El movimiento feminista revitaliza a la revuelta social desde la imaginación, desde la creatividad de unos cuerpos que, pese a continuar meciéndose dentro de su propio eje, pese a continuar inmersos en sus coordenadas levemente móviles, ha logrado un desplazamiento casi imperceptible pero profundamente significativo: ha interpelado la masculinidad y su relación con lo patriarcal. Esos cuerpos nos interpelan por lo que hemos hecho de ellos, por cómo los hemos reducido a dichas coordenadas de lo femenino dispuesto a la mirada masculina.
por Aldo Bombardiere C.
Imagen / “Un violador en tu camino”, Oaxaca, México, 20 noviembre, 2019. Fuente.
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Admiración y respeto. Repetición infatigable y respeto. Eso es lo que genera la masiva performance feminista que LasTesis ha puesto en ejecución como si se tratase de una coreografía que, junto con cumplir una función de denuncia y resistencia, también configurara una posición de lucha, una estrategia. Luego de la arremetida ultrarepresiva del gobierno -bajo auspicio del Senado- consistente en la aprobación de la Ley Antisaqueo y de su impresentable tozudez por mantener intocables los pilares del modelo, la intervención coreográfica de LasTesis -coordinada en diversas ciudades del país y del extranjero- vino a traer aires frescos y revitalizadores a una revuelta social que ya lleva más de dos meses en las calles.
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Coreografía: coro dibujado en movimiento. Los cuerpos femeninos se expresan centrados sobre su propio eje. Manos alzadas con el índice acusador; sentadillas que hablan por los abusos sexuales perpetrados en centros de torturas vestidos de comisarías; enrostramiento a la responsabilidad omnipresente del Estado en sus múltiples versiones, en sus múltiples omisiones, en sus múltiples violaciones; confrontación desigual entre los cuerpos y las armas; ojos vendados ante las cifras inauditas de una política criminal de amedrentamiento masivo, marcada por destruir globos oculares y destinada a tornar invisible la indignación popular; desculpabilización de sí mismas y liberación del género desde el mismo género femenino. Los cuerpos se expresan sin dejarse de centrar en su propio eje, mostrando la belleza de unas piernas descubiertas, tatuadas con consignas ilegibles pero nunca excesivas, sino justas aunque nunca exactas. La coreografía reafirma el género y a las disidencias sexuales. Circunscriben a las disidencias en sus coordenadas y ante el eje que rodea y condiciona sus variables: siempre dispuestas ante la mirada lasciva de un otro, de un macho merecidamente señalado en su brutalidad: el violador eres tú. Somos nosotros; tú y yo, no importa si hombres o pocos hombres, machitos. Autores intelectuales o beneficiarios indirectos de la máquina patriarcal-capitalista, los violadores (no necesariamente sexuales, pero no por ello menos perversos) somos nosotros: soy yo y eres tú.
LasTesis interpelan nuestra masculinidad y la problematizan. Aquello nos conflictúa. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, parecemos decir, retomando la voz de ese cristianismo culposo que hemos promovido, incluso en códigos seculares. Como hombres (aunque no sea el momento y no sepamos a ciencia cierta qué significa ser hombre) cargamos con esas cruces. Cruces que pronto tendremos que incendiar, pidiendo ardiente perdón a esas mujeres que más de alguna vez, y en diversos niveles, hemos violentado y denigrado, tanto en las paredes del hogar como en la mirada sedienta a una minifalda callejera. Perdón y reparación: la construcción de un Chile más digno para todas y todos.
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Nunca lo olvidemos. El patriarcado y el capitalismo son fruto de una misma semilla: la desigualdad, históricamente situada, que busca pasar inadvertida como naturalización de las injusticias. Los modelos de explotación y expoliación del ser humano y de la naturaleza impuestos por el capitalismo también han estado emparentados con la violencia de género desde la distribución sexual del trabajo. Tal fenómeno ha clausurado, desde el mismo comienzo, un horizonte de potencia imaginal para el género femenino, esclavizándolo a los límites de su biología. En ese sentido, hoy el movimiento feminista revitaliza a la revuelta social desde la imaginación, desde la creatividad de unos cuerpos que, pese a continuar meciéndose dentro de su propio eje, pese a continuar inmersos en sus coordenadas levemente móviles, ha logrado un desplazamiento casi imperceptible pero profundamente significativo: ha interpelado la masculinidad y su relación con lo patriarcal. Esos cuerpos nos interpelan por lo que hemos hecho de ellos, por cómo los hemos reducido a dichas coordenadas de lo femenino dispuesto a la mirada masculina.
La interpelación, sin embargo, porta algo de donación. Esa donación es la posibilidad que nos brinda la performance de aquilatar nuestra propia dualidad masculina: victimarios y, al mismo tiempo, víctimas del patriarcado. La coreografía de LasTesis se realiza desde esos ejes: ejes dados, constituidos por una sedimentación de luchas y abusos históricos, de límites y violaciones. Gracias, compañeras, por darle, más temprano que tarde, a cada cual lo que merece.
Aldo Bombardiere Castro
Egresado de Licenciatura en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado. Administra el blog La Plaza de la Hibridez (http://payasocontradictorio.blogspot.com).