. Entre los dos extremos – i.e. subsistencia local y división global del trabajo – las economías regionales pueden ser desarrolladas como otra alternativa complementaria al sistema de suministros externos. Monedas complementarias podrían estabilizar las economías regionales y comprometer demanda para la región.
  • Juegos materiales de suma cero en tanto modo de producción. Después de un desmantelamiento parcial de la industria, los sistemas de producción industrializada restantes tendrían que ser rediseñados de manera que los bienes sólo puedan ser producidos de nuevo en caso de que los viejos productos ya no puedan ser reutilizados. El foco estaría puesto en la preservación, conservación, optimización y extensión de las vidas útiles de los productos, y en la intensificación de los beneficios. Mediante el seguimiento de estrategias de renovación que tengan su foco en la reconstrucción, los bienes existentes obtendrían beneficios adicionales por medio de su ajuste a las necesidades funcionales y estéticas de las personas para mantenernos utilizables el tiempo que sea necesario. Del mismo modo, los mercados para los bienes usados, procesados y reacondicionados añadirían a la reducción de la nueva producción, en efecto, si el tiempo de vida útil promedio y la intensidad de uso de algunos bienes podría ser duplicada a través de la combinación de diseños de largo uso junto con subsistencia urbana y servicios corporativos suplementarios, los outputs serían reducidos a la mitad sin tener que disminuir la disponibilidad de las posibilidades de consumo.
  • Innovación institucional. Las reformas a la tierra y a los mercados monetarios y financieros podrían mitigar la compulsión al crecimiento ínsita en el sistema. Las divisas regionales podrían ser combinadas con protecciones a la circulación que lleven las tasas de interés cerca al cero. Las actuales y confusas estructuras de subsidio que ejercen los gobiernos podrían ser revisadas con el objetivo de reducir los daños ecológicos y la deuda pública.

No podemos dejar de lado, por cierto, otras fuerzas impulsoras como son los procesos sociales, los cuales ayudan a crear plataformas para probar formas de vida resilientes. Ciertos modelos resultantes pueden ser usados como orientación para otros miembros de la comunidad. Por lo tanto, una economía social y ecológicamente sustentable debe estar completamente librada de cualquier tipo de dependencia del crecimiento y de cualquier tipo de presiones subsecuentes que apuntes a esa dirección, incluyendo las modernas economías de mercado orientadas a la innovación, los actuales sistemas monetarios y generadores de interés, las expectativas de alta ganancia, los suministros de recursos externos basados en un modelo de división global del trabajo y, por cierto, la cultura que alienta a perseguir incuestionablemente la auto-realización de carácter material.

  1. Observaciones finales

 

¿Podría una vida ser lo suficientemente gratificante bajo las condiciones de una economía del post-creciemiento, sin carga de exceso, consistente en un tiempo de trabajo remunerado de 20 horas, complementada, a su vez, por una gran cantidad de prácticas de subsistencia?

  • Aliviar la carga de la mayor cantidad posible de suministros provenientes de terceras partes, nos libra del temor de un futuro cada vez más inseguro. Necesitar poco y poder proveernos de las máximas formas posibles a través de nosotros mismos – o junto con otros – es una verdadera expresión de fortaleza y soberanía económica.
  • La sobreestimación casi abrumadora a la que estamos expuestos desde todos los canales de comunicación podría facilitarse en un mundo más simple y fácil de manejar. Esto permite un disfrute concentrado en lugar de una pálida superficialidad.
  • La subsistencia moderna genera experiencias de éxito, especialmente a través de la auto-producción, por medio de la reparación de objetos o la puesta en desarrollo de obras de arte. Los resultados completos del trabajo, que pueden ser tangiblemente perceptibles como tales, son positivamente diferentes de la transitoriedad del desempeño abstracto dentro de una esfera que se aferra a la división del trabajo.
  • Comprar menos, y en su lugar promover la organización junto a los otros miembros de la comunidad, la intercambiabilidad, tanto en uso como en la producción, significa reintegrar lo social dentro de la esfera económica. Una coherencia social confiable y estable puede reemplazar a la individualización. Si el trabajo manual simple recupera su estatus, esto abrirá la posibilidad de integrar a aquellos que están excluidos por falta de dinero, educación y habilidades comunicativas. Esto entrega, a su vez, mayor autoestima a aquellos cuyas contribuciones ya no son demandadas en un entorno competitivo especializado.
  • Formas extremas de desbalances sociales son la consecuencia lógica del modelo de suministros por vía de terceras partes. Dado que sólo la actividad monetaria puede ser infinitamente incrementada, las diferencias en el ingreso y en la riqueza pueden crecer de acuerdo a esto. Un alto nivel de riqueza que no se encuentre basado en el dinero, sino en las habilidades creativas de producción de los agentes sociales, nivela las diferencias en los equipamientos materiales. Como sabemos de hace mucho tiempo, la distribución injusta juega en detrimento de todo tipo de felicidad.

 

(traducido especialmente para Revista ROSA, por Cristián Peña).

Niko Paech

Alemán, economista y profesor en la Universidad de Oldenburg.