Tras 20 años de gobierno, el islamista y conservador Recep Erdogan corre serios riesgos de ser derrotado por la oposición en las elecciones de este 15 de mayo, y de perder el control del Congreso ante 3 listas opositoras -1 de centro derecha y 2 de izquierda-. Al respecto, compartimos un análisis de Cansu Oba, del Comité Central del Partido Comunista de Turquía de este proceso, que puede dar cierre a dos décadas en que Erdogan ha impulsado el extremismo islámico, apoyado a grupos yihadistas en Siria y reprimido brutalmente a la izquierda y al movimiento kurdo.
por Cansu Oba
Traducción de Felipe Ramírez
Imagen / Partido Comunista de Turquía. Gentileza del autor.
Nos acercamos a estas elecciones en un momento en el que los balances políticos y sociales son muy frágiles. El terremoto del 6 de febrero ha tenido un gran impacto, y sus efectos en el largo plazo aún no se pueden determinar. Es posible decir que este evento, que afectó aproximadamente a 15 millones de personas en 10 ciudades del país, afectó además profundamente a muchos más a través de relaciones familiares y de amistad, o de la migración doméstica, sus consecuencias económicas y el daño causado al patrimonio cultural e histórico común.
Para entender mejor la extensión de esta fragilidad, presentamos un pequeño análisis de la situación política actual.
Alianzas similares
El 14 de mayo se van a realizar dos elecciones simultáneas en Turquía: parlamentaria y presidencial. La primera será la con más partidos participantes en los últimos años, sin embargo, estamos en un proceso en el que las voces en la política dominante se están volviendo cada vez más monolíticas.
El principal tema que separa al partido gobernante de la oposición es si se apoya o no a Erdogan. En ese sentido, la elección presidencial refuerza esta situación ya que se realiza entre candidatos independientes, no entre partidos, y aunque hay cuatro candidatos, se asume que la elección es entre Erdogan y su opositor más fuerte, Kılıçdaroğlu.
En las elecciones parlamentarias la “Alianza Nacional” encabezada por el CHP (kemalista y socialdemócrata, N. del T.) incluye a la oposición dominante para enfrentarse a la “Alianza Popular” encabezada por el AKP (islamista, N. del T.). El pegamento básico del primer pacto es el eslogan de que “Erdogan debe irse”, y un abstracto discurso sobre la democracia. No tienen un fuerte programa conjunto sobre los principales desafíos del país como el desempleo, la pobreza, las privatizaciones, Siria, la Unión Europea, la OTAN o el tema kurdo. Estos problemas no son discutidos. Sin embargo, para la extensión en que son debatidos, las similitudes entre la oposición y el AKP emergen más que las diferencias.
Respecto a la OTAN, se unen. También sobre las privatizaciones. Tienen las mismas fuerzas del capital detrás de ellos, y a medida que las elecciones se acercan vemos que mientras la distancia del AKP con Estados Unidos disminuye, mientras que la oposición, que sigue una firme línea con la OTAN, comienza a cuestionar a Rusia. Se unen como verdaderos candidatos de la clase dominante, teniendo en cuenta los equilibrios dentro del imperialismo.
Respecto a la política exterior, a pesar de que la oposición ocasionalmente expresa el principio de no interferencia en los asuntos internos de otros países, no tienen tampoco un programa claro al respecto. En caso de un giro en el poder que tenga el beneplácito del imperialismo y la clase capitalista, las políticas del nuevo gobierno hacia la región, especialmente sobre Siria, la OTAN y la dirección del imperialismo determinarán el nuevo apetito inversor de Turquía.
Los socialistas y el debate sobre el límite mínimo electoral
En Turquía, el límite electoral mínimo para entrar al Congreso es del 7%. Este umbral, heredado del Golpe de Estado militar de 1980, busca prevenir que representantes de la Clase Obrera entren al Parlamento. Además, de acuerdo a la ley de alianzas, si el total de los votos de los partidos de una alianza supera el 7%, entonces todos los partidos que la integran habrán pasado el umbral.
En las últimas semanas la “Alianza del Trabajo y la Libertad”, encabezada por el “Partido Democrático de los Pueblos” (HDP), ha visto sus debates dominados por la negociación entre partidos y la aritmética parlamentaria. Algunos políticos del HDP incluso han comenzado a afirmar públicamente que el voto a partidos que no logren superar el umbral electoral serán desperdiciados, de forma similar a lo que plantean los partidos dominantes. Hay un debate entre todos los partidos socialistas sobre si deben unirse a una alianza para superar este límite, poniendo a un lado sus principios, pero lo que necesita la clase trabajadora es que los socialistas y comunistas se mantengan firmes en sus posiciones.
En el reciente voto parlamentario sobre la incorporación de Finlandia en la OTAN, los diputados del HDP y del “Partido de los Trabajadores”, que pertenecen a esta alianza y están en el Congreso, se ausentaron durante la votación, por lo que comparten la vergüenza de que no hubiera un solo voto contra el ensanchamiento de la OTAN. Esto plantea la duda sobre si votar por estos partidos, que no pueden realmente oponerse a la OTAN, no será un desperdicio.
Aunque hay partidos revolucionarios que forman parte de esa alianza, su retórica se limita a un discurso populista de izquierda centrado en la necesidad de terminar con el gobierno de un solo hombre, y construir una democracia. Además, el hecho de que el movimiento kurdo no tenga una posición de principio contra el imperialismo, el capitalismo y el campo reaccionario es un importante factor al definir los límites de esa alianza.
En contraste, la “Colaboración de Fuerzas Socialistas”, que incluye al TKP, incluye a tres partidos con la elegibilidad para participar en las elecciones y superar el umbral del 5%, y se ha levantado alrededor de los principios del anti-imperialismo, el secularismo y la propiedad pública -contraria a las privatizaciones-, participando con su propio nombre, candidato y emblemas en las elecciones.
La economía de mercado está siendo cuestionada como nunca antes
Con el terremoto quedó claro que, en un sistema sin una economía planificada y encabezada por el Estado, al igual que sin la presencia del secularismo, el Estado no puede ni siquiera proteger la vida de sus ciudadanos. Esto ha creado la imagen de un país con cero coordinación y capacidades de organización, incapaz de llegar a las zonas destruidas por días o de coordinar y manejar el personal y maquinaria necesaria.
Los datos disponibles indican que grupos sociales que tradicionalmente votan por partidos de derecha e incluso algunos cuadros dentro del aparato del Estado han comenzado a cuestionar esta situación. Una de las razones de ello es la imagen rápida, organizada y trabajadora que ha desplegado el TKP en la zona el terremoto, que ha levantado el interés y la confianza entre el público y los trabajadores estatales en la región. Por lo tanto, creemos que los prejuicios contra la nacionalización y el anti-comunismo han sido aplastados por los escombros con la demanda de nacionalización tras el terremoto.
Esta incapacidad de gobernar y mantener el país lo hace más vulnerable y susceptible a intervenciones extranjeras. Sin embargo, ni el gobierno ni la oposición tienen un programa para evitar que el país se vea amenazado por esta situación y lograr que sea sostenible otra vez. A medida que la elección se aproxima, continúa el acercamiento con EE.UU. y la OTAN gana terreno. Ante estas contradicciones de los poderes dominantes, el Partido Comunista de Turquía se destaca como el único representante de una línea política que pretende instaurar un país igualitario, independiente y próspero.
“Erdogan debe irse”
Por primera vez, la salida de Erdogan de la presidencia debido a una derrota electoral se ha transformado en un escenario realista. Sabemos que las preferencias de la clase capitalista y los centros imperialistas tienen una influencia decisiva en los resultados electorales de Turquía, pero no existe un consenso sobre qué es lo que desean. La falta de coherencia interna y la imagen fragmentada de la oposición en los asuntos mencionados puede que planteen riesgos para la estabilidad de Turquía de acuerdo con las necesidades del capital y los monopolios internacionales, especialmente tras el terremoto. Lo que desean es la restauración de la línea del AKP de manera tal que no ponga en riesgo la continuidad del sistema, con o sin el AKP en el poder.
Sin embargo, si Erdogan pierde las elecciones, el verdadero dueño de ese éxito será la resistencia anti-AKP en la sociedad. La razón por la que este partido no se ha establecido completamente en la sociedad tras todos estos años es precisamente debido a esta resistencia.
Actualmente la prioridad de un segmento significativo de la sociedad turca es que Erdogan salga del poder. El TPK, como un partido que ha combatido al gobierno del AKP desde el comienzo, comparte este justo sentimiento. La sociedad ha necesitado esperanza y moral para poder hacer más contra la oscuridad del AKP durante estos años. La derrota de Erdogan es una necesidad para que la sociedad crea en su poder para efectuar cambios, renovar su conexión con el país y tener esperanza para el futuro.
Más aún, hay muchos votantes determinados a apoyar al candidato más fuerte ante Erdogan y no están dispuestos a discutir otros temas antes de lograr ese objetivo. La derrota de Erdogan es necesaria para que el pueblo vea que la alternativa dentro del actual sistema y que lo reemplazará, no puede resolver los problemas del país. La presencia de Erdogan se interpone entre el pueblo y su país.
Un voto para que Erdogan se vaya, un voto para el TKP
El Partido Comunista se preguntó ¿qué opción abre la vía para la energía revolucionaria de la sociedad ante la elección presidencial del 14 de mayo? Con las razones entregadas más arriba, el TKP decidió llamar a votar por Kılıçdaroğlu, el candidato más fuerte contra Erdogan, mientras continúa advirtiendo al pueblo contra las falsas soluciones al interior del sistema.
El TKP está participando en las elecciones parlamentarias con 600 candidatos provenientes de la clase trabajadora.
Los principios y valores humanos fueron los más afectados por la destrucción creada por el gobierno del AKP en los últimos 20 años. Por lo tanto, el TKP ha fundado su manifiesto electoral sobre un sistema de valores: decimos que la explotación del pueblo es la mayor inmoralidad y declaramos que estableceremos un país construido sobre valores como la igualdad, la honestidad, el trabajo duro y la conciencia al derrocar este sistema corrupto.
El terremoto nos recordó cuán importante son estos valores, y el Partido Comunista demostró con su trabajo tras el desastre que los votos entregados a estos valores no serán desperdiciados.
Más allá de los resultados de esta elección, Turquía enfrentará más crisis, no estabilidad, desde el 15 de mayo. Es muy importante que la clase trabajadora entre a este proceso organizada y fuerte. Un Partido Comunista que aumente su votación y sea capaz de reflejar sus posiciones en algunas localidades tras los resultados garantizará la esperanza y las luchas de la clase trabajadora. El TKP ve un triunfo en las elecciones generales como la antesala de nuevos ejemplos municipales comunistas en las próximas elecciones locales.
Nos estamos organizando en todo el país y abriendo docenas de nuevos centros barriales para esta elección. Cada barrio en el que el TKP entra cambia, se vuelve más hermoso y el sentido de solidaridad crece. Tenemos un eslogan muy popular: “El TPK llega, todo cambia”. Decimos que voten por el Partido Comunista para que ese eslogan pueda ser una realidad en más lugares, y la opción de la clase trabajadora se fortalezca contra el sistema de los grandes “holdings”, los monopolios internacionales, y las organizaciones religiosas.