Comprender los años de lucha contra la dictadura y los años previos al plebiscito de 1988 como momentos que interpelaron de manera importante al MIR, generando cierto desorden en las filas miristas, resulta ser un elemento necesario y pertinente en virtud de aproximarse a establecer un entendimiento critico de una de las expresiones políticas más características de la izquierda en la segunda mitad del siglo XX chileno. Lo anterior también puede permitir avanzar en la comprensión de los alcances que tuvieron los últimos años de la dictadura militar en las organizaciones opositoras al régimen, las cuales no pueden comprenderse como un bloque homogéneo, por más que compartieran un elemento programático fundamental como lo era la lucha por poner término al régimen dictatorial.
por Nicolás Campos Rojas
Imagen / MIR, 1984. Fotografía de Paulo Slachevsky.
Establecer una lectura respecto al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) durante la segunda mitad de los años 80 se vuelve relevante, en la medida que las tensiones que se vivieron al interior de la organización durante aquellos años permiten visualizar la manera en la que el MIR interpretó la última etapa de la dictadura, y con ello, la posibilidad manifiesta de terminar con el régimen a partir de un plebiscito nacional. Junto con ello, aproximarse a las discusiones y principales disputas del MIR durante esa época permite conocer el estado en el que la izquierda revolucionaria enfrentó los años que sucedieron a la dictadura, y en efecto, reflexionar sobre las ideas en torno a las que ciertos sectores actuales de la izquierda se asentaron.
Es difícil pensar en el MIR de la segunda mitad de los años 80 como un bloque monolítico. Es que, en definitiva, el partido durante estos años se vio cruzado por una serie de discusiones que lo caracterizarían de ahí en adelante, y que, en definitiva, tuvieron mucho que decir para el desenlace de la organización. En la segunda mitad de los ochenta se configuró un escenario en el que se tensionaron dos corrientes del mirismo lideradas por dos militantes, Andrés Pascal Allende y Nelson Gutiérrez. Las características que tomó esta confrontación a la interna del MIR fueron variando sus características, donde en momentos se mostró de manera solapada, mientras que en otros se desarrolló de manera más abierta y vehemente[1].
Las principales diferencias entre cada una de las tendencias al interior del MIR giraban en torno al seguir (o no) apostando por la vía armada como método para terminar con la dictadura junto con la caracterización del plebiscito. La importancia radical de dicha discusión interna se sitúa principalmente en que para la segunda mitad de los años ochenta, los métodos históricos por los cuales había apostado el MIR desde su fundación estaban siendo puestos en cuestión a la interna e incluso siendo revisados por militantes miristas.
El grupo liderado por Pascal Allende consideraba que las formas a partir de las cuales se le debía poner fin a la dictadura debían vehiculizarse a partir de la vía armada. A propósito de esto indicará que el MIR utilizará “…todas las formas de lucha, desde la movilización reivindicativa hasta la acción guerrillera…”[2]. En ese mismo sentido, se dirá que “…el camino para materializar las aspiraciones del pueblo es el alzamiento popular armado…”[3].
A partir de estas resoluciones, la corriente “histórica” liderada por Pascal Allende, rechazaría la posibilidad de participar en el plebiscito, en la medida que estos consideraban que “…dejarse llevar por la millonaria campaña de la dictadura de Pinochet para inscribirse o por la engañosa convocatoria de sectores de la oposición, es avalar la institucionalidad que el régimen está imponiendo a la fuerza a los chilenos para dar fachada legal a un fraude electoral…”[4]. Los rechazos a la institucionalidad serán un elemento común para la corriente histórica del MIR, llegando a hacer un llamado a levantar un movimiento de rechazo a la institucionalidad en enero de 1988[5].
A diferencia de este grupo, el sector liderado por Nelson Gutiérrez apostaría por un trabajo de masas que, estuviese organizado con el objetivo de intervenir en las condiciones en las que se da la lucha política en el país. Consideraba de esta manera, que las formas militaristas con las que se pretendía intervenir “…más que buscar y crear condiciones de ingobernabilidad del régimen pinochetista, está alimentando las condiciones contrarias: […] contribuyendo a prolongar el carácter interburgués de la lucha de clases”[6].
Por esto, Gutiérrez y el sector “político” apostaban abiertamente por la inscripción en el plebiscito ya que consideraban que lo relevante era pensar en las condiciones a partir de las cuales este se iba a realizar. De esta manera, Gutiérrez pensaba que la participación de las masas en el plebiscito posibilitaría la ruptura del aislamiento al cual habían sido llevadas las masas durante la dictadura militar y este hecho “…visibilizaría el rearme político y moral de los sectores populares y posibilitaría a su vez la recuperación de territorios que histórica y tradicionalmente transitan los sectores populares en los procesos electorales”[7].
Tales análisis y posiciones serán duramente rechazados por la corriente “histórica” del MIR. Los cuales aseguraban que el grupo liderado por Gutiérrez “…formula planteamientos estratégicos, tácticos acordes con su visión marcada por el derrotismo”[8].
Pese a los cuestionamientos de la dirección del MIR, Gutiérrez insistirá en su punto de participación en el plebiscito de 1988. De hecho, en ese mismo año sostendrá que el argumento sobre el cual giraba la dirección del MIR –representada en Pascal, en conjunto con otras organizaciones de izquierda– de creer que el plebiscito era un escenario totalmente controlado por Pinochet no era correcto. Caer en eso, según su visión, era “sobrevaluar la capacidad del enemigo y no captar el potencial movilizador que tienden a desatar los procesos político-electorales o plebiscitarios”[9]. Por lo que lo relevante de la situación plebiscitaria era que abría la oportunidad para que las masas se apropiaran políticamente del proceso y que, a partir de ello, pasaran a ser sobre determinantes en la lucha política de clases[10].
Así, Gutiérrez caracterizaría a las tesis militaristas como políticas diseñadas “…para otros tipos de procesos políticos, para situaciones que no estaban presentes en el desarrollo de la lucha de clases”[11]. En 1987, las diferencias entre ambos sectores en torno al análisis del momento y respecto a la caracterización y alcances del plebiscito ya eran evidentes.
Ahora bien, junto con el la corriente “histórica” liderada por Pascal y la política o “renovada” de Gutiérrez, en 1988 ya existía una tercera estructura comandada por Hernán Aguiló al interior del mirismo. Esta también apelará por el desarrollo de la vía armada para poder lograr la derrota de la dictadura, así como también se mostrarán críticos ante las tesis sostenidas por la izquierda que apostaría por la participación del plebiscito.
La “Comisión Militar” dirá que: “[l]as derrotas y fracasos en la lucha antidictatorial han ahondado las debilidades del movimiento popular y han provocado una crisis ideológica y política que cruza a todos sus partidos, sin excepción. Varios de ellos han perdido toda confianza en el poder y fuerza que el pueblo puede desarrollar. Escudados en un supuesto ‘realismo político’ que encubre el oportunismo y el ilusionismo político, han entrado de lleno al juego del régimen dictatorial y su Constitución contrainsurgente”[12]. La Comisión Militar de Aguiló acusará que ese debilitamiento ideológico del cual sería presa cierta parte de la izquierda sería la razón que los haría desconocer que “…la lucha armada no solo es legítima para combatir la tiranía, sino la única vía para alcanzar la auténtica democracia”[13].
Siguiendo con esa línea, en julio de 1988 la Comisión Militar del MIR realizó la fase plenaria de su Primer Congreso Nacional, en el marco del IV Congreso del MIR, donde se resolvió una nueva estrategia, cuyo eje principal corresponde al desarrollo del poder armado y militar del pueblo, donde el objetivo político militar será el de crear “…un nuevo instrumento partidario capaz de llevar adelante la tarea central e inaplazable de HACER POLÍTICA CON LAS ARMAS, que permitirá acumular fuerza democrática propia de poder y crear las condiciones para la lucha guerrillera”[14]. Conviene destacar que dicha tesis se resuelve después de que en el mismo comunicado se deje de manifiesto que la estrategia de acumulación de fuerzas que se aplicó desde hace dieciocho años, cuyo centro era la articulación de la lucha social, política y militar, se encuentra derrotada por el accionar de la dictadura, generando “…sucesivas derrotas táctico-estrategicas […] y ha impedido que nuestro pueblo desarrolle su propio poder armado y militar…”[15].
Según la Comisión Militar, el problema que involucraría a la estrategia del MIR durante la resistencia a la dictadura recaería en la unilateralidad de la estrategia de articulación social, política y militar, así como también en la aplicación de estas, en la medida que existieron errores de “…mecanicismo, gradualismo, falta de direccionalidad estratégica y coyunturalismo. También, en diversos grados y momentos, han existido desviaciones ultraizquierdistas y el determinismo político y orgánico, ya que el Partido ha caído en una estrategia de acumulación de fuerzas determinada por los factores políticos coyunturales (que son condicionantes, pero no determinantes) y no por las fuerzas dinamizantes o retardatarias de la contradicción principal (las fuerzas reales de los revolucionarios y las fuerzas de la contrainsurgencia)”[16].
De esta manera, las problemáticas y la crisis que hicieron fracasar, en palabras de la propia comisión, la estrategia del MIR no sería consecuencia de la decisión de apostar por la vía armada, sino que respondería más bien a otro tipo de factores. En efecto, lo relevante del comunicado radica en el hecho de que, el balance crítico que se realizó de los años anteriores no produjo una reevaluación de la vía armada en tanto método, sino que, todo lo contrario, sirvió para generar un mayor convencimiento a la interna de que la vía armada era la única manera de terminar con la dictadura. Lo anterior se ve motivado, además, por el convencimiento de que existiría un potencial revolucionario en las masas y de que el “…descontento social se va a profundizar después de la farsa del plebiscito, gane el SI o gane el NO…”[17].
Así, es que a partir de lo sostenido en el balance y en la síntesis realizada por la Comisión Militar, se puede identificar el rechazo a participar del plebiscito, por un lado, y un importante voluntarismo por el otro. Esto último, siendo una clara reminiscencia de los fundamentos teóricos propio de los cubanos respecto al problema de la revolución[18].
En lo que se refiere al voluntarismo, este queda de manifiesto principalmente en las consideraciones que hace el MIR al momento de que comprende, como principales responsables del estado de las cosas a “…la izquierda y los revolucionarios, que no han sabido conducir y canalizar la rebeldía incesante de los trabajadores y el pueblo, para que esta se transforme en fuerza capaz de enfrentar exitosamente la estrategia de dominación de las FF.AA. y los grupos económicos”[19]. En este mismo sentido, para julio de 1988, en una entrevista publicada en su periódico, “el dirigente máximo de la Comisión Militar del MIR” dirá que el principal problema no radica en las condiciones objetivas, las cuales se encuentran ya dadas, sino que, parafraseando a Fidel, el problema radicaría en “…las condiciones revolucionarias, es decir las que debe ir generando la vanguardia armada…”[20]. De esta manera, el problema de luchar y de terminar con la dictadura caía en la vanguardia revolucionaria incapaz de generar las condiciones revolucionarias para el accionar militar de las masas. Así, es que, en virtud de este esquema de pensamiento, y con el objetivo de revertir la situación, la línea de masas que sostendrá el grupo liderado por Aguiló será la de “…[l]igarse a las grandes masas y canalizar parte de la rebeldía y el descontento social y transformarlo en poder armado y militar…”. Por ende, para la Comisión Militar, el principal problema que se visualizaba en la coyuntura y en el periodo era el de resolver las contradicciones militares que estancaban al pueblo en su accionar.
En paralelo, Nelson Gutiérrez será bastante crítico con las posiciones militaristas. Para Gutiérrez, los diagnósticos a los que recurría la izquierda, que posicionaban unas supuestas condiciones insurreccionales del pueblo, se encontraban equivocados. La imprecisión recaía en que no comprendían “…las condiciones sociales, políticas y morales en que estaba realmente la gran mayoría del pueblo y especialmente los sectores populares, los más pobres de la ciudad y el campo”[21].
A partir de dicha lectura, Gutiérrez consideraba que el pueblo chileno se encontraba aislado políticamente, por lo que se hacía necesario avanzar en el resquebrajamiento de dicha situación. Esta premisa, resulta clave para comprender la relación que establece Nelson Gutiérrez con la coyuntura plebiscitaria. Es que, en efecto, para el dirigente del MIR-político ya no bastaba con la consecuencia y el sacrificio expresado durante todos los años de dictadura; ahora se hacía necesario crear alternativas políticas que se comprometieran “…con determinadas confrontaciones políticas que les permitan romper su aislamiento”[22]. Así, el plebiscito aparece para Gutiérrez como la confrontación que entrega la coyuntura para avanzar en el quiebre de dicha situación de marginación social y política. Para Gutiérrez, la incorporación de sectores no burgueses, como fuerza política autónoma en el plebiscito, podría comenzar a determinar y resolver dicho conflicto en favor de las masas[23].
Sin embargo, si así como para la burguesía el plebiscito tenía un “talón de Aquiles”, en la medida que su estrategia podría ser obstaculizada, detenida, revertida e incluso derrotada por la incorporación de sectores no burgueses a la disputa, para Gutiérrez las masas también presentaban un punto débil en lo que se refiere a la coyuntura plebiscitaria, el cual se iba haciendo cada más presente a medida que pasaban los meses y el plebiscito se aproximaba. Es que, dadas las consecuencias de años de dictadura y de la ausencia de la izquierda revolucionaria en la confrontación, existía la posibilidad de que las masas acudieran al plebiscito de forma social, más no política. El hecho de que las masas se presentaran a la disputa sin una dirección, estrategia y representación política propia, generaría, para Gutiérrez, un escenario en el que quien capitalizaría y entregaría la dirección del proceso sería la burguesía y no los sectores pertenecientes a las masas[24].
Naturalmente, lo que le interesaba al entonces dirigente del MIR-político era precisamente que esta situación no sucediera, por lo que esperaba disputar la dirección y con ello, el carácter de clase del campo del NO. En agosto de 1988 escribiría al respecto: “La composición social del NO y el carácter social del padrón electoral son favorables a pesar de que ya se inició, la cuenta regresiva, para la construcción de una política propia, para el establecimiento de una política autónoma proletaria en el seno de las fuerzas del NO”[25]. Así, uno de los principales objetivos que tenía Gutiérrez para la coyuntura plebiscitaria era que las y los trabajadores pudiesen no solo inscribirse y votar por la opción NO, sino que pudiesen también imprimir un carácter de clase definido al campo del NO, para disputarle así la hegemonía e iniciativa de la fuerza social a la burguesía representada en la socialdemocracia cristiana y socialista[26].
Cabe destacar, que la participación en el plebiscito para Nelson Gutiérrez no era una decisión de carácter estratégica. De hecho, este asumió que se trataba de una discusión táctica de orden práctico para el conjunto de las masas y de la sociedad chilena, cuyo éxito o fracaso tendría consecuencias en el desarrollo de la estrategia del campo popular[27]. Es que, en definitiva, Gutiérrez consideraba que el movimiento estratégico se encontraba subordinado a los éxitos tácticos, donde la inscripción y la lucha en el plebiscito correspondía a una batalla de gran envergadura, en la medida que involucraba a grandes masas de la historia de Chile, pudiendo resultar ser una batalla decisiva para el desarrollo político chileno. El plebiscito, para Nelson Gutiérrez, aparecía en el contexto político chileno como una “oportunidad revolucionaria” que permitiría avanzar más rápido en la resolución de las tareas políticas y militares del periodo[28].
Así, el MIR estuvo cruzado principalmente por dos tácticas respecto al cómo enfrentar el plebiscito y, en definitiva, respecto al cómo enfrentar durante la segunda mitad de los años ochenta a la dictadura militar.
La primera, se entendía a partir de una tesis centrada en el rechazo a la posibilidad institucional que se abría con la apertura de los registros electorales, expresando con eso la negativa a participar en el plebiscito, posicionando a la vía militar insurreccional como método principal. Mientras que la segunda, representada en el MIR-político o “renovado”, buscaba superar las tácticas militares insurreccionales para apostar por un trabajo de masas que permitiera el aglutinamiento y la participación de estas en los procesos reales que ocurrían en el país, entendiendo al plebiscito como una confrontación clave frente a la cual se debía participar de manera política[29].
En este sentido, podría parecer evidente expresar que las diferencias entre una y otra tesis recaían en los métodos que existían para enfrentar a la dictadura y la coyuntura plebiscitaria, donde si bien esta distancia es evidente, la última diferencia entre las tácticas expuestas se encuentra más bien con la naturaleza del problema prioritario a resolver en dicho periodo. Es que, mientras el sector de Gutiérrez sobreponía, a partir de la necesidad del periodo, la resolución de los problemas políticos que no se habían podido resolver en los años de resistencia de la dictadura –como el aislamiento y marginación del pueblo en la lucha política– por sobre los problemas militares[30], los sectores que adscribían a la tesis insurreccional militarista consideraban que el problema que enfrentaba la izquierda y el pueblo eran, por sobre todo, de naturaleza militar.
Conviene destacar en esa línea que en cuanto a las diferencias que presentan ambas tácticas, la posición de Nelson Gutiérrez y el MIR-político no apuesta por establecer un negacionismo del problema militar que implica la lucha política y la revolución. En este sentido, Gutiérrez hace énfasis en que su apuesta táctica no supone “…la alteración de la concepción revolucionaria de la política”[31].
Lo relevante de las discusiones y diferencias existentes en el MIR durante la segunda mitad de los años ochenta, radica en el hecho de que estas generaron una de las tensiones internas más grandes e importantes que se vivieron al interior del mirismo durante los años de resistencia a la dictadura, siendo un factor clave para comprender la crisis de la organización y el quiebre de la misma. En ese sentido, la posibilidad de la apertura institucional que se planteaban y las formas que se abrían para ponerle fin a la dictadura, interpelaron con fuerza al MIR.
Es que, en efecto, la coyuntura plebiscitaria interpeló a cierta identidad y tesis fundacionales del MIR. La organización se había fundado en torno al rechazo y el desligue con respecto a los partidos políticos tradicionales, condenando y rechazando, a su vez, las elecciones. Estos elementos eran una de las claves y novedades con las que el MIR se posicionó en la escena política del país. La condena a las elecciones aparece así como la forma más clara a partir de la cual se manifestó el antipartidismo del MIR, convirtiéndose “…en la seña de identidad del nuevo movimiento…”[32]. En línea con la condena a las elecciones, la vía armada se levantó como otro elemento característico del MIR, el que se encuentra, al igual que el rechazo a las elecciones, en su Declaración de Principios de 1965. Si bien la apuesta por la vía armada no puede ser entendida como una tesis nueva ni exclusiva del MIR, considerando que existían sectores radicales del PS y de partidos trotskistas que ya la habían defendido en el país, el MIR se esforzó en hacer de la vía armada la línea demarcatoria para con el resto de los partidos[33]. En este sentido, si el rechazo a las elecciones fue un elemento clave de la identidad del movimiento, la vía armada sería también una distinción relevante, estableciéndose como aquello que les permitió garantizar una presencia constante en el espectro político[34].
A partir de lo anterior, es que las discusiones y tensiones que se vivieron desde la segunda mitad de los años ochenta al interior del MIR toman la relevancia y la perspectiva que merecen. Es que con la aparición de las tesis “políticas” o “renovadas” de Gutiérrez, se cuestionaron por primera vez elementos claves e identitarios del movimiento. Cuando Gutiérrez plantea sus tesis tomando distancia de las tesis militaristas con el objetivo de desarrollar un trabajo de masas a favor de la inscripción y lograr incidir así en el término de la dictadura, el MIR vio cuestionados elementos fundantes y sobre los cuales se había podido desmarcar históricamente del resto de la izquierda. Era, en definitiva, la identidad mirista la que se había puesto en juego con la discusión respecto a la táctica a apostar para dar término a la dictadura. Serían esos elementos centrales y articuladores del MIR como movimiento y como partido, los que se vieron cuestionados y frente a los cuales, el grupo de la dirección “histórica” del MIR no quiso desprenderse en ese momento histórico en particular.
Por último, cabe destacar que el plebiscito rememoró viejos fenómenos que no se habían visto durante los años de la dictadura, los cuales se relacionan con la capacidad de interpelar que tienen los procesos eleccionarios a las organizaciones políticas del país y que para el MIR resultan ser fundamentales. El rechazo y la condena que el MIR haría de la participación electoral no significa que estos procesos no los interpelen, siendo de hecho, la elección de 1964 un acontecimiento importante para comprender la conformación del MIR[35]. En esta dirección, dadas las condiciones antidemocráticas y de exclusión de participación ciudadana que caracterizaron a la dictadura chilena, el plebiscito funcionó como un acontecimiento que, después de mucho tiempo, interpeló al MIR respecto a la participación electoral y generó, como es característico de estos momentos, importantes debates al interior del partido que pusieron en entredicho las históricas tesis del mismo.
Comprender los años de lucha contra la dictadura y los años previos al plebiscito de 1988 como momentos que interpelaron de manera importante al MIR, generando cierto desorden en las filas miristas, resulta ser un elemento necesario y pertinente en virtud de aproximarse a establecer un entendimiento critico de una de las expresiones políticas más características de la izquierda en la segunda mitad del siglo XX chileno. Lo anterior también puede permitir avanzar en la comprensión de los alcances que tuvieron los últimos años de la dictadura militar en las organizaciones opositoras al régimen, las cuales no pueden comprenderse como un bloque homogéneo, por más que compartieran un elemento programático fundamental como lo era la lucha por poner término al régimen dictatorial. Asimismo, tales tensiones que vivió el MIR durante aquellos años y que tendrán bastante que decir en el quiebre definitivo de la organización, aparecen como importantes nichos teóricos y políticos desde los cuales ciertos grupos de izquierda conformados durante la transición se asentaron. Volver a revisar los debates que marcaron y definieron al mirismo, en particular durante los años de la dictadura, puede ser también una forma de observar los marcos a partir de la cual las organizaciones depositarias de la tradición mirista observan las confrontaciones y las coyunturas políticas actualmente.
Referencias:
a) Libros
Gutiérrez, Nelson. El MIR vive en el corazón del pueblo. La lucha contra la dictadura de la burguesía y su prolongación democrática, Concepción, Ediciones Escaparate, 2018.
Palieraki, Eugenia, ¡La revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta, Santiago de Chile, LOM, 2014.
Sandoval, Carlos, Movimiento de Izquierda Revolucionaria 1980-1986 Coyunturas, documentos y vivencias Tomo IV, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 2014.
b) Publicaciones periódicas:
El Rebelde en la clandestinidad (1974-1988)
El Combatiente, Periódico Oficial de la Comisión Militar (1988)
c) Documentos y otros:
Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia. Capítulo II: 1. Modelo Estratégico. 2. Importancia del conocimiento del enemigo, 1987.
Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia, Capítulo IV. 1. La formulación de una estrategia de luchas por el poder, en el periodo y la coyuntura, 1987.
Notas
[1] Carlos Sandoval Ambiado, Movimiento de Izquierda Revolucionaria 1980-1986. Tomo IV (Santiago de Chile: Editorial Quimantú, 2014) p. 253
[2] El Rebelde en la clandestinidad, no. 235, enero 1987, 2
[3] El Rebelde en la clandestinidad, no. 235, enero 1987, 2
[4] El Rebelde en la clandestinidad, no. 237, marzo 1987, 1
[5] El Rebelde en la clandestinidad, no. 247, enero 1988, 2
[6] Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia, Capítulo IV. 1. La formulación de una estrategia de luchas por el poder, en el periodo y la coyuntura, 1987, 100.
[7] Ibid, 101
[8] El Rebelde en la clandestinidad, no. 237, marzo 1987, 4
[9] Nelson Gutiérrez, El MIR vive en el corazón del pueblo. La lucha contra la dictadura de la burguesía y su prolongación democrática (Concepción: Ediciones Escaparate, 2018), p. 15. Disponible en: https://inedh.cl/2018/11/13/el-mir-vive-en-el-corazon-del-pueblo/ [Fecha de consulta: 12 julio 2021]
[10] Ibidem
[11] Ibidem
[12] El Combatiente, no. 01, marzo de 1988, p. 1
[13] Ibid, p. 2
[14] El Combatiente, no. 03, julio de 1988, p. 4-5
[15] Ibidem
[16] Ibid, p. 4
[17] El Combatiente, no. 03, julio fr 1988, p.5
[18] Eugenia Palieraki, ¡La revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta (Santiago de Chile: LOM, 2014), 117
[19] El Combatiente, no. 02, mayo 1988, p. 1-2
[20] El Combatiente, no 03, julio, 1988, p. 6
[21] Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia, Capítulo IV. 1. La formulación de una estrategia de luchas por el poder, en el periodo y la coyuntura, 1987, p. 107.
[22] Ibid, p. 106
[23] Nelson Gutiérrez, El MIR vive en el corazón del pueblo. La lucha contra la dictadura de la burguesía y su prolongación democrática (Concepción: Ediciones Escaparate, 2018), p. 19. Disponible en: https://inedh.cl/2018/11/13/el-mir-vive-en-el-corazon-del-pueblo/ [Fecha de consulta: 12 julio 2021]
[24] Ibidem
[25] Ibid, p. 21
[26] Ibid, p. 26
[27] Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia. Capítulo II: 1. Modelo Estratégico. 2. Importancia del conocimiento del enemigo, 1987, p. 30.
[28] Nelson Gutiérrez, El MIR vive en el corazón del pueblo. La lucha contra la dictadura de la burguesía y su prolongación democrática (Concepción: Ediciones Escaparate, 2018), p. 14. Disponible en: https://inedh.cl/2018/11/13/el-mir-vive-en-el-corazon-del-pueblo/ [Fecha de consulta: 12 julio 2021]
[29] Nelson Gutiérrez, El MIR vive en el corazón del pueblo. La lucha contra la dictadura de la burguesía y su prolongación democrática (Concepción: Ediciones Escaparate, 2018) p. 15. Disponible en: https://inedh.cl/2018/11/13/el-mir-vive-en-el-corazon-del-pueblo/ [Fecha de consulta: 12 julio 2021]
[30] Ibid, p.69.
[31] Serie: Conversaciones. Discusiones sobre estrategia. Capítulo II: 1. Modelo Estratégico. 2. Importancia del conocimiento del enemigo, 1987, p. 28.
[32] Eugenia Palieraki, op cit, p. 117
[33] Ibid, p. 100
[34] Ibidem
[35] Ibid, pp. 83-84
Nicolás Campos Rojas
Profesor de Historia y Ciencias Sociales, estudiante del Magíster en Historia de Chile Contemporáneo UAH y miembro de Revista Confrontaciones.