Después del Apruebo

El ejercicio en el que debe pensar la izquierda hoy es en el triunfo del Apruebo, ejercicio que no se hizo anteriormente. Si nadie pensaba que el Rechazo podría triunfar, menos de la manera tan aplastante como lo hizo, debemos pensar ahora que, con las mismas fuerzas fácticas, el Apruebo será hoy el ganador y que el país tendrá que lidiar con un largo periodo reaccionario y de profundización de la precariedad de la vida.

por Tomás Cornejo C.

Imagen / Plebiscito constitucional Chile, 2020, La Cisterna, Santiago. Fuente: Wikimedia


El excelente editorial de la Revista Rosa hace una revisión y crítica exacta, puntiaguda y dura lo que ha sido la izquierda y los sectores progresistas, en especial el Gobierno. En el último tiempo, no obstante, su llamado peca de ingenuidad cuando no de una errónea idea esperanzadora y redentora de la política de masas.

Comparto que el llamado al rechazo de la propuesta constitucional debe ser urgente, contundente y amplio, sin embargo, sabemos que los sectores progresistas que lo impulsaron y que con entusiasmo se sumaron a un proceso de espalda a la ciudadanía, totalmente capturada por la oligarquía política, no serán ahora feroces combatientes del mismo. Los responsables de firmar el “Acuerdo por Chile” se encuentran en las primeras filas de quienes deben liderar la campaña por el rechazo sin que se les caiga la cara de vergüenza de ser creadores del proceso más antidemocrático desde el fin de la dictadura. Por otra parte, conocidísimos personajes de la izquierda como Jadue o Jiles le harán un escaso favor al rechazo pues sus figuras generan todo lo contrario en amplias capas sociales, sobre todo en los sectores medios. Qué decir del gobierno que ante su implícita renuncia al programa con el que fue elegido, será mejor que no entre en escena si no quiere generar un amplio “a favor” de una propuesta que se ve como contramedida y ataque frontal a su mandato.

El ejercicio en el que debe pensar la izquierda hoy es en el triunfo del Apruebo, ejercicio que no se hizo anteriormente (como situación hipotética del triunfo del Rechazo), lo que llevo al fracaso más grande que se tenga memoria haciendo realidad lo que ni siquiera se quiso pensar. Si nadie pensaba que el Rechazo podría triunfar, menos de la manera tan aplastante como lo hizo, debemos pensar ahora que, con las mismas fuerzas fácticas, el Apruebo será hoy el ganador y que el país tendrá que lidiar con un largo periodo reaccionario y de profundización de la precariedad de la vida. Ya hemos visto como los oligopolios comunicativos se decidieron por el Apruebo, como Piñera está en plena campaña y como algunos en menos de dos semanas ya cambiaron de parecer, así también lo harán los supuestos personajes de centro o falsos reconvertidos, después de todo los patrones ya hablaron.

Ante ese panorama, lo que toca es preocuparse de la retaguardia más que de la vanguardia, de cómo nos defenderemos cuando el fascismo afianzado en el poder se dedique a desactivar todas y las más mínimas posibilidades de confrontación, de resistencia, de dispositivos democráticos, de reivindicaciones. ¿Qué haremos como izquierda para resistir -como lo tendrá que hacer en Argentina también- la profundización de las políticas neoliberales, de la reorganización del capital y, como bien dice la editorial, de la lumpen burguesía que no duda en ser dócil de los intereses imperialistas? Creo que ese panorama no solo es más realista sino también más útil para la gran pregunta ¿Qué hacer?

Ante éste, la hegemonía que se debe conformar es la gran tarea. ¿Quiénes deben unirse y por qué? la clase trabajadora nunca ha sido ni será por si sola una fuerza que pueda imponer sus intereses, sino que necesita de alianzas con otros sectores. sí en su momento fue el campesinado, los ecologistas, el feminismo, etc., creo que hoy, la dosis de realidad no dice que, -sin renuncia a un liderazgo- la alianza debe ser con una burguesía nueva que reemplace a la antigua burguesía tradicional y a la creada en la dictadura militar, ello significa mover el Estado hacia la creación de una clase burguesa tecnológica y moderna, en desmedro de aquella extractivista tanto de recursos naturales como de recursos fiscales que le permiten su posición de privilegio en una economía altamente concentrada. Por supuesto que lo representantes de esta “nueva” clase no se encuentran en los Republicanos ni en Amarillos (acérrimos defensores de las AFP´s, Ispares, forestales, pesqueras, etc.), pero surgirán como siempre los acomodaticios más que los convencidos. Esta estrategia también es necesaria para enfrentar de mejor manera el reorden mundial, del que debemos estar seguros de que los EEUU combatirá ferozmente para asegurar sus intereses. Trastocar la estructura económica es vital para la creación de un nuevo “sentido común”, pues como reza el adagio materialista “las ideas no caen del cielo”.

El terreno de lucha después del triunfo del apruebo será las reivindicaciones democráticas y no las de clase. La forma de lucha deberá ser bajo la misma lógica con que se gobierna con tal de que se autodestruya, que ahí en donde pidan libertad del mercado se le otorgue y se luche por ella para demostrar que el neoliberalismo es “electo” en base a un discurso anti-Estado, pero que no puede vivir sin él, sino todo lo contrario, el Estado es la condición de posibilidad del neoliberalismo. Apartar al Estado como garante de la industria forestal, pesquera, minera, de las AFP y de las Isapres, es demostrar su propia imposibilidad sino es como retorica electoral.

Pensar en la política de masas en la manera esperanzadora pero ingenua en que se postula, creo que es pensar en otro Chile y en otro mundo, uno donde no ha retornado los programas “realidad”, o no existe una reivindicación y orgullo por la dictadura más sangrienta de Latinoamérica, en donde los populismo de derecha no son pensados como la salvación de la misma clase trabajadora (inconscientemente ya harta de las mismas viejas políticas que ofrecen como si fueran algo nuevo), en fin en un Chile y en un mundo que no existen, en donde la idea de lo común se perdió hace rato, en donde no hay miedo de perder nada porque nada se tiene, en donde el sujeto histórico no se ha recompuesto sino que sigue subsumido en la lógica del capital, en la inercia histórica. Bajo ese panorama, el análisis debe ser más realista, no porque sea una resignación, sino porque nos permite pensar cuales son las metas que se pueden proponer y alcanzar, y como decía Maquiavelo, en la realidad efectiva de la cosa y no en su imaginación.

Tomás Cornejo Cuevas
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Abogado y magíster en Filosofía.

Un Comentario

  1. Lo mínimo que se merece este escrito es el calificativo de “entreguista”. Es burdo traer al debate el argumento de la “realidad” para señalar la necesidad de una alianza entre la clase obrera y una burguesía que en la práctica no existe y debe ser “creada” por una política de izquierda ¿Qué ejercicio más alejado de lo real sino ese?
    Además, se habla de esa necesidad de una alianza con la burguesía, pero en la práctica la alianza gobernante, aún siendo la expresión de una alianza política entre ciertas fracciones del reformismo obrero, las clases medias y la burguesía, dicha amplitud no ha implicado mayores triunfos, sino que por el contrario, al tratarse de intereses contradictorios, y siendo evidente el peso mayor que ejerce la fracción burguesa dentro de la alianza, esta ha llevado a relegar a simple masa de maniobra a las masas populares y marcando una distancia con sus intereses, horadando la misma fuerza de la clase trabajadora al desarmarla política y moralmente.
    Si se quiere volver sobre lo “real” para efectos de una política de izquierda centrada en la clase trabajadora, no debería ser para enarbolar el entreguismo y la conciliación de clase más burda, sino para asumir de una vez por todas que no existen atajos en el camino de la recomposición de la clase trabajadora y su hegemonía, ante lo cual es evidente que un triunfo del “rechazo” difícilmente será sobredeterminado por la acción política de la clase trabajadora.

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