La literatura del trabajo

Quizá una escena sintomática de la literatura neoliberal es la imposibilidad de representar al proletariado como clase y más bien enfocarse en las pasiones, dramas y avatares de los personajes como individuos. Los espacios colectivos vuelven como lo reprimido, como un síntoma indescifrable. Si bien esta es una tónica de las novelas escritas en las últimas décadas, el trabajo y los trabajadores se nos presentan como una realidad problemática que incluye más interrogantes que respuestas, sobre todo por la crisis de los modelos del trabajo heredados del siglo XX.

por Nicolás Román González

Imagen / Strike! (In Case of Fascism). Ilustración de Kayrock.


I

La literatura latinoamericana, y la chilena en particular, en épocas recientes ha abordado distintos temas, en especial, posterior a la dictadura hay una problemática abierta sobre la memoria, la derrota y el duelo. La escritura ha hecho el esfuerzo de reflexionar sobre los síntomas de una sociedad traspasada por el trauma, donde los trabajadores y el trabajo se han visto desplazados como estéticas y problemas literarios. Las transformaciones sociales impuestas por el neoliberalismo han cambiado la representación del proletariado como clase. La ofensiva neoliberal ha provocado la desarticulación de los vínculos sociales con la preeminencia de una perspectiva individualista1 que ha afectado profundamente la literatura del trabajo y el trabajo de la literatura.

En ese sentido, los conflictos del trabajo y la clase trabajadora son parte de problemas literarios, no porque sean parte de la ficción, sino porque la estética de esta problemática permite el ingreso –a quienes le han negado la palabra– a un espacio democrático de su representación y lo hacen por medio de los materiales propios de la escritura, con sus claves y sus ritmos.

La literatura del trabajo está fuertemente ligada con el trabajo de la literatura. En palabras de Jacques Ranciere el arte en general, y la palabra escrita en particular, juegan su política y su trabajo en la disputa por representar2, en la alteración de la percepción de lo sensible y su reino, y en modificar cómo aquellos que no tienen palabras para expresarse tomen la palabra para hacerse un espacio y sacar la voz. La política de la literatura es una política estética, una forma de la percepción y un régimen de cómo aparecen personajes, espacios y conflictos.

Quizá una escena sintomática de la literatura neoliberal es la imposibilidad de representar al proletariado como clase y más bien enfocarse en las pasiones, dramas y avatares de los personajes como individuos3. Los espacios colectivos vuelven como lo reprimido, como un síntoma indescifrable. Si bien esta es una tónica de las novelas escritas en las últimas décadas, el trabajo y los trabajadores se nos presentan como una realidad problemática que incluye más interrogantes que respuestas, sobre todo por la crisis de los modelos del trabajo heredados del siglo XX. Los obreros fabriles, la gran industria, la solidaridad, las organizaciones de clase y el sindicalismo, entre otros elementos, han sido fuertemente fustigados en el campo social por la ofensiva neoliberal.

 

II

En este escenario, hay casos emblemáticos de escrituras relacionadas con el conflictivo mundo del trabajo4, sin duda el mundo laboral no solo es un problema literario, es un escenario de disputa por la vida basado en la oposición entre el capital y el trabajo. Es un dilema transversal que se nos propone cada vez más beligerante en el campo cultural y artístico. Diamela Eltit en los inicios de los años dos mil escribió Mano de obra, donde inaugura una estética del supermercado. La nueva fábrica de los afectos es expuesta en clave claustrofóbica y paranoica. La novela narra el mundo del consumo y las relaciones contemporáneas entre trabajadores y mercancía5. En esa línea de los encierros, La filial de Matías Celedón también muestra el problema del trabajo asociado con el asedio psicológico y la persecución en una novela delirante –un libro artefacto– que en su materialidad reivindica las diatribas sobre el trabajo, el encierro y el control6.

Los cambios en las percepciones sobre qué es el trabajo también nos invitan a reflexionar sobre quiénes trabajan y cómo lo hacen, en este sentido, los trabajos de los cuidados analizados desde una perspectiva feminista develan una enorme tradición en la literatura chilena asociada con los espacios domésticos. El servicio y la casa son un lugar fundamental de la reproducción social con sus consecuentes factores vinculados con la opresión y el sostenimiento del patriarcado y el capital7.

Recientemente, la novela Limpia de Alia Trabucco vuelve al siniestro espacio familiar en las palabras de Estela, su protagonista. La narración muestra el desarraigo, ya no solo de Estela, sino de los trabajadores como clase embotados en la familia de los patrones, donde la casa se propone como el modelo de las relaciones sociales y, consecuentemente, de la explotación y la dominación. De otro modo, en Mientras dormías cantabas de Nayareth Pino Luna, las mujeres, trabajadoras que cuidan, son las protagonistas en los espacios obreros expuestos desde otra perspectiva, desde el cuidado, pero también desde la consciencia de la enfermedad, la vulnerabilidad del cuerpo y la energía para organizar y mantener los vínculos comunitarios. La novela de Pino Luna nos muestra La Pintana, la vida gozadora y sufriente de los proletarios, el hermetismo de sus problemas y el desgaste de las mujeres de su clase.

En el contexto neoliberal de debilidad de los trabajadores y de redefinición de los marcos de qué es el trabajo, la literatura reflexiona desde las grietas de estos conceptos, no para entregar una respuesta sobre quiénes somos trabajadores y qué debemos hacer, sino que para experimentar con los materiales de la palabra y reflexionar desde la letra cuáles son los asedios, las angustias y sus contestaciones frente a la ofensiva del capital.

En un mundo laboral afectado por la vulnerabilidad, la precarización y el riesgo de la informalidad con la cesantía como amenaza, también la escritura se ha volcado hacía los sujetos precarizados y expulsados del mundo del trabajo formal. Desde la errancia, los ambulantes de Sumar de Eltit buscan enarbolar su protesta contra la Moneda, asimismo, en Ropa y Carcasa de Diego Armijo, el universo postsalarial de las relaciones del trabajo se asume como problemática fundamental de sus personajes que son integrantes de una clase trabajadora que desdibuja los límites de la fábrica del siglo XX8. Si el supermercado es la gran jaula del trabajo contemporáneo, la calle es la gran vitrina del excedente productivo de las usinas globales. Ropa, muestra ese conflicto donde la calle, la fábrica, las ferias y el comercio informal son el nuevo galpón de almacenaje donde se reproducen las relaciones del capital y las condiciones de su revuelta. El supermercado y la venta informal están presentes también en Panaderos y Jugar a la guerra de Nicolás Meneses. De la tradición panadera nacional, su escritura narra cómo los oficios son devorados por la mecanización y la fiebre consumista9. El supermercado vuelve, y no lo hace desde lo reprimido, por el contrario, es un imperativo categórico de la industria retail, donde no existe el más allá del supermercado, sino que el súper es la aquiescencia de las relaciones mercantiles.

Estas literaturas sobre el trabajo en su propia política –en la política de las palabras– se preguntan por cómo se pueden representar a los trabajadores y trabajadoras. La literatura se encuentra con esta dificultad, no porque habitemos un mundo líquido y posmoderno donde ya no existen relatos ni emancipación; todo lo contrario, las preguntas sobre el trabajo y la clase, justamente, se articulan según la necesidad de una representación –una palabra– para condensar los deseos, las utopías y las ficciones sobre la vida y el futuro de los proletarios. La representación literaria se enfrenta a los problemas de la política, pero con otras herramientas. Más que nunca el problema de la representación se ha vuelto una disputa –y conocemos mejor que nadie– nuestra propia debilidad ante tal dilema en un mundo conquistado por la hegemonía del capital y sus secuaces.

El orden social del neoliberalismo, cuya nueva plaga es la angustia y la precarización, ha visto cómo los trabajadores se toman la escena de la letra y asaltan la biblioteca, ahora más que en otros tiempos, la construcción de estos nuevos discursos es crucial. Ante una agenda social privatizadora, la literatura es una escena pública democrática que insiste en la palabra como protesta. La literatura carga con una fuerza movilizadora, una energía ineluctable; su potencia se basa en las vías de escape garantizadas por la ficción. La literatura es una fuente de preguntas no una fuente de certezas. Estas obras no tienen fórmulas, verdades, ni recetas, más bien son laboratorios de lo precario y su potencia que muestran mundos paralelos construidos con palabras para concebir las vías paralelas de la construcción de nuevos mundos.

 

Notas

1 Kathya Araujo y Danilo Martuccelli. “Beyond institutional individualism: Agentic individualism and the individuation process in Chilean society”, Current Sociology 62.1 (2014), págs. 24-40

2 Jacques Ranciere, El reparto de lo sensible. (Santiago:Lom, 2009)

3 Patricia Espinosa, “La narrativa chilena y el riesgo de la insignificancia”, Aisthesis68 (2020): 301-314.

4 Rubí Carreño. Memorias del nuevo siglo: jóvenes, trabajadores y artistas en la novela chilena reciente. (Santiago: Editorial Cuarto propio, 2009)

5 Fermín Rodríguez. Señales de vida. Literatura y neoliberalismo. (Villa María: EDUVIM, 2022)

6 Sebastián Reyes. “Corte y conceptualismo en La Filial (2013) de Matías Celedón”. Letral n° 24 (2020): 139-158.

7 Leopoldina Fortunati. El arcano de la reproducción. Amas de casa, prostitutas, obreros y capital. (Santiago: Tiempo Robado editoras, 2021)

8 Verónica Gago. La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular. (Buenos Aires: Editorial Tinta limón, 2014)

9 Lorena Amaro. “Cuando voy al trabajo…”: Cuerpo y oficio de Panaderos en el contexto de la narrativa chilena reciente. Asthesis 88, (2020): 249-70.

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Doctor en Estudios Latinoamericanos y parte del Comité Editor de revista ROSA.

Un Comentario

  1. Artículos como este hacen falta como forma de difusión a los que nos interesa el tema he leído varias de las novelas mencionadas gracias

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