Nuestra apuesta ha de ser “democratizar desde abajo”, en el entendido de que los cambios legales (estatutarios) y sus limitaciones servirán de soporte al actual modelo organizativo de Universidad, y que las condiciones fácticas tendrán que superar las condicionantes legales. En esta dimensión, la izquierda debe explicitar que legitimidad no es lo mismo que legalidad, y que la contradicción en esta esfera de nuestro trabajo político será aquella: legitimidad (más democracia)-legalidad (exclusión y autoritarismo).
por Luis Felipe Manques
Imagen / Paro contra José Luis Federici, 1987. Fuente: autor.
En un clima de colapso general de las estructuras organizativas estudiantiles a nivel nacional en cuánto a su diseño institucional y a su vaciamiento político, la izquierda universitaria debe abandonar las mezquindades que han caracterizado la última década y ha de apostar por resolver los problemas de organización con un desplante que sobrepase el reducido análisis organizativo hacia uno político, definiendo las tareas que le caben a la masa estudiantil y a la Universidad como cuerpo.
El capitalismo y la era posneoliberal han desfigurado el concepto de Universidad. Aquel centro de pensamiento que se erigía por sobre la sociedad y que era el encargado de formular los avances científicos, tecnológicos y políticos de las comunidades de manera aislada de las condiciones concretas hoy se ha vuelto una institución más encargada del perfeccionamiento del modelo capitalista, limitando su capacidad crítica del mismo y del modelo estatal que le sirve de soporte, el Estado burocrático. El caso chileno es un fiel ejemplo, en el que la Universidad de Chile, la institución estatal más longeva, es una muestra de aquello expresando con claridad el fenómeno.
El desfinanciamiento de las instituciones públicas ha provocado que el sostenimiento del funcionamiento y del cumplimiento de las tareas que le mandatan la calidad de Universidad compleja, ha quedado supeditado, en gran parte, al aporte de privados. Inclusive, grandes proyectos de infraestructura han sido financiados por individuos o entes que controlan sectores importantes de la economía nacional, tales como la Biblioteca Andrónico Luksic (una de las más modernas del país) en la Facultad de Economía y Negocios de la misma Universidad, la que pudo ser construida por el aporte de la Fundación Luksic.
Ante este fenómeno, podrían presentarse, por mencionar algunas, dos alternativas: a) desde un espíritu romántico proponer un retroceso en la historia, esforzándose por volver a un estado de cosas sobre el cual recae un juicio de valor positivo en contraste al actual, o b) avanzar hacia un sistema universitario, en donde las universidades estatales sean la matriz directora y en el que la Universidad de Chile sea el agente de vanguardia, perfilando a la Universidad como una institución contrahegemónica que esboce un modelo de desarrollo sostenible y un orden normativo diverso al actual, centrado en la preponderancia del Estado, la democracia en la organización productiva y política, instalada mediante mecanismos que garanticen la oportunidad de participación en la deliberación comunitaria de todos los grupos sociales, étnicos y políticos.
Si nos inclinamos por la segunda alternativa, nos surge una pregunta, que puede no ser la principal, pero sí una de las primeras: ¿Qué tareas nos exige a las fuerzas de izquierda dicha alternativa? En general, nuestro trabajo político debe plantearse desde dos instancias que se deben presentar en cada momento de nuestra ejecución política. Por una parte, “a la interna”: revolucionar, democratizar el conocimiento y la creación de éste, y, por otra, “en lo externo”: socializarlo, utilizándolo como una herramienta a favor de la organización popular.
En cuanto a la democratización de las Universidades y la creación del conocimiento, hemos de considerar que las instituciones estatales son instituciones sobre las cuales se ha traducido el mismo modelo neoliberal y escasamente democrático que se impuso en Chile, de lo cual podemos concluir que la Universidad de Chile, es una institución más del Estado que está permeada por una estructura anti-democrática, en la cual hay estamentos desfavorecidos en cuanto a acceso y control de poder dentro de los órganos de la Universidad. Asimismo, podemos observar que la orientación del conocimiento generado en nuestra casa de estudios no está atendiendo coordinadamente a la resolución de las necesidades sociales, y ha servido de reproductora y perfeccionadora del sistema neoliberal, entre otras causas, por la implementación de una política de ingresos propios, la que exige ir a buscar financiamiento al mercado, ofreciendo servicios educativos y productivos en general.
Entonces, podemos sacar en limpio que nos caben tareas relativas a la democratización, la cual debe partir por concretizar conceptos como el de triestamentalidad. Ahora bien, lo urgente para las fuerzas de izquierda, es que debemos apostar por profundizar los mecanismos entendidos como los “logros democratizadores”, como la constitución del Senado Universitario, y también, debemos universalizar, en la Universidad de Chile y en las instituciones públicas, mecanismos de participación y deliberación que se han alcanzado en algunas unidades académicas, tales como la participación estudiantil en Consejos Académicos. Esto es relevante, toda vez que nuestra apuesta ha de ser “democratizar desde abajo”, en el entendido de que los cambios legales (estatutarios) y sus limitaciones servirán de soporte al actual modelo organizativo de Universidad, y que las condiciones fácticas tendrán que superar las condicionantes legales. En esta dimensión, la izquierda debe explicitar que legitimidad no es lo mismo que legalidad, y que la contradicción en esta esfera de nuestro trabajo político será aquella: legitimidad (más democracia)-legalidad (exclusión y autoritarismo).
Las diversas unidades académicas, departamentos y Facultades, deben contar con órganos consultivos y/o resolutivos con participación a lo menos del estamento funcionario académico y del estudiantil, pero debemos afrontar la cuestión estratégicamente desde una concepción que logre integrar a las/os funcionarias/os académicas/os y no académicas/os, junto a las/os estudiantes. Sin la apertura de estos espacios, en las Direcciones (Investigación, Académica y Extensión, por mencionar algunas) y Consejos (Departamentos, Escuela, Facultad), la reorientación del conocimiento y el posicionamiento de nuestra Universidad como un ente al servicio del avance de las mejoras en las condiciones de existencia de las mayorías, es imposible.
Asimismo, la Universidad pública para las próximas décadas debe erigirse desde una base esencialmente feminista, por tanto, nuestras apuestas democratizantes deben ir en la línea de desmasculinizar los claustros académicos, incorporar a las mujeres y las disidencias en todas las esferas e integrar en los currículos de formación de nuestras carreras, una perspectiva feminista.
Democratizar desde abajo instruye que el cumplimiento de estos objetivos se logrará con una ascendente presión de las/os estudiantes organizadas/os, en coordinación con integrantes de los otros estamentos que compartan los desafíos de la izquierda, ya sea quienes la integren en términos militantes y quienes adhieran al programa de esta en las universidades. La izquierda estudiantil debe esforzarse por constituir mayorías políticas en los diversos estamentos, obligando a ensanchar nuestras políticas de alianzas actuales, diversificándolas y adecuándolas a las circunstancias concretas de cada espacio. También, hemos de reivindicar un rol articulador de estudiantes organizados en agrupaciones deportivas, de investigación, organizaciones sociales, etc., ya que será la fuerza social que permita la democratización desde abajo, provocando de paso la consecución de la tarea que hoy ocupa a la, en gran medida, ociosa izquierda universitaria: la democratización y refundación de nuestra propia organización estudiantil, la que se conseguirá mediante la participación, y vinculación, política de las/os estudiantes en su estructura organizativa respondiendo a una invitación a pulir un planteamiento político que es necesario que tenga claro en un primer momento la izquierda estudiantil.
Respecto a la segunda arista del quehacer, socializar nuestro conocimiento y utilizarlo como una herramienta de la organización popular, hemos de comprender que en el proceso formativo adquirimos conocimientos que también deben ser democratizados, en el sentido de que hay que socializarlos, por lo cual la máxima que nos ha de ocupar en esta vertiente es la de perfilar estudiantes críticos/as del modelo neoliberal, ya que a diario se evidencia una disputa de perfiles de estudiantes, ante la cual, la izquierda tiene que apostar por construir un sujeto estudiante comprometido con los derechos sociales, en general, un estudiante solidario. Si bien esto nos obligaría abordar la cuestión “moralmente”, tendrá incidencia en el cumplimiento de las tareas en esta dimensión de nuestra política.
La forma en que se han de crear los espacios desde los cuales enfrentemos la socialización de nuestros saberes será diversa. Con el propósito de ejemplificar esta tarea, la militancia comunista de la Universidad de Chile puede reseñar dos experiencias exitosas: la Brigada Popular Víctor Jara y la Escuela Sindical de la Facultad de Economía y Negocios.
La Brigada Popular Víctor Jara es una organización social constituida en abril de 2018 por estudiantes comunistas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Está compuesta tanto por militantes como por estudiantes sin filiación partidaria, y tiene como objetivo el contribuir con el saber jurídico al fortalecimiento de organizaciones sociales, particularmente de trabajadores, pero también culturales, de derechos humanos, de migrantes y de estudiantes. Hasta ahora su mayor logro ha sido asesorar a la Federación Nacional de Trabajadores de Ferias Libres en su lucha por detener el Proyecto de Ley de Ferias Libres, el cual fue detenido, en parte, gracias al informe elaborado por la Brigada. También se ha trabajado acompañando a pobladores de Lo Espejo y agrupaciones de Derechos Humanos en la defensa del memorial de Victor Jara y Littré Quiroga. Por estos días han acompañado al Sindicato de Cafeteras de Lo Valledor que demandan los tratos xenófobos y racistas de la Administración de dicho establecimiento.
Por su parte, la Escuela Sindical, es un grupo organizado que nace por la voluntad de militantes de la Facultad de Economía y Negocios. Su principal labor consiste en asesorar a dirigentes sindicales para el buen desenvolvimiento en sus obligaciones sindicales dentro del proceso productivo. Al día de hoy, la Escuela Sindical cuenta con convenios internos con la Facultad y ha logrado vinculación con la Organización Internacional del Trabajo. Cabe destacar que este tipo de organización encuentra entidades homólogas en otras Facultades y Universidades, dando cuenta de la necesidad del fortalecimiento del sindicalismo en Chile.
En esta segunda dimensión, y también en la primera, es necesaria la aglutinación y coordinación de espacios de trabajos que cumplen con una labor de extensión universitaria e invitarles a transformar la estructura de nuestra Universidad, la que orgánicamente debe encargarse del estudio y las propuestas para resolver necesidades comunitarias.
Los comentarios anteriores esperan contribuir a superar el estancamiento del debate actual en los órganos de representación estudiantil, el que evidencia una esterilidad creativa y que se resiste a superar la mezquindad. En el escenario nacional actual, los así llamados problemas orgánicos estudiantiles se deben resolver con apuestas políticas subvertidas al orden neoliberal sin desatender la necesaria actualización de los diseños institucionales, y ante eso la izquierda universitaria debe abandonar la pereza, el espontaneísmo y el electoralismo, quizás, en ese andar recordemos que 8 años antes del inicio de las revueltas por la Reforma Universitaria del 68, los estudiantes de la Universidad de Chile también se ocupaban de las altas cifras de abstención en las elecciones de la FECh.
Luis Felipe Manques Muñoz
Estudiante de Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y Consejero de Facultad en dicho espacio académico.
Excelentes artículos, espero continuar recibiéndolos