El miedo que los israelíes están sintiendo luego del ataque de hoy, yo mismo incluido, ha sido la experiencia diaria de millones de palestinos durante demasiado tiempo.
por Haggai Matar. Traducción de Felipe Ramírez
Publicado originalmente como en la revista +972.
Imagen / Autoridades israelíes demuelen el colegio de Ein Samia luego de que la comunidad huyera por amenazas de los colonos. Fotografía de Oren Ziv.
Este es un día terrible. Tras despertar con las alarmas antiaéreas bajo el ataque de miles de cohetes disparados contra las ciudades israelíes, nos hemos enterado de un asalto sin precedentes por parte de milicianos palestinos desde Gaza en dirección a los pueblos fronterizos.
Las noticias informan de al menos 40 israelíes muertos y cientos de heridos, así como de reportes de posibles rehenes llevados a Gaza. Mientras tanto, el ejército israelí ha comenzado su propia ofensiva hacia la bloqueada Franja, con tropas movilizándose a lo largo del muro y ataques aéreos que han matado o herido a muchos palestinos. El miedo de las personas que ven militantes armados en sus casas y hogares, o la visión de aviones de combate y tanques acercándose, es inimaginable. Los ataques contra civiles son crímenes de guerra, y mi corazón va hacia las víctimas y sus familiares.
Contrario a lo que muchos israelíes están diciendo, y mientras el ejército fue evidentemente tomado por sorpresa por la invasión, este no es un ataque unilateral o sin provocación. El miedo que sienten ahora los israelíes, yo incluido, es una pequeña parte de lo que los palestinos han estado sintiendo diariamente durante décadas de régimen militar en Cisjordania, y bajo el asedio y los repetidos ataques contra Gaza. Las respuestas que escuchamos de muchos israelíes – de personas que llaman a “aplanar Gaza”, que “estos son salvajes, no personas con las que se puede negociar”, “están asesinando a familias enteras”, “no hay espacio para hablar con esta gente”- es exactamente lo mismo que he escuchado de los palestinos sobre la ocupación israelí en incontables oportunidades.
El ataque de esta mañana tiene también más contexto. Uno es el inminente acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita. Por años, el primer ministro Benjamin Netanyahu ha asegurado que se puede lograr la paz sin hablar con los palestinos ni hacer ninguna concesión. Los Acuerdos de Abraham quitaron a los palestinos una de las últimas fichas y base de apoyo que tenían: la solidaridad de los gobiernos árabes, a pesar de que esa solidaridad es cuestionable desde hace mucho tiempo. La alta probabilidad de perder quizás el más importante de esos Estados árabes bien puede haber contribuido a llevar a Hamás al límite.
Mientras tanto, comentaristas alertaban desde hace semanas que la reciente escalada en Cisjordania ocupada lleva a derroteros peligrosos. Durante el año pasado, más palestinos e israelíes han fallecido que cualquier otro año desde la segunda Intifada en los primeros años 2000. El ejército israelí realiza incursiones rutinariamente en ciudades palestinas y campos de refugiados. El gobierno de extrema derecha le está dando a los colonos mano libre para construir nuevos asentamientos ilegales y lanzar pogromos contra pueblos y villas palestinas, con soldados acompañando y matando o hiriendo a los palestinos que intentan defender sus hogares. En medio de importantes festividades, extremistas judíos desafían el “status quo” en el Templo del Monte/Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, respaldados por políticos que comparten su ideología.
En Gaza, el continuo bloqueo destruye diariamente la vida de más de dos millones de palestinos, muchos de los cuales viven en extrema pobreza, con un muy limitado acceso a agua potable y solo 4 horas de electricidad al día. Este bloqueo no tiene ningún objetivo, incluso un reporte oficial descubrió que el gobierno nunca ha discutido una solución a largo plazo para terminar con el bloqueo, ni tampoco ha considerado seriamente ninguna alternativa a los recurrentes ciclos de guerra y muerte. Es literalmente la única opción de este gobierno y los anteriores.
La única respuesta que consecutivos gobiernos israelíes han ofrecido para el problema de los ataques palestinos desde Gaza ha sido en la forma de “parche curitas”: si vienen por tierra, construir un muro; si vienen por túneles, construir una barrera subterránea; si disparan cohetes, instalar interceptores; si matan a algunos de nosotros, mataremos muchos de ellos. Y así sigue y sigue.
Todo esto no es para justificar el asesinato de civiles, algo absolutamente condenable. Por el contrario, busca recordarnos que existen razones para todo lo que está pasando hoy, y que -al igual que en las guerras anteriores- no hay una solución militar para el problema de Israel en Gaza, ni para la resistencia que naturalmente emerge como una respuesta a la violencia del apartheid.
En los últimos meses, cientos de miles de israelíes han marchado por “democracia e igualdad” a lo largo del país, con muchos diciendo que incluso se negarían a cumplir su servicio militar por las tendencias autoritarias del gobierno. Lo que esos manifestantes y reservistas necesitan comprender -especialmente hoy, debido a que muchos anunciaron que detendrían sus protestas para unirse a la guerra en Gaza- es que los palestinos han estado luchando por esas mismas demandas y más durante décadas, enfrentando un Israel que para ellos ya es, y siempre ha sido, completamente autoritario.
Mientras escribo estas palabras, estoy sentado en mi hogar en Tel Aviv, tratando de pensar cómo proteger a mi familia en una casa sin refugio ni habitación segura, seguido de un creciente pánico producidos por los reportes y rumores de horribles eventos que suceden en los pueblos israelíes cerca de Gaza que están bajo ataque. Veo personas, algunos mis amigos, llamando en redes sociales a atacar Gaza con más fiereza que nunca. Algunos dicen que es el momento para erradicar Gaza por completo -esencialmente llamando a un genocidio. A través de todas las explosiones, el miedo y el derramamiento de sangre, hablar de soluciones pacíficas parece una locura para ellos.
Sin embargo, recuerdo que todo lo que estoy sintiendo ahora, que todos los israelíes deben estar sintiendo, ha sido la experiencia diaria de millones de palestinos por demasiado tiempo. La única solución, como siempre ha sido, es ponerle fin al apartheid, la ocupación y al bloqueo, y promover un futuro basado en la justicia y la igualdad para todos. No es a pesar del horror que tenemos que cambiar de rumbo; es exactamente a causa de él.