Durante los últimos años Alemania ha fortalecido una legislación que apunta a combatir la expresión de la solidaridad con la causa palestina bajo la excusa de luchar contra el antisemitismo. En este reportaje, publicado originalmente en la revista +972, la periodista palestina-estadounidense Hebh Jamal profundiza en los últimos episodios de este proceso.
por Hebh Jamal, publicada originalmente en la revista virtual +972. Traducida por Felipe Ramírez, para revista ROSA.
Imagen / Hundreds of Palestinians and supporters protest in front of the U.S. embassy against President Trump’s decision to recognize Jerusalem as the capital of Israel, Berlin, Germany, December 8, 2017. (Anne Paq/Activestills)
Durante los últimos años, el espacio para la defensa de Palestina en Alemania se ha reducido. El discurso pro-palestino es etiquetado como antisemita y, luego de la aprobación de una resolución contra el BDS en el Congreso alemán en 2019, las instituciones federales han comenzado a declarar todas las acciones que apoyan el movimiento de boicot como antisemitas. Esto ha permitido a universidades, gobiernos estatales e instituciones públicas negarles el derecho a la libertad de expresión y de reunión.
Aún más, la resolución de 2019 expandió dramáticamente el alcance de lo que se considera antisemita y, aunque no es legalmente vinculante, muchos funcionarios lo usan como estándar para determinar qué es y qué no es antisemitismo. Y aunque esta política se utilizó previamente de forma casi exclusiva contra palestinos alemanes, el intento de Alemania de preservar su lealtad al Estado de Israel la ha llevado a apuntar a un nuevo e inesperado grupo: los judíos en Alemania que son críticos del Estado apartheid.
Wieland Hoban, un compositor y traductor académico que también es el presidente de “Jüdische Stimme”, una organización judía anti-sionista, le comentó a +972 que ha visto un aumento en los ataques contra los judíos que no concuerdan con la postura de firme apoyo a Israel de Alemania. “Mientras los alemanes y las instituciones estatales están cómodos difamando y calumniando a los palestinos, estamos llegando a un punto en donde incluso gente que no es judía calificará de antisemitas a personas que si son judías”, afirmó. “Ese es un nuevo nivel que hemos alcanzado estos últimos años”.
Los judíos anti-sionistas están enfrentando un torrente de ataques y varios niveles de censura debido a su solidaridad con la causa palestina. Diferencias de opinión política sobre Israel/Palestina son desalentadas, e incluso amenazadas. La consecuencia es una situación torcida en la que el Estado decide qué es antisemita y ofensivo para los judíos, y judíos mismos son muchas veces el blanco de ello.
Si no te alíneas con Israel, no perteneces
En enero de este año, Adam Broomberg, un artista judío de Sudáfrica que ahora vive en Berlín, enfrentó una serie de acusaciones y ataques por parte del Comisionado sobre Antisemitismo de Hamburgo, Stefan Hensel, debido a su apoyo a Palestina. Hablando con el medio de derecha Jüdische Allgemeine, Hensel describió a Broomberg como alguien que “repetidamente difama a Israel como un Estado apartheid y apoya el boicot contra Israel”, que “parece odiar Israel”, y que “no rehuye legitimar el terrorismo contra los judíos”.
Hensel atacó a Broomberg junto con miembros del colectivo artístico de Indonesia “Ruangrupa”, Reza Afisina y Iswanto Hartono, que son actualmente profesores invitados en la Universidad de Bellas Artes de Hamburgo, donde Broomberg también ha enseñado. El grupo fue denunciado antes por su rol en un prestigioso festival de arte alemán que acogió a artistas palestinos.
Broomberg dijo a “+972” que, habiendo crecido como judío en la Sudáfrica del apartheid, comprende el impacto del mismo desde que era adolescente. “En la escuela nos decían todos los días que si el apartheid terminaba en Sudáfrica, llevaría al fin de la existencia de los blancos en el país”, dice. “De igual forma, asistiendo a una escuela religiosa-sionista, me decían que el sionismo aseguraba la supervivencia del pueblo judío. Ambos usan la misma estrategia para justificar su existencia, y ambos mitos comenzaron a desarmarse para mi al mismo tiempo. Así que mi apoyo a Palestina no es algo que sólo se me ocurrió, tengo 52 años, y esto sucedió a los 15”.
“No me siento seguro [aquí]”, continúa Broomberg. “Es algo que realmente tengo que dejar claro. Es una experiencia muy extraña y surreal esto de sentir este nivel de inseguridad en Alemania siendo judío, pensando que acabo de enterrar a mi madre quien tuvo una experiencia directa con el Holocausto”.
Además del rechazo estatal, Broomberg enfrenta también consecuencias culturales por su posición política. Broomberg habló con el Berliner Zeitung, una publicación alemana importante, sobre los ataques realizados por Hensel, pero la historia finalmente no se publicó sin que recibiera ninguna explicación al respecto. Broomberg explicó a “+972” que siente que ni siquiera está autorizado para defenderse a si mismo ante la opinión pública. “Me encuentro sólo en un ring de box luchando contra una sombra”.
La experiencia de Broomberg no es única. El verano pasado el grupo “Jüdische Stimme”, que reúne a judíos anti-sionistas, ayudó a organizar una vigilia por Shireen Abu Akleh, la periodista palestina y estadounidense que fue asesinada por fuerzas israelíes, sin embargo, el evento no se pudo realizar por la prohibición general contra manifestaciones pro-Palestina durante el aniversario de la Nakba. A pesar de eso, manifestantes judíos encontraron una manera de unirse brevemente a un flash mob junto a palestinos. Varios fueron detenidos y multados.
“[Esta prohibición] fue la posición más extrema que el Estado ha tomado hasta ahora” dijo Hoban, presidente de “Jüdische Stimme”. “Incluso si es contra los mismos judíos, el Estado y la prensa de derecha establece que, si no te alineas con la posición sobre Israel, entonces no perteneces a este país”.
Tácticas de silenciamiento
La comunidad judía en Alemania es inusual: muchos no son originalmente alemanes. La gran mayoría de los judíos étnicamente alemanes escaparon o fueron asesinados durante el Holocausto, y la mayoría de los judíos que viven hoy en Alemania son refugiados desplazados de países de Europa del Este o de la antigua Unión Soviética.
Muchos, sin embargo, vienen desde Israel y llegan a vivir Berlín. Yossi Bartal, periodista y activista que vive en la capital alemana, dijo a “+972” que muchos de estos inmigrantes israelíes son izquierdistas seculares que no son considerados parte de la comunidad judía.
“Hay un choque sobre quién “pertenece a la comunidad judía”, explica Bartal. “Judíos extranjeros como yo mismo, que somos ciudadanos alemanes pero inmigramos desde Israel, no somos miembros oficiales de la comunidad judía aquí, que está organizada en gran medida a través de organismos religiosos como las sinagogas. Así que hay conceptos diferentes sobre qué constituye la “comunidad” aquí. La definición particular de la comunidad judía tiene un extraño efecto: de acuerdo a Bartal, “hay más israelíes en Berlín que miembros de la comunidad judía”.
Mientras que la comunidad judía institucional es consultada en materias de antisemitismo y los organismos estatales, estos judíos izquierdistas y seculares no lo son. Además, judíos israelíes que se consideran a si mismos como anti-sionistas pueden ser catalogados incluso como antisemitas si su política no se alinea con la del Estado alemán en su respaldo a Israel.
La historia de Shir Hever, un economista político nacido en Israel y domiciliado ahora en Alemania, ejemplifica este proceso y la censura inevitable a la que lleva. En diciembre pasado, Hever fue invitado a dar una charla sobre trabajo infantil en Palestina a una organización local del Sindicato de Trabajadores de la Educación y la Ciencia (GEW).
Sin embargo, una semana antes del evento, el sindicato canceló la charla luego de que la “Oficina del Comisionado estatal para el antisemitismo”, Michael Blume, enviara una discreta carta a la presidenta nacional del GEW, Monika Stein. GEW rehusó mostrarle la carta a Hever, pero luego se filtró; en ella se afirmaba que Hever “apoya activamente el movimiento del BDS, lo que se demuestra en varias charlas y declaraciones”, y agrega que Blume, a quien “se le ha encargado investigar estas actividades del BDS y advertir al público de actos anti-Israel y clarificar posiciones antisemitas” quería “discutir esta charla con el GEW”.
Posteriormente, Stein removió la discusión sobre la decisión de cancelar la charla de Hever de una reunión de la directiva del GEW, con el pretexto de que había una “disputa legal”. En una declaración a +972, el vocero del sindicato, Matthew Schneider, confirmó que, si bien era la organización local del GEW el último responsable por cancelar el evento, la decisión había sido apoyada por Stein, la presidenta de todo el sindicato nacional. La organización se negó a entregarle a Hever la compensación prometida.
“El señor Blume envía cartas sobre ciudadanos alemanes cuyas opiniones no le gustan, y quiere evitar que puedan hablar públicamente en una charla que no tiene ninguna relación con sus responsabilidades” dijo Hever a “+972”. “Si un funcionario de gobierno no está de acuerdo con una opinión, puede enviar cartas secretas a nuestros socios de negocios o empleadores tras nuestras espaldas. No soy el primero y seguramente no seré el último, en ser silenciado mediante estas tácticas. Alemania es generalmente un país democrático, pero cuando se trata de Israel y Palestina, eso es cada vez menos claro”.
Respondiendo a una solicitud por comentarios hecha por “+972”, Blume justificó sus acciones con la reciente legislación anti-BDS. “Nuestro parlamento estatal -el Landtag de Baden-Württemberg- votó contra el movimiento antisemita BDS y me dio la tarea de prevenir que su mensaje se extienda”, afirmó.
Blume continuó luego haciendo afirmaciones sobre el efecto negativo del BDS en la política global. “Como un demócrata, un académico y un cristiano casado con una musulmana, creo que es insano para musulmanes, cristianos, judíos y adherentes de otras o de ninguna religión en la región de Eurasia [apoyar el BDS]. Para sobrevivir en tiempos de calentamiento global y sequía, deben cooperar, como en los Acuerdos de Abraham, pensando en su destino compartido y su supervivencia. El BDS sólo fortalece a los extremistas de cada lado”.
Como comisionado de antisemitismo, Blume tiene una larga historia de cancelar actividades que puedan ser afines a la causa palestina, incluyendo apuntar a otros voceros pro-palestinos e incluso cancelando exhibiciones sobre la Nakba bajo la premisa de que promueven “el odio a los judíos”.
Blume, quien no es judío, está autorizado como comisionado a determinar qué es y qué no es antisemitismo. El resultado de su nombramiento, y el de muchos otros comisionados en antisemitismo en Alemania, es que un cristiano alemán está acusando regularmente a judíos israelíes de antisemitismo por expresar sus posiciones políticas.
Equiparar anti-sionismo con antisemitismo
Bartal, el periodista y activista israelí, cree que este fenómeno es una parte indispensable de la política alemana de apoyo inequívoco al Estado judío. “Si quieres continuar apoyando a Israel, tienes que tomar una posición de extrema derecha, porque no hay otra posición”, afirmó. “La solución de dos Estados está muerta, e Israel está en clara violación de la ley internacional, pero eso no importa: cualquiera de nosotros, judíos, que no esté de acuerdo y tome una posición al respecto, es apartado”.
“Lo hermoso de la cultura, el discurso y la política judías es el hecho de que no todos tenemos la misma opinión”, dice Bartal. “El hecho de que todas estas cosas sean ofensivas para los alemanes, es inherentemente anti-judío. La vida judía no necesariamente lo que quieres que sea, y aceptar ello es parte importante de combatir el antisemitismo”.
Las acusaciones hechas contra judíos se sustentan en la insistencia de Alemania de equiparar el anti-sionismo con el antisemitismo. La Fiscalía de Baden-Wüttemberg, por ejemplo, acusó a un hombre por “discurso de odio” y lo multó con 2.700 euros por corear ”Israel asesina niños” en una protesta en mayo de 2022. Los documentos oficiales de la corte entregados a “+972” muestran que el fiscal justificó este razonamiento equiparando abiertamente a los judíos con el Estado de Israel. “Sus oyentes son personas que están de lado de Palestina que incitan el odio contra los judíos viviendo en Alemania”.
El documento continuó: “También era consciente de que este eslogan era particularmente relevante en el caldeado clima imperante. La elección de las palabras “asesina niños” sugiere que los judíos deliberada y a propósito asesina niños en un conflicto real. En este contexto “Israel” se utilizó para apuntara con un discurso de odio no sólo a Israel, si no que también, como sinónimo, a todos los judíos viviendo en Alemania”.
Muchos de los judíos israelíes enfrentando ahora las repercusiones legales y culturales por su crítica a Israel sienten que su identidad judía es manipulada para que utilizada como un arma contra ellos mismos. “Los judíos reales no importan”, dice Hoban. “Sólo somos un significante para su narrativa teórica, y no creen que los judíos puedan tener diferentes opiniones y que sean actores autónomos que no están interesados en aparecer en esta película alemana, donde tienen que jugar un papel por el bien de los alemanes. Es narcisista y, en última instancia, es algo que se trata sólo de los alemanes”.
La naturaleza interesada de estas acusaciones se demostró abiertamente en agosto del año pasado, cuando el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, hizo un comentario insensible sobre el Holocausto durante su visita a Alemania. El comisionado federal en antisemitismo, Feliz Klein, condenó los dichos de Abbas, pero no porque fuera ofensivos contra los judíos. “Al relativizar el Holocausto, el Presidente Abbas careció de toda sensibilidad hacia sus anfitriones alemanes”, dijo Klein.
“Cuando [Klein] dice “nosotros” se refiere a los cristianos alemanes” explica Hever, el economista político. “Toda su idea es capitalizar en la culpa y las emociones, como si el Holocausto perteneciera sólo a los alemanes y a nadie más”.
Cuando la identidad judía no es ignorada, es reducida al apoyo al Estado de Israel, una posición rechazada por un gran número de judíos en Alemania. “Soy un orgulloso judío y estoy orgulloso de la complejidad de mi identidad judía, o yiddishkeit” afirmó Broomberg, el artista. “Me siento resentido que mi identidad se reduzca a la idea de que, si soy judío, debo jurar lealtad al Estado-nación de Israel”.