En este artículo, publicado originalmente en el sitio en hebreo “Local Call” y en inglés en la revista “+972”, se analiza cómo los colonos judíos, con apoyo activo de las instituciones del Estado de Israel, realizan una creciente limpieza étnica en grandes áreas entre Ramallah y Jericó.
por Oren Ziv. Traducción de Felipe Ramírez.
Publicado originalmente como en la revista +972 en asociación con “Local Call”.
Imagen / Palestinos en el cruce Erez, también conocido como el cruce de Beit Hanoun, entre Israel y el norte de la Franja de Gaza luego de que Hamas lanzara un gran ataque contra Israel, 7 de octubre 2023. Fotografía de Atia Mohammed.
Prácticamente no quedan palestinos en la gran área que se extiende desde el este de Ramallah hasta las afueras de Jericó. La mayoría de las comunidades que habitaban la zona –que comprende casi 150 km2 de Cisjordania ocupada- han debido huir para salvar sus vidas en los meses recientes como resultado de la cada vez mayor violencia de los colonos israelíes y la ocupación de tierra, respaldada por el Ejército de Israel y las instituciones estatales. La expulsión casi total de la población palestina muestra cómo Israel, lenta y gradualmente continúa con su proceso de limpieza étnica, anexando de hecho grandes extensiones de territorios ocupados para el uso exclusivo por colonos judíos.
Más de 10 puestos de avanzada de los colonos –ilegales incluso bajo la ley israelí, aunque el actual gobierno de extrema derecha está trabajando duramente para legalizarlos- han sido establecidos en esta zona en los últimos años, con sus colonos utilizando el pastoreo como arma para apoderarse de la tierra de los palestinos y expulsarlos. Las pocas y pequeñas comunidades palestinas que se mantienen posiblemente se vean obligadas a marcharse pronto, debido al gran temor que tienen por su seguridad física y bienestar mental. Sólo en el último año, cientos de palestinos han sido desplazados por la fuerza de esta manera.
A la fecha, cuatro comunidades palestinas han sido expulsadas. En 2019, dos grupos de familias fueron evacuadas desde el sur, cerca del cruce de Taybeh. En mayo de este año, los 200 residentes de Ein Samia desmantelaron sus hogares y huyeron luego de un aumento de la violencia de los colonos. En julio de 2022, las 100 personas de la comunidad de Ras a-Tin hizo lo mismo. A principios de agosto, los 88 residentes de al-Qabun fueron forzados a abandonar sus hogares.
Actualmente sólo 3 comunidades palestinas quedan en el área: Ein al-Rashash, Jabit y Ras Ein al-Auja. Todas ellas están expuestas al mismo hostigamiento de los colonos que forzó a sus vecinos a huir.
Este fenómeno está comenzando a extenderse a otras comunidades cercanas. De acuerdo a datos reunidos por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) y el grupo de DD.HH. israelí B’Tselem, 35 residentes de la cercana villa de Wadi a-Seeq recientemente debieron huir, mientras que las familias que se quedaron enfrentan un creciente peligro. En al-Baqa’a, 43 residentes –la mayoría de la comunidad- huyó en julio luego del establecimiento de un nuevo asentamiento de colonos y un ataque incendiario a una de las casas de la villa.
De acuerdo a Kerem Navot, una ONG que monitorea los sucesos en terreno en Cisjordania, los colonos israelíes se han tomado de hecho toda el área ubicada entre el camino de Aallon en el oeste, la ruta 90 al este, el camino de Al-Ma’arjat cerca de Taybeh en el sur, y la ruta 505 cerca de Duma en el norte. Esta región incluye la “zona de fuero 906” –definida sobre 88 mil dunams[i] por las FDI en 1967- alrededor de la cual la mayoría de los asentamientos de colonos se han establecido, y que era usada mayoritariamente como área de pastoreo por palestinos beduinos. Los 60 mil dunams restantes, entre la “zona de fuego” y el camino de Allon, es donde las comunidades vivían hasta que han sido desplazadas por la fuerza.
Todo el sector se ubica en la “Zona C”, bajo control militar y civil israelí de acuerdo a los Acuerdos de Oslo. Una parte es propiedad privada de palestinos, y otras han sido definidas como “tierra estatal” por las autoridades de ocupación israelí. Hoy, los palestinos sólo tienen acceso a cerca de mil dunams en la zona, e incluso esos son vulnerables al acoso y ataque de los colonos.
Escalada de la violencia de los colonos
Técnicamente, la limpieza étnica de los palestinos en el sector no ha sido un acto oficial de “transferencia”. Ni el ejercito israelí ni la “Administración Civil” -el brazo burocrático de la ocupación- llegaron con camiones, cargaron a los residentes y destruyeron sus casas.
Pero no tuvieron que hacerlo: ante una incesante violencia de parte de los colonos y restricciones paralizantes por parte de las autoridades israelíes, los residentes palestinos sienten que no tienen opción más que partir. Algunos empacaron sus modestas pertenencias, otros las dejaron atrás. Mayoritariamente comunidades agrícolas, se trasladaron a zonas donde será difícil que puedan ganarse la vida, sin tierras de pastoreo, pero donde podrán al menos disfrutar de una tranquilidad temporal.
Palestinos de varias de las comunidades desplazadas describen el mismo patrón a +972: colonos israelíes llegan con sus rebaños e impiden el acceso a zonas donde los palestinos han pastado por décadas; luego colonos armados proceden a hostigarlos día y noche, incluso entrando a sus casas, sin que intervenga la policía o el ejército. Todos describen lo mismo: sentimientos abrumadores de miedo y angustia bajo la sombra de estas invasiones de colonos.
“Es como 1948” dice Mohammed Hussein, un residente de Ein Samia -invocando el año de la Nakba (catástrofe) y la expulsión de cientos de miles de palestinos de su patria durante el establecimiento de Israel como Estado.
De acuerdo a los palestinos residentes, la situación empeoró luego del establecimiento y crecimiento de varias zonas de pastoreo para los asentamientos de colonos en el área en los últimos años; la violencia de los colonos también escaló notablemente desde que se instauró en diciembre pasado el actual gobierno israelí, encabezado por partidos de extrema derecha. De acuerdo a OCHA, hubo 14 ataques de colonos en la zona en 2019, 13 en 2020 y 14 en 2021. Ese número se elevó a 40 en 2022 y 29 en lo que va de 2023. Es posible que estos números no incluyan todos los ataques, ya que no todos son denunciados.
Hay una clara correlación entre el número de ataques de colonos y la gradual expulsión de palestinos. En Ein Samia, por ejemplo, hubo cuatro ataques denunciados contra la comunidad en 2019. Para mayo de 2023, ese número se había Elevado a 10 desde el comienzo del año. Lo mismo sucedió en Ras a-Tin (la ONU describe este lugar y al-Qabun como una sola comunidad); mientras hubo sólo un ataque en 2021, hubo 4 en 2022, impulsando a algunos residentes a huir. Desde 2023, ha habido 3 ataques más, empujando al resto de la comunidad a irse también.
Más aún, de acuerdo a OCHA, entre 2019 y agosto de 2023, un palestino fue asesinado y 132 fueron heridos por la violencia en el sector; algunos fueron heridos debido a la actividad del ejército o la policía durante o después de los ataques de colonos. Durante el mismo período, soldados o policías asesinaron a dos palestinos e hirieron a 230 durante protestas contra los asentamientos de colonos.
Muchas de las familias palestinas en el área eran refugiados del desierto de Naqab/Negeb dentro de lo que es actualmente el Estado de Israel, que en 1948 fueron expulsados a Cisjordania y que desde 1967 han sido expulsados al menos una vez más. Algunos llegaron a la región a fines de los 60, luego de ser expulsados por el ejército de otras áreas, mientras que otros llegaron en los 80 y 90. La mayoría de la tierra donde viven es propiedad privada de palestinos de villas cercanas, que les arriendan la tierra.
Las autoridades israelíes, junto con los colonos, ha jugado un rol central en este desplazamiento. Por años, el aparato de la ocupación ha impedido que las comunidades palestinas construyan: ha destruido sus hogares, ha denegado la posibilidad de que tengan conexión a la electricidad y agua, ha detenido la pavimentación de camin, ha ordenado la demolición de escuelas construidas con recursos de la Unión Europea, ha establecido y reconocido asentamientos de colonos judíos y, por supuesto, se ha mantenido al margen durante la violencia de los colonos.
El gobierno está con ellos
La última comunidad palestina en ser expulsada del sector fue al-Qabun, establecida en 1996. Estaba conformada por 12 familias -86 personas, 26 de ellas menores de edad. Algunos de ellos se trasladaron al oeste del camino Allon, que divide Cisjordania de norte a sur, a tierras pertenecientes a la villa de Khirbet Abu Falah, mientras que otros partieron a diferentes partes de Cisjordania.
En febrero, los colonos establecieron un nuevo puesto de pastoreo cerca de al-Qabun. Desde entonces, grupos de colonos llegaban a caballo o en tractores para provocar y asustar a las familias palestinas, caminando entre sus casas mientras hablaban sobre su tierra agrícola e impidiéndoles pastorear.
En una visita a la ubicación de la villa cerca de 10 días después de la expulsión, había envases de medicamentos, platos y un tanque de agua esparcidos por el terreno, restos espeluznantes de una comunidad abandonada. La escuela, construida con apoyo europeo y sometida a una orden de demolición israelí, estaba también desierta, sus ventanas rotas y su contenido saqueado. Varios carteles hechos por los niños aún colgaban de las paredes.
“Siempre hemos estado bajo ocupación, en una prisión con puestos de control, pero ahora vivimos en una furgoneta de prisión” dijo Ali Abu al-Kabash, de 60 años, sentado en una carpa que levantó en un sector abierto cerca del camino Allon. Abu al-Kabash, quien es originario de a-Samu, cerca de Hebrón, se mudó a la zona de Ramallah en los 80, y a Ras a-Tin en 1995.
“Antes de las [últimas] elecciones, los colonos huían rápidamente si había algunos de nosotros [haciéndoles frente]. Hoy atacan porque el gobierno está con ellos. La policía, el ejército y el Shin Bet están todos con ellos” agrega.
“Por 25 años vivimos una vida normal”, continuó Abu al-Kabash. “En años recientes, los colonos vinieron y construyeron dos asentamientos [la Granja de Micah y Malachei HaShalom]. Bloquearon el camino entre nosotros y Ein al-Rashash, y el que baja hacia Fasayil. Pastorearíamos en la zona, pero vinieron en nombre del gobierno y la Autoridad Civil y dijeron que esa tierra pertenecía a los colonos. Trajeron ovejas para que se alimentaran con la comida que nosotros preparamos para nuestras ovejas… Ellos entraron a nuestras casas, algunas veces con muchos soldados, tomando fotos, incluso cuando había niñas, mujeres y ancianos presentes”.
De acuerdo a Abu al-Kabash, la violencia se incrementó luego de la festividad musulmana de Eid al-Fitr en mayo. “Estacionaron en la entrada de nuestros hogares. Algunos de ellos menores de 12 años, bajo la edad de responsabilidad criminal. Entraban, miraban en el refrigerador o en nuestros teléfonos ¿Qué podíamos hacer? Quieren la Zona C para Israel, para tomar control de la tierra mediante los colonos, pero sin guerra. ¿Pero adonde podemos ir? La ocupación está en todas partes”.
Ras a-Tin, vecina de al-Qabun, fue sometida al mismo tipo de hostigamiento y a una violencia severa por parte de los colonos judíos. En el día que sus residentes huyeron, en julio de 2022, Ahmad Kaabna, el mukhtar de Ras a-Tin -quien murió repentinamente a principios de agosto a los 60 años- le dijo a un grupo de activistas: “Los colonos asustaron a las mujeres, a los niños, a todos. Llegaron de noche a nuestras casas en grupos de 10 y 15, junto al ejército. Si hablas con ellos y les dices que se vayan, llaman al ejército o la policía, que viene y arresta a los jóvenes [palestinos]”.
El 14 de julio de 2012 -casi exactamente un año antes de que muchas familias partieran, y dos antes de que fuera desplazada completamente-, el ejército israelí, junto a representantes de la Administración Civil, tomaron 49 estructuras pertenecientes a la comunidad, dejando a 13 familias sin hogar. Residentes declararon a OCHA que los oficiales israelíes específicamente ordenaron que se movieran al Área B de Cisjordania.
“No terminará aquí”
Los residentes de Ein Samia fueron expulsados de sus casas en mayo, luego de cinco días consecutivos de ataques. Como los residentes de al-Qabun, algunos se trasladaron a tierras pertenecientes a palestinos que viven en Khirbet Abu Falah, mientras otros lo hicieron a ciudades y pueblos como Deir Jarir, Taybeh y Jericó.
“Hemos estado viviendo aquí por 44 años con el permiso de los dueños de la tierra”, dijo Hussein en mayo mientras empacaba sus pertenencias en Ein Samia. “Por años hemos estado solos contra los colonos, sin ninguna protección. En los últimos días, los colonos vinieron y apedrearon las casas. Los niños estaban muy asustados. Su objetivo era que nos fuéramos. Desde 1948 hasta ahora hemos vivido en una constante Nakba. Hoy es Ein Samia, pero esto no terminará aquí”.
Dos meses y medio después de la expulsión, Hussein y su familia aún intentan reconstruir sus vidas. Ahora viven en el área B, donde la Autoridad Palestina es responsable de la planificación, y donde es raro que Israel realice demoliciones.
“Yo nací en Hebrón pero crecí en esta área” dijo Hussein. “Vivimos en Auja [en el Valle del Jordán] hasta 1967, luego vino el ejército israelí con tanques y nos dio 24 horas para evacuar. Nos fuimos con un gran grupo a Taybeh, cerca de Ramallah, hasta que nos expulsaron de nuevo y nos trajeron aquí en los 70”.
Los residentes vivieron ahí hasta que el ejército israelí construyó una base cerca, y fueron forzados a irse a Ein Samia, donde vivieron hasta principios de 2023. A lo largo de los años, fueron hostigados por el ejército israelí, que confiscaba sus ovejas. Luego los colonos tomaron la posta.
“Vinieron de noche y lanzaron piedras cuando los niños dormían”, dijo Hussein. “Por cinco años rogamos, pero nadie nos escuchó. Solíamos llamar a la policía -ellos venían y los colonos huían. En los últimos años, la policía venía y nos decía que mentíamos”.
La gota que rebalsó el vaso fue en mayo, cuando colonos armados llegaron a mitad de la noche y denunciaron que 37 de sus ovejas habían sido robadas. Atacaron Ein Samia buscándolas, pero no pudieron encontrarlas. Al día siguiente, un oficial de policía israelí detuvo a un pastor palestino de la villa caminando cerca del camino principal y le confiscó las ovejas, asegurando que eran robadas.
“Nosotros vivimos de las ovejas”, explicó Hussein. “El ejército protege a los colonos. Incluso si la justicia está de tu lado, te toman detenido por una o dos semanas y piden 10.000 como fianza”.
Hussein asegura que las autoridades israelíes y los colonos comparten el mismo objetivo: la expulsión. “Ellos quieren que no quede nadie aquí. Quieren expulsar a todos los palestinos del país, como hicieron en 1948. Perdimos todo. Las familias han sido separadas y dispersadas, los niños no pueden dormir por los colonos. Hay seguridad aquí, peor nada de lo que podamos vivir”.
El 17 de agosto, representantes de la Administración Civil, el ejército y la policía fronteriza llegaron a la escuela abandonada de Ein Samia, la destruyeron y cargaron los restos en camiones. Activistas creen que la demolición buscaba evitar visitas de diplomáticos y periodistas.
La destrucción de la escuela se realizó sólo días después de que un asentamiento de colonos en el área fue demolida con la aprobación del Ministro de Finanzas Bezalel Smotrich -quien es además el Ministro de Defensa encargado de supervisar los territorios ocupados- quizás con el objetivo de mostrar un “balance”. Luego de la demolición, Smotrich publicó una declaración diciendo que “El Estado de Israel no permitirá construcciones ilegales ni la ocupación de tierras abiertas por parte de los árabes”.
“Una granja agrupa miles de dunams”
La partida de estas comunidades palestinas es parte integral de la colonización israelí de los territorios ocupados. En esta región en particular, el proceso está centrado en el asentamiento de Kochav HaShachar y sus varios puestos anexos, que han estado aumentando en las últimas décadas.
Algunos de estos puestos se desplazan, son evacuados por las autoridades cada cierto tiempo, y luego reestablecidos. Pero todos han contribuido, de distintas maneras, a que se apoderen gradualmente del sector, ya sea a través del establecimiento de granjas, viñedos, el bloqueo de caminos palestinos, o la visión de las caravanas como nuevos puestos satélites.
Kochav HaShahar fue establecido en los 70 y hoy es hogar aproximadamente de 2.500 israelíes. En los 90, los asentamientos de Ma’ale Shlomo y Mitzpe Kramin fueron creados. En 1998 la puerta de Kochav HaShahar fue movida algunos kilómetros al oeste, bloqueando el área agrícola alrededor del asentamiento, y por consecuente, el acceso a miles de acres de tierra palestina.
A lo largo de los siguientes 20 años, los colonos construyeron un número adicional de puestos rodeando Kochav HaShahar, incluyendo Baladim, Maoz Esther y Ma’ale Ahuviya. En 2004, Einat Kedem se estableció al sureste, cerca de Jericó. Malachei HaShalom fue construido en 2014 en un área militar parcialmente abandonada, justo al este del asentamiento de Shiloh, el primero de una serie construidos al este. En febrero de este año, el gobierno israelí decidió formalizarlo, transformándolo en un asentamiento oficial.
La granja Neriya, un puesto de pastoreo propiedad de Neriya Ben Pazi, fue establecido en 2018 al sur del asentamiento de Rimonim, ocupando miles de acres de tierra. Tiene varios puestos subsidiarios, incluyendo dos en la dirección de Jericó: la granja Zohar, y un puesto construido en memoria de Harel Masood, una de las cuatro víctimas de un ataque en el asentamiento de Eli en junio.
Otro asentamiento, la granja Micah, establecido en 2018 a los pies de Kochav HaShachar con vista sobre Ein Samia, fue reubicado en 2020 cerca de la ahora despoblada villa de Ras a-Tin. El ejército impidió entonces que los palestinos cruzaran el camino Allon para acceder a su propia tierra. Los palestinos de las villas cercanas de Al-Mughayyir y Kufr Malik organizaron protestas luego de la reubicación del puesto.
Colonos judíos y soldados han asesinado a tres palestinos en Al-Mughayyir en los últimos años. En julio de 2022, un colono le disparó a Amjad Abu Alia, de 16 años. En diciembre de 2020, durante una manifestación un viernes, un francotirador del ejército israelí asesinó a Ali Abu Alia, de 15 años, con un disparo en el estómago, y en enero de 2019, durante un ataque de colonos armados, Hamdi Na’asan, de 38 años, casado y padre de dos, fue asesinado de un disparo por la espalda.
En 2020, colonos crearon la Granga Rashash al noreste de Malachei HaShalom, a lo largo del borde de la “Zona de Fuego 906”. Una viña se ubicó recientemente al sur de este mismo asentamiento, y una carpa fue colocada en un camino que los granjeros palestinos usan para llegar a sus terrenos de pastoreo en un sector conocido como Dalia, pero que los colonos ahora les impiden usar. Numerosos nuevos puestos han sido construidos alrededor de los que ya existen, algunos de los cuales son evacuados y luego repoblados.
En el mismo sector, hay también asentamientos cerca de la Ruta 90, incluyendo Yitav, Na’aran, Gilgal, Tomer y Petza’el, que reúnen a cerca de 1.300 colonos.
“Los colonos han logrado crear un área de decenas de miles de dunams, que era usada como zona de pastoreo por las comunidades expulsadas, y que hoy no tiene ningún palestino”, explicó Dror Etkes, de Kerem Navot, citando la “Zona de Fuego 906” como un ejemplo. “Para los colonos, esta [toma] es un logro significativo, que están tratando de reproducir en todas partes”.
De hecho, de acuerdo a datos de Kerem Navot, a partir del año pasado, colonos han tomado control de aproximadamente 238.000 dunams en Cisjordania bajo el pretexto de la agricultura y el pastoreo. En un discurso en una conferencia virtual organizada por la organización de colonos Amana en 2021, el CEO del grupo Ze’ev Hever explicó la lógica detrás de este método: “La [sola] construcción toma poco espacio, por razones económicas. Logramos 100 kilómetros cuadrados tras 50 años. [Los puestos agrícolas] tienen un área que duplica las construcciones de asentamientos. Una granja agrupa miles de dunams de tierra”.
“La frontera se mueve cada mes”
Tras el éxodo de los últimos meses, la comunidad palestina de Ein al-Rashash, compuesta por 18 familias y casi 100 residentes, ahora se lleva la peor parte de la violencia de los colonos, con los asentamientos cercanos de Malachei HaShalom y la granja Rashash impidiendo que los palestinos puedan llevar a pastar a sus ovejas.
“Desde aquí a Fasayil y Auja, no hay nadie” dice el residente Eid Salama Zawara. “Hemos vivido aquí por 30 años en paz. Cuatro años atrás, construyeron un asentamiento y todo cambió. Al principio, los colonos decían “éste es el límite, voy a pastorear aquí y tu allá”, pero la frontera se mueve cada mes, y ahora están llegando a la entrada de nuestros hogares con sus ovejas, entrando incluso, y nosotros no podemos salir”.
Señalando las colinas cercanas, agregó “Aquí hay espacio para que pasten todas las ovejas de Israel y Cisjordania. Pero los colonos no quieren que nadie más esté aquí”.
Un ataque importante ocurrió el 24 de junio, cuando varios colonos entraron a la villa y llamaron por refuerzos. “Luego de eso, llegó el ejército” dice Zawara. “Nos calmamos, porque pensamos que nos protegerían, pero eso no fue lo que pasó. Los soldados israelíes dispersaron a los jóvenes con gas lacrimógeno y balas de goma, mientras que al mismo tiempo los colonos rompían las ventanas, destruían los paneles solares, y le prendían fuego a una casa”.
“Golpearon con un palo a un anciano y rompieron la radio que escuchaba todos los días”, continúa Zawara. “Los soldados se mantuvieron a un lado. Un oficial de policía llevó y tomó una foto de un herido, pero arrestaron a tres jóvenes palestinos de la villa”:
El anciano que fue atacado, Haj Salama, afirmó a +972: “Desde el ataque, estoy asustado. No duermo en las noches y me asusta cada vez que un auto pasa cerca”.
Zawara está seguro de que de que los colonos intentan lograr lo mismo que en Ein al-Rashash y los otros pueblos ahora despoblados. “Quieren que nos vayamos a otro lado, pero adonde vayamos hay colonos así que ¿para dónde vamos a ir?”
Los habitantes de al-Ma’arajat enfrentan un desafío similar. Elia Maliha, estudiante de 28 años de Comunicaciones, dijo a +972: “Cincuenta familias han vivido aquí por 40 años. Sacamos agua de tanques, las casas están hechas de hojalata, y la mayoría ha sido demolida por los israelíes en el pasado. Una orden de demolición se envió para el colegio también. Los niños que terminan el colegio van a la universidad, pero acá el sustento proviene exclusivamente de los rebaños”.
“La gente aquí ama sus animales y quiere vivir en paz” continúa. “En los dos últimos años, desde que el asentamiento se construyó, la vida cambió. Los colonos lanzan cadáveres en las zonas de pastoreo, entran a las casas día y noche, abren los closets y tiran lo que hay dentro, abren los refrigeradores y más… pero nosotros tenemos fuerza y coraje, nos quedamos, no queremos ser otra al-Qabun o Ein Samia”.
El 27 de julio, 2 jeeps con soldados israelíes encapuchados entraron a la comunidad y revisaron las casas. Dos días después, un colono armado llegó con soldados. “Aseguraron que les habían robado algo, y querían buscarlo”, recuerda Maliha. Un video del incidente muestra al colono armado entrando a carpas residenciales y a corrales de ovejas mientras los soldados lo cuidan y silencian a los palestinos que exigen que se vaya.
Dos comunidades al sur también están en peligro. Una es al-Baga-a, hogar de 33 personas incluidos 21 menores. El 10 de julio, la mayoría de la comunidad huyó luego de semanas de ataques de los colonos; días antes, los colonos quemaron una de las estructuras perteneciente a una familia que había huido temporalmente por la violencia. Luego del éxodo, la Administración Civil demolió el puesto de colonos cercanos, pero ya fue reconstruido. Cerca, en la comunidad de Wadi a-Seeq, los habitantes temen ser los siguientes, y algunos ya han escapado.
“Todo el sistema está movilizado para los colonos”
“Este no es un chico de 16 años decidiendo por si solo qué hacer”, explica Etkes sobre los asentamientos de los colonos. “La gente planifica y piensa sobre donde y qué construir. Hay apoyo legal, dinero, experiencia y motivación. Y ahora mismo las condiciones políticas son ideales. Están explotando esta oportunidad mientras están en la cúspide del poder. Esto no estaría pasando sin el apoyo de la institución más relevante, como los consejos regionales, la administración de los asentamientos de Smotrich, y la Administración Civil”.
“No habíamos visto una audacia como esta antes, entrando a las comunidades y atacando a las personas dentro de sus casas” continúa Etkes. “Todo el sistema está movilizado para permitir que los colonos se apoderen de varios miles de dunams”.
De acuerdo a un reportaje de Canal 12 -de Israel-, Smotrich está preparando un plan para apoderarse del Área C, que incluye la legalización y expansión de los asentamientos que ya han sido construidos, y crear nuevos. El 20 de agosto, por ejemplo, el gobierno decidió entregar tierra al asentamiento de Mevo’ot Yericho, cerca del área discutida más arriba, que fue formalmente reconocido en 2019.
La expulsión de los habitantes de la región pareciera ser parte de la “Batalla por la zona C”, una campaña anunciada por grupos de extrema derecha israelíes y políticos hace varios años. Las organizaciones de colonos presionan de manera conjunta hace mucho para impedir el desarrollo palestino en la zona C, que abarca el 60% de Cisjordania, con la mayoría de sus tierras agrícolas, y todos los asentamientos. El control completo israelí sobre los temas de seguridad y administración en la Zona C significa que cualquier construcción palestina necesita la aprobación israelí, que prácticamente nunca se entrega.
Organismos israelíes gubernamentales y no gubernamentales por igual, han estado permanentemente presionando por la ocupación completa de la Zona C. En junio de 2021, el Ministerio de Inteligencia publicó un largo reporte en el que discutía el “Plan Fayyad” de 2009 -nombrado por Salam Fayyad, el primer ministro palestino del momento- que incluía un programa para hacer valer el control palestino en toda la Zona C y obtener apoyo europeo para las comunidades palestinas ahí.
Pocos meses después, un reporte de Regavim, un grupo de colonos de extrema derecha fundado por Smotrich, afirmó que la construcción de colegios era parte de un plan palestino para apoderarse de la Zona C. El año pasado, el Ministerio de Asentamientos israelí transfirió cerca de 20 millones de NIS a un consejo local israelí en la Zona C para ser usado para reunir inteligencia sobre construcciones palestinas en la región.
En 2017, Smotrich publicó su “Plan Decisivo” para apoderarse de Cisjordania. Aunque el documento no menciona la Zona C, escribió que Israel debe tomar acción para cumplir “nuestra ambición nacional de un Estado judío desde el Jordán al Mediterráneo”.
Conseguirlo, afirmo Smotrich, requerirá “un acto político-legal para imponer la soberanía en toda Judea y Samaria [los nombres bíblicos para Cisjordania]” mientras simultáneamente se construyen nuevas ciudades y pueblos, se desarrolla la infraestructura para estar a un mismo nivel que la existente dentro de la “línea verde”, y animando a “decenas o cientos de miles” de israelíes a mudarse a Cisjordania. “De esta forma podremos crear una nueva e irreversible realidad en el terreno”.
Aunque la idea de una anexión israelí oficial fue temporalmente detenida en 2020, en la práctica las autoridades y los colonos la han estado implementando en todas estas áreas donde comunidades palestinas han sido obligadas a irse.
Alon Cohen-Lifshitz, un urbanista de la ONG Bimkom, que trabaja con comunidades en la zona, dijo: “la real amenaza no son las órdenes de demolición, sino la violencia de los colonos. De las 50 comunidades que observamos en la zona, 20 son las que están en gran riesgo, y algunas ya se han ido. El Estado ha estado tratando de “limpiar” la zona desde 2014, sin éxito. Medidas procedimentales, diplomáticas y legales lo han impedido”.
Ahora el Estado ha pasado de tratar activamente de deportar a los palestinos, a ignorar pasivamente las acciones de los colonos”, continúa Cohen-Lifshitz. “Es mucho más conveniente, y más exitoso”.
Varios activistas israelíes e internacionales han estado visitando la zona regularmente por años, y están intentando apoyar a los habitantes palestinos frente a los colonos. Rabbi Arik Ascherman, uno de ellos, describe la política israelí de la siguiente forma: “Siempre hay tres strikes: amenazas y violencia, daño económico causado por impedir que sus rebaños puedan pastar, y apoyo del Estado mediante demoliciones y confiscaciones, y la falta de voluntad para ofrecer cualquier protección”.
“La policía me dijo que no había nada legal que prohibiera a los colonos caminar cerca de las casas de los palestinos o incluso dentro de sus carpas”, continuó Ascherman, alertando que “si no hacemos nada, más y más comunidades se irán. Tenemos que estar presentes físicamente en el terreno”.
El vocero del Ejército Israelí declinó responder una solicitud para comentar los hechos.
Notas
[i] Un dunam es una unidad de medida propia de los países árabes. En Palestina, Jordania, Líbano, Turquía e Israel equivale a 1.000 metros cuadrados.