La ideología que nunca existió: Cómo el conservadurismo construyó su enemigo perfecto

Más allá de las caricaturas y amenazas ficticias que inventó la derecha radical, la promoción de los estudios de género y la educación sexual son fundamentales para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Los estudios de género no solo contribuyen a la comprensión y consolidación de los derechos de las mujeres, sino que también ayudan a deconstruir las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la violencia.

por Diego Duarte Valdivia

Imagen / Marcha del grupo conservador Proud Boys, noviembre 2020, Raleigh, NC, Estados Unidos. Fotografía de Anthony Crider.


En el mundo contemporáneo, el debate sobre la “ideología de género” ha cobrado una gran relevancia. Este término, utilizado como herramienta política y cultural, se ha convertido en un eje central de las disputas entre los movimientos conservadores y los movimientos sociales defensores de los derechos de género. En este contexto, el concepto ha sido aprovechado por diferentes grupos conservadores para promover agendas que restringen el avance en materia de derechos de minorías sexuales. Este artículo tiene como objetivo explorar los orígenes y el impacto de este discurso, analizando cómo ha sido instrumentalizado para avanzar en ciertos intereses.

Génesis

El éxito de la propagación de esta teoría conspirativa se debe, en gran medida, a la ambigüedad de su definición. La falta de claridad en su concepto ha permitido que se expanda y se convierta en un eje de conflicto en la arena política y social. Lo que ha generado que millones de personas en todo el mundo se han movilizado en contra de lo que llaman la “ideología de género” y en favor de lo que consideran “valores familiares” (Graff & Korolczuk, 2021).

Una de las explicaciones sobre el origen de este concepto lo vincula a la derecha radical. Los sectores más fanáticos y conservadores de la derecha a nivel global han adoptado y amplificado el uso del término “ideología de género” como una herramienta para enfrentar y limitar la influencia de los movimientos feministas y LGBTQ+ en la discusión pública (Vaggione, 2020). En específico, las ideas que dieron forma al discurso de la “ideología de género” empezaron a gestarse a mediados de los años 90, mediante una colaboración entre activistas e intelectuales neoconservadores (Morán Faúndes, 2023).

La literatura define el concepto de “ideología de género” como una expresión utilizada para señalar que los defensores de la igualdad y la justicia de género supuestamente amenazan valores como la familia tradicional y la herencia de la civilización cristiana (Gwiazda, 2021). La expresión “ideología de género” se utiliza como un recurso político por diversos grupos religiosos y seculares radicales para promover un marco legal orientado a imponer un sistema basado en principios de moralidad sexual universal (Vaggione, 2020).

Los radicales de derecha suelen afirmar que una pequeña élite de izquierda está socavando los valores fundamentales de las sociedades occidentales, imponiendo sus ideas sobre género, sexualidad, identidad nacional, raza, religión y otros temas. Algunos ven una agenda coherente de la izquierda que debe ser detenida antes de que destruya la “civilización occidental” (Duyvendak, 2018).

Una idea central compartida por la derecha radical es que se enfrentan a lo que llaman “marxismo cultural”, “neomarxismo” o “neomarxismo posmoderno”. Según esta visión, cada corriente de pensamiento está asociada con diferentes teóricos que consideran responsables de esta ideología.

El término “marxismo cultural” está estrechamente vinculado a teóricos como Theodor Adorno y Max Horkheimer, miembros clave de la Escuela de Frankfurt. Estos pensadores investigaron cómo los medios de comunicación y la cultura pueden ser utilizados como herramientas para reforzar las estructuras de poder y opresión, condicionando a la sociedad para que acepte las ideologías dominantes.

Por otro lado, el “neomarxismo” se asocia con figuras como Antonio Gramsci, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Gramsci es reconocido por su concepto de hegemonía cultural, donde sostiene que las élites no solo ejercen poder a través de la fuerza, sino también mediante la creación de ideas que la sociedad internaliza como naturales. Laclau y Mouffe, por su parte, profundizan en cómo las luchas políticas y sociales se articulan en torno a identidades y demandas de cambio, enfocándose en la política como un campo de confrontación discursiva.

En cuanto al “neomarxismo posmoderno”, está vinculado a filósofos como Jacques Derrida y Michel Foucault, quienes adoptaron enfoques más abstractos y complejos. Derrida, con su concepto de deconstrucción, y Foucault, con su estudio del poder y el conocimiento, sostienen que las estructuras sociales y las relaciones de poder son construcciones dinámicas que dependen del lenguaje, las prácticas sociales y las instituciones.Cada una de estas corrientes se presenta como una amenaza para los valores tradicionales, según los seguidores de la derecha radical, que las perciben como fuerzas subversivas que buscan transformar las normas sociales y políticas.

El discurso del marxismo cultural, al enfocarse en la familia tradicional, el papel de la mujer en el hogar y la reproducción heterosexual, refuerza ideas que asocian ciertos aspectos de la biología, como el género y la raza, con formas de pensar conservadoras. En otras palabras, promueve la idea de que estas características son naturales y esenciales, y está vinculado a concepciones más amplias sobre la raza y la jerarquía social (Busbridge et al., 2020).

 

La ambigüedad del concepto

Algunos estudios, basados en las teorías de Laclau y Mouffe, analizan la “ideología de género” como un concepto flexible, líquido y vacío de una definición específica. Esto permite que diferentes grupos le atribuyan sus propias preocupaciones y, así, conecten distintas luchas bajo una misma causa, formando lo que llaman “cadenas de equivalencia”. También se ha descrito como un “pegamento simbólico” que une a personas y grupos diversos alrededor de una oposición común a las teorías de género (Edenborg, 2023).

Algunos estudios sugieren que el sexismo podría ser un elemento clave para entender el apoyo a la extrema derecha, ya sea como una inclinación ya existente o como una actitud susceptible de cambiar en un corto plazo (Anduiza & Rico, 2024).

Diversas investigaciones han señalado que el conservadurismo volvió a centrar su atención en la educación como un terreno clave para contrarrestar la agenda de género. La mayoría de estas investigaciones coinciden en que tópicos como la educación sexual, impulsada por las movilizaciones por los derechos de las mujeres y la diversidad sexual a partir de finales del siglo XX, ha generado un malestar en el sector conservador (Veloz, 2021).

La oposición al género se ha vuelto un tema central para la “derecha global”, que busca desmantelar políticas de inclusión social. Líderes como Steve Bannon y Olavo de Carvalho han promovido una “guerra cultural” contra lo que consideran amenazas, como la “ideología de género” y el “globalismo”. Estos términos se utilizan como herramientas para atacar valores progresistas y diversos grupos, como comunistas, feministas y minorías, que no comparten su visión (Hamlin, 2020).

 

Conclusiones

Aunque la derecha radical global se enfoca principalmente en atacar los estudios de género, es crucial entender que esto forma parte de un fenómeno más amplio y profundo que también pone en riesgo otras áreas del conocimiento. Esto incluye tanto las ciencias sociales, los estudios sobre migración, Islam y también las disciplinas STEM (Paternotte & Verloo, 2021).

La complejidad del comportamiento sexual humano, incluyendo la identidad de género y sexual, desde el enfoque de las ciencias sociales, se fundamenta en teorías que han moldeado las concepciones actuales de la sexualidad como un fenómeno construido socialmente (Jefson, 2005).

Más allá de las caricaturas y amenazas ficticias que inventó la derecha radical, la promoción de los estudios de género y la educación sexual son fundamentales para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Los estudios de género no solo contribuyen a la comprensión y consolidación de los derechos de las mujeres, sino que también ayudan a deconstruir las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la violencia. Invertir en la educación sexual como una materia central en el ámbito de la sanidad pública es igualmente crucial, ya que no solo proporciona a las personas las herramientas para tomar decisiones informadas sobre su salud sexual, sino que también actúa como una estrategia preventiva clave para reducir los casos de abuso y explotación sexual, especialmente entre niños y adolescentes. Ambas iniciativas, trabajando en conjunto, pueden transformar profundamente las estructuras sociales, promoviendo una cultura de respeto, equidad y protección para todos, sin importar su género.

 

Referencias

Anduiza, E., & Rico, G. (2024). Sexism and the Far‐Right Vote: The Individual Dynamics of Gender Backlash. American Journal of Political Science, 68(2), 478–493. https://doi.org/10.1111/ajps.12759

Busbridge, R., Moffitt, B., & Thorburn, J. (2020). Cultural Marxism: far-right conspiracy theory in Australia’s culture wars. Social Identities, 26(6), 722–738. https://doi.org/10.1080/13504630.2020.1787822

Duyvendak, J. W. (2018). Cultural Marxism and intersectionality. Sexualities, 21(8), 1300–1303. https://doi.org/10.1177/1363460718792419

Edenborg, E. (2023). Anti-Gender Politics as Discourse Coalitions: Russia’s Domestic and International Promotion of “Traditional Values.” Problems of Post-Communism, 70(2), 175–184. https://doi.org/10.1080/10758216.2021.1987269

Graff, A., & Korolczuk, E. (2021). Anti-Gender Politics in the Populist Moment. Routledge. https://doi.org/10.4324/9781003133520

Gwiazda, A. (2021). Right-wing populism and feminist politics: The case of Law and Justice in Poland. International Political Science Review, 42(5), 580–595. https://doi.org/10.1177/0192512120948917

Hamlin, C. L. (2020). GENDER IDEOLOGY: AN ANALYSIS OF ITS DISPUTED MEANINGS. Sociologia & Antropologia, 10(3), 1001–1022. https://doi.org/10.1590/2238-38752020v10310

Jefson, C. A. (2005). A Review of The Social Construction of Sexuality. American Journal of Sexuality Education, 1(1), 183–188. https://doi.org/10.1300/J455v01n01_15

Morán Faúndes, J. M. (2023). ¿De qué hablan cuando hablan de “ideología de género”? La construcción del enemigo total. Astrolabio, 30, 177–203. https://doi.org/10.55441/1668.7515.n30.32465

Paternotte, D., & Verloo, M. (2021). De-democratization and the Politics of Knowledge: Unpacking the Cultural Marxism Narrative. Social Politics: International Studies in Gender, State & Society, 28(3), 556–578. https://doi.org/10.1093/sp/jxab025

Vaggione, J. M. (2020). The conservative uses of law: The Catholic mobilization against gender ideology. Social Compass, 67(2), 252–266. https://doi.org/10.1177/0037768620907561

Veloz, A. (2021). La ideología de género y la consolidación de la nueva derecha en Baja California, México. Alteridades, 31(62), 147–158. https://doi.org/10.24275/uam/izt/dcsh/alteridades/2021v31n62/Veloz

Un Comentario

  1. Gracias deje en mi pantalla la dirección de la revista.
    Espero sirva de debate un tema tan vigente hoy en el país y poder dar un contenido más especifico, desglosado en el espíritu de géneros e inclusión más allá que agregar una vocal E, al término de una oración. Creo q:el tema debe desarrollar los contextos cotidianos y de espacios tanto urbanos como rurales y de las culturas nativas, me interesa como se persiben estos temas de identidad de género en los oficios laborales que ejecutamos. Salu2

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