En defensa de la crítica, en defensa de la izquierda. A Cinco años del nacimiento de Revista Rosa

Cuando los desafíos políticos ponen en tensión a los partidos como herramientas de transformación social, el debate y la discusión abierta y con profundidad es el mejor mecanismo para arribar a propuestas que nos permitan diseñar estrategias y tácticas para superarlos. Por el contrario, el anquilosamiento y la reacción conservadora, el silenciamiento del debate y la reducción de las voces críticas mediante subterfugios, son sólo un atajo para la burocratización y la reducción de los partidos a meras máquinas electorales y oportunistas.

por Felipe Ramírez

Imagen / Cinco años de Revista ROSA. Imagen editorial.


Debemos velar por que los militantes de veras vinculen la teoría con la práctica, forjen estrechas ligazones con las masas y tengan la valentía de practicar la crítica y la autocrítica. Debemos preocuparnos de que los militantes mantengan siempre el estilo de ser modestos y prudentes y de prevenirse contra el engreimiento y la precipitación, y que persistan en el estilo de trabajar duro.
Lin Piao, “Informe ante el IX Congreso Nacional del Partido Comunista de China”

Las masas no brindan su afecto si no a quienes se hacen dignos por su conducta y sus virtudes. Hay que dar el ejemplo si se quiere dirigir al pueblo. Muchos de nuestros camaradas se han mostrado dignos, pero quedan algunos que tienen costumbres verdaderamente detestables. El partido tiene el deber de ayudarlos a enmendarse. Si se quiere exhortar a la práctica del ahorro, debemos ser los primeros en ahorrar. Los camaradas deben adquirir las cuatro virtudes revolucionarias: laboriosidad, ahorro, integridad y rectitud. Para hacer la revolución es necesario, ante todo, que uno se corrija a sí mismo. (…) Para alcanzar nuestro objetivo no basta con organizarnos, debemos ser sinceros con nosotros mismos. Disponemos de dos medios para lograr la unidad de pensamiento y la cohesión en el seno del partido: la crítica y la autocrítica. Es necesario que todo el mundo se arme de ellas, de arriba abajo, a fin de unirse y progresar cada día más.
Ho Chi Minh, extracto de “En ocasión de la Sexta Conferencia de cuadros del partido”, 18 de enero de 1949, en “Escritos escogidos”.

Muchas cosas han pasado desde esas jornadas de diciembre de 2021 en que Gabriel Boric triunfó en la segunda vuelta presidencial sobre José Antonio Kast, y dio inicio al que sería el primer gobierno anclado abiertamente en la izquierda desde el retorno a la democracia en 1990, y en este quinto aniversario de Revista Rosa, me doy la licencia de ocupar esta pequeña tribuna para defender la crítica, autocrítica y el debate en la izquierda en un escenario en el que las voces críticas parecieran tener tres respuestas: el silencio absoluto, la acusación de traición, o la soberbia burlona en espacios formales o en redes sociales.

Es un dato de la causa que nuestro gobierno -porque, aunque críticos, levantamos la voz precisamente para apoyar al gobierno y no para hacerle daño- desde el comienzo tuvo condiciones difíciles: sufrimos una derrota en la parlamentaria de 2021 y debimos enfrentar la administración del Estado bajo un duro asedio de la derecha y un ajuste de cuentas de parte de la socialdemocracia, con nuestros partidos desorientados y con pocas claridades estratégicas para poder salir airosos. Negar esta situación sería tratar de engañarse, y no hay nada peor en política que crear escenarios ficticios para evitar confrontar la realidad.

Ante ello, llama la atención la poquísima reflexión política y estratégica que se ha dado en la izquierda durante este tiempo, con muy pocos espacios permanentes abiertos al debate -donde Revista Rosa pareciera ser de los pocos comprometidos a cierta periodicidad- y por sobre todo, con poquísimas personas dispuestas a escribir y plantear posiciones. Y es que es ridículo creer que dos años en la administración del Estado, bajo las complejas coyunturas que la izquierda en general y el gobierno en particular han debido enfrentar, no hayan generado dudas, preguntas, reflexiones y cuestionamientos por parte de la militancia.

Partidos surgidos desde la lucha de masas, que durante años forjaron buena parte de su militancia en la movilización estudiantil, popular, sindical, y que ahora tienen a esos mismos cuadros desplegados en ministerios y municipalidades, obligatoriamente se ven sometidos a tensiones entre las demandas de las organizaciones de las que provienen, y los requerimientos que surgen del ejercicio de la autoridades en el poder Ejecutivo y Legislativo, más aún en una crisis económica y social como la actual. Casos similares se han visto antes, como el del PT brasileño que analicé hace algunos años para “Cuadernos de Coyuntura” de Nodo XXI1.

Y es por eso que resulta tan sorprendente que sea prácticamente imposible encontrar posiciones elaboradas y publicadas por los partidos o por dirigentes de los mismos -sean internos o parlamentarios-, explicando o defendiendo las decisiones que el gobierno ha debido tomar, más allá de las vocerías y comunicados oficiales de las entidades gubernamentales, que por sus propias características cumplen un rol muy distinto al que conversamos en este momento. ¿Dónde se expresan esas preguntas y tensiones, si no hay revistas públicas ni tampoco boletines partidarios en las que se expresen? ¿Por qué el debate es inexistente a tal grado?

Atrás quedaron los tiempos de la álgida discusión, de los intensos debates en los periódicos partidarios, incluso, de la explicación básica de las decisiones políticas tomadas, en una situación que apenas evita el desprecio a la base social de apoyo que nos hizo llegar al gobierno en primer lugar. Pareciera que nos olvidamos de que nuestro electorado, quienes nos apoyaron una y otra vez a pesar de las derrotas -en la parlamentaria y la primera y segunda vuelta, en la elección a la Convención, en el Plebiscito de septiembre de 2022, y en la elección al consejo constitucional- no implica un apoyo ciego que podemos dar por sentado agitando el temor a la “extrema derecha”.

Pero ¿de qué manera vamos a explicar estas decisiones y su coherencia a nuestros votantes, o a quienes nunca habían votado antes, si ni siquiera somos capaces de debatir entre nosotros mismos?

Para nadie es un secreto lo difícil que ha sido, dentro de los partidos del Frente Amplio, plantear visiones distintas a las “hegemónicas” dentro de los aparatos partidarios. En algunos casos una mal entendida “lealtad” con el gobierno ha sido la herramienta para silenciar, aislar o ignorar posiciones críticas, en otros el temor a ser “vetado”, ha llevado a callar o ningunear posiciones, en medio de una cada vez más aguda crisis política en el sector, aunque sea porque esta falta de debate impide el desarrollo de nuevas ideas y enfoques para enfrentar los desafíos actuales y futuros.

Este último punto es de especial relevancia cuando está en pleno desarrollo el debate de la unificación de los partidos del Frente Amplio en una sola estructura nacional, azotados por las consecuencias del caso Fundaciones, y bajo la presión de una derecha intoxicada por el extremismo. En los diversos encuentros han aparecido posiciones disímiles en varios temas -la validez del análisis de clase, la centralidad o no del trabajo y la explotación, el carácter socialista o “progresista” del nuevo partido, por mencionar algunos-, sin embargo, hasta el día de hoy no es posible encontrar casi ningún documento que exprese buena parte de esas posiciones de forma más elaborada, y por tanto, que permita procesar esas diferencias de manera más profunda y generar un marco común para el futuro.

Cuando los desafíos políticos ponen en tensión a los partidos como herramientas de transformación social, el debate y la discusión abierta y con profundidad es el mejor mecanismo para arribar a propuestas que nos permitan diseñar estrategias y tácticas para superarlos. Por el contrario, el anquilosamiento y la reacción conservadora, el silenciamiento del debate y la reducción de las voces críticas mediante subterfugios, son sólo un atajo para la burocratización y la reducción de los partidos a meras máquinas electorales y oportunistas.

A principios de marzo de 2022 planteaba, en una reseña publicada en esta misma revista de la nueva edición de Stalin: Una valoración del hombre y su influencia, de Trotsky (FCE, 2021)2, la necesidad de “afinar armas teóricas y prácticas que pueden aplicarse a la actualidad”, evitando lecturas simplificadas que terminan reivindicando acríticamente desde la izquierda, a la socialdemocracia, como si a pesar de sus limitaciones, su centrismo intrínseco y su subordinación al marco liberal, fuera la única alternativa al estalinismo.

Por el contrario, la izquierda necesita de una u otra forma recuperar el espíritu que Edward Said otorga a la -muchas veces despreciada- categoría del intelectual, como “alguien que ha apostado con todo su ser en favor del sentido crítico, y que por lo tanto se niega a aceptar fórmulas fáciles o clishés estereotipados, o las confirmaciones tranquilizadoras o acomodaticias de lo que tiene que decir el poderoso o convencional”[3], buscando plantearnos las preguntas incómodas que nos permitan sacudirnos de las certezas artificiales.

Y es precisamente porque me ubico en una posición de defensa del gobierno, que reivindico el derecho a la discusión y la crítica -y la autocrítica, cuando nos damos cuenta de que nos equivocamos4-. Desde la militancia, desde nuestra historia, desde mi inserción, valoro el derecho a plantear preguntas y proponer ideas distintas a las mayoritarias en las estructuras partidarias, a debatir con profundidad y respeto, con ideas y sin burlas, y es por eso que Revista Rosa me parece un espacio tanto más valorable hoy, que cuando nació hace cinco años atrás, antes de la revuelta, la pandemia, el proceso constitucional y el gobierno encabezado por Gabriel Boric.

Un proyecto transformador demuestra su vitalidad tanto por sus resultados electorales como por su presencia y arraigo en el mundo popular y la calidad de sus debates y discusiones políticas, y es por eso que recupero las dos citas que dieron inicio a esta breve columna, como recordatorio de lecciones relevantes de la experiencia de otros partidos de la izquierda. Urge como sector retomar el ánimo democrático de debate y construcción que siempre nos caracterizó, al calor de las movilizaciones y ahora también de los desafíos de la administración del Estado, de manera de acompañar y encarar de manera lo más exitosa posible los próximos dos años, claves para el próximo ciclo político.

Notas

1 “Lula y el PT: El desafío de ser gobierno con protagonismo popular”, https://www.nodoxxi.cl/cuadernos-de-coyuntura/cuadernos-de-coyuntura-archivo/2018/lula-y-el-pt-el-desafio-de-ser-gobierno-con-protagonismo-popular/

2 “Afilar la lectura crítica del pasado”, https://www.revistarosa.cl/2022/03/13/afilar-lectura-critica-pasado/?fbclid=IwAR0fNCzL6IEehapDoAcQVWVXAg7ZjZKZjyFazjqo9opbnJZGXY4ortk2LLw

3 “Representaciones del intelectual”, Edward Said, 1996.

4 “Después de la derrota y la rabia, viene el debate ¿qué fue lo que pasó? https://www.revistarosa.cl/2022/09/08/despues-de-la-derrota-y-la-rabia-viene-el-debate-que-fue-lo-que-paso/

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Activista sindical, militante de Convergencia Social, e integrante del Comité Editorial de Revista ROSA. Periodista especialista en temas internacionales, y miembro del Grupo de Estudio sobre Seguridad, Defensa y RR.II. (GESDRI).

Un Comentario

  1. Excelente su publicación compañero, sin duda recupera del viejo baúl los valores que encarnaron nuestros/as líderes y lideresas, que fueron construyendo la izquierda, que algunos insistentemente denominan como ” la izquierda del siglo XXI”, presos de su propia ignorancia de la historia del movimiento popular, sindical y social que le dio vida y sustento a la izquierda de Bilbao, Recabarren, Arcos, Labarca, Blest, Allende, Baltra y tantas y tantos compañeros/as que dieron su vida por la construcción de una sociedad más justa, más humana, más Democrática…un abrazo fraternal

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