Lagos ¿Espectro o Nostalgia?

En el actual panorama político ocurren apariciones como la del ex-Presidente Ricardo Lagos, quien ha empezado a hacer intervenciones públicas bajo el patrocinio de la derecha y sus mecenas. Sus declaraciones aún resuenan; pero más bien con un efecto adicionado, forzado, retocado por los medios de la oligarquía.

por Andrés Rojas

Imagen / Despedida de Ricardo Lagos en el cambio de mando, 11 de marzo 2006. Fuente.


¿Cómo puede estar allí, de nuevo, cuando su tiempo ya pasó?
Derrida, “Los Espectros de Marx”

 

1

Hace unos meses, a propósito de la asistencia del Presidente Boric al homenaje del ex-Presidente Salvador Allende en Nueva York, algunos representantes de la derecha cuestionaban esta actividad. Ponían en duda la relevancia del derrocado mandatario en el siglo XXI, al ser, según ellos, un personaje del pasado. La respuesta parece simple: Allende fue neutralizado, pero no exorcizado. Allende vive, pero no corporalmente. Por eso aún acecha. Allende es un espectro.

En el actual panorama político—frente al inminente cambio de la Constitución del 80, la crisis de las élites, las demandas de transformación y el susto de ciertos sectores frente a los cambios—ocurren otras apariciones. Me refiero al ex-Presidente Ricardo Lagos, quien ha empezado a hacer apariciones públicas bajo el patrocinio de la derecha y sus mecenas. Sí, sus declaraciones aún resuenan; pero más bien con un efecto adicionado, forzado, retocado por los medios de la oligarquía. Cuando Rocío Montes escribe en El País: “Lagos removió la escena política al instalar la discusión no ya sobre las dos opciones del plebiscito, sino en lo que sucedería después[1]”, automáticamente surge la pregunta: ¿Lagos provocó ese efecto per se, o fue un efecto forzado producto de los medios?

Ricardo Lagos, en una suerte de mesías, resucita forzosamente de tanto en tanto. A falta de personajes con peso en la derecha, la oligarquía debe recurrir a su persona. Es quien encaja con las convenciones de ese sector social: orden, virtud, conocimiento y la constitución del todo en un sujeto[2]. Por lo tanto, a diferencia del cadáver simbólico[3] de Sebastián Piñera, es sano preguntar ¿Es Ricardo Lagos un espectro? ¿Un espíritu? ¿Una encarnación de la nostalgia?

A principios de julio de 2022, cuando el ex-Presidente publicó su carta criticando a la Convención Constitucional y ambiguamente deslegitimando su carácter democrático, Elisa Loncón espetó: “Lagos fue un Presidente respetado en la historia nuestra; pero no puede suplantar las voces de nosotras las mujeres, que llegamos democráticamente electas para instalar los derechos de paridad. No puede suplantar los derechos de los pueblos originarios que también llegamos democráticamente electos; para él, imponer su voz como el gran patriarca[4]” (itálicas mías). Loncón fue capaz de leer el artificioso lado oscuro de la re-aparición de Lagos, y entrever ese abismo entre lo que fue y lo que es; entre el pasado y el presente; entre lo visible y lo invisible: entre lo que existe y lo que no existe.

El pasado, que supone tiempo, también supone espacio; un espacio que es habitado, o que puede ser invadido. Cuando Hamlet le dice a Horacio: “El tiempo está fuera de quicio” ¿Hamlet habla del lugar? ¿O habla de lo que ocurre en ese momento? ¿O habla de lo que ocurrirá en ese lugar? La famosa sentencia de Hamlet debe ser la más citada por Jacques Derrida en Los Espectros de Marx, donde Derrida desarrolla su concepto de la hauntología. Martin Hagglund discute que toda la obra de Derrida gira en torno a este tiempo “fuera de quicio.” Hagglund expone que el objetivo de Derrida es formular una hauntología general, en contraste a la tradicional ontología, la cual considera al ser en términos de plena presencia. En la hauntología el espectro no está completamente presente: en su composición no tiene presencia, pero marca una relación a lo que ya no es o aún no es[5].

En nuestra condición postmoderna—ese eterno bucle que nos mantiene en un eterno presente—, irónicamente, no podemos escapar del pasado; ese pasado donde re-aparece la nostalgia por personajes autoritarios que después de “caóticos” ciclos se hacen presentes para “imponer orden.” Desde dicha proyección también se hace visible Ricardo Lagos. La oligarquía, en su constante re-colonización del discurso, continuamente re-construye el pasado con su narrativa del goce y el orden, proyectándolo como nostalgia sobre el “presente.” Desde el principio de la república, estos personajes que someten con “mano dura” desde el Estado han sido amplificados bajo esta proyección: Diego Portales, luego Pinochet, y ahora Lagos. Por esta razón, la nostalgia (que proyecta la oligarquía) es artificial porque se construye. No es psicológica ni afectiva. Fredric Jameson explica que esta nostalgia es estructural y cultural. No es la añoranza por algún punto anterior de nuestro pasado, sino que es la incapacidad de imaginar cualquier cosa excepto el pasado[6].

En la condición postmoderna, dominada por el consumo, Jameson manifiesta que ha habido una desaparición del sentido de la historia: nuestro sistema social contemporáneo lentamente ha comenzado a vivir en el perpetuo presente del consumo: los productos son desechables; pueden ser fácilmente reemplazados, y por lo mismo, no podemos retenerlos en la memoria por mucho tiempo. Por eso, el viejo y repetido juego de la derecha: proyectar espectros artificiales que vengan a manifestarse bajo un fino velo de nostalgia. Como ocurre en La Invención de Morel[7]. El protagonista—un fugitivo—, observa todos los días a los mismos turistas que visitan el museo en la colina. El fugitivo también observa a una mujer llamada Faustine que es visitada diariamente por un hombre llamado Morel. Un día el fugitivo decide acercársele, pero ella lo ignora, no reacciona; lo mismo los otros turistas. Lo que llama la atención del fugitivo es que la conversación entre Morel y Faustine se repite diariamente, así como sus gestos. Por lo mismo, el fugitivo, constantemente, observa una puesta de dos soles. Cuando el protagonista decide investigar, descubre que lo que él ve a diario son proyecciones tomadas por una cámara inventada por Morel. Esta máquina, cuando fotografía, capta la imagen, el alma, el sonido y el tacto del emisor. Así, quien sea fotografiado, vivirá en esa fotografía, y será proyectado (repetido) para siempre. Por esa razón—se explica el protagonista—no puede interactuar con los turistas, y por eso hay dos soles: el sol real, y el sol que se superpone: la proyección se superpone sobre la realidad.

Nuestro presente tiene mucho que ver con proyecciones del pasado. Por eso Loncón, cuando critica a Lagos, dice: “Lagos fue”. Loncón se refiere al pasado, esa invocación que la añosa oligarquía aspira a re-imponer. Al imponerse el presente de los viejos en nuestro presente se produce una simultaneidad, de cuya des-unión, de cuyo des-encaje, aparecen los espectros. Es decir, las influencias y fuerzas que operan remota y parcialmente—sin estar genuinamente presentes, pero no completamente ausentes. Por eso, explica Mark Fisher, el espacio es intrínseco a la espectralidad. Lo que reaparece, lo que frecuenta, lo que “pena” se refiere a un desorden de tiempo, así como de lugar. Cuando un espacio es alterado por un tiempo que está fuera de orden, se produce una discronía[8].  Fisher explica que el aparecido se repite sin estar presente desde el principio (en primer lugar)— donde lugar o principio es equivalente en significado a tiempo. La presencia insiste e insiste en repetirse.

 

2

Ese hombre, Ricardo Lagos, que alguna vez abrazó el socialismo; que impresionó con su tesis titulada La Concentración del Poder Económico en Chile; que fue capaz de mostrar su dedo a Pinochet; ¿Se convirtió “él” en un defensor del orden tradicional o siempre fue “él” parte del orden tradicional? ¿Es Lagos “él” que está ahí cuando comienza su mandato en La Moneda o “ese” que siempre estuvo allí en La Moneda?

Dios, el Padre, el Gran Otro, o también conocido como el orden Simbólico, —El orden de las convenciones y la ley. El orden al que ingresamos cuando aprendemos a hablar—es donde se ha diseminado el mito portaliano, que ya es parte del inconsciente[9] chileno: la prosperidad producto de la “mano dura.” Fredric Jameson explica que el mundo viene a nosotros en forma de relatos. Por lo tanto, lo que llamamos el “fantasma portaliano” no existe; lo que existe es esta re-construcción discursiva de los acontecimientos interpretados en favor de una ideología dominante. En otras palabras, el mito portaliano es una estructura ficticia, una proyección, un simulacro, un espacio artificial articulado por la oligarquía—como las proyecciones en La Invención de Morel—que seduce con su lujuria, sus estratagemas y sus racionalizaciones[10]. Bajo esta proyección, los potenciales aspirantes a generar cambios, una vez en la Presidencia de la República, —potenciales en el sentido modernista—sucumben a las tentaciones de este simulacro que, finalmente, se “imprime” en ellos.

La oligarquía, en su metanarrativa re-escribe y re-escribe el presente en orden a mantener sus privilegios. El truco consiste en instalar la narrativa del desmoronamiento económico y moral de Chile. Una vez que esta narrativa está instalada (sólo miremos como los medios de la derecha instalaron la delincuencia como la prioridad de los chilenos) el simulacro comienza su trabajo.

Cuando Lagos—en la Comisión de Desafíos del Futuro—dice: “Chile no está a la altura de lo que fue[11]”, ¿qué quiere decir? ¿Es que no existe otro recurso que no sea mirar el pasado? ¿Por qué insistir en hablar a través de las máscaras de los personajes históricos en un museo imaginario?[12]. ¿Por qué insistir en el ya no es? ¿Por qué en este presente—roto, desolado—que está constantemente borrándose a sí mismo y sólo dejando trazos; donde las cosas te llaman la atención por un rato, pero no puedes recordarlas por mucho tiempo, las viejas memorias persisten intactas y constantemente conmemoradas[13]?

¿Es que tan tenazmente está el pasado aferrado a nuestro inconsciente?

Sigmund Freud explica que lo foráneo—eso que es externo y nos asusta—no es forastero o extraño, sino familiar porque está “escondido” en el inconsciente—alguna vez fue absorbido desde el consciente por el proceso de represión. Este material reprimido coincide con la definición de extraño porque estaba escondido y re-aparece: vemos el mundo de una forma extraña, pero familiar; lo que sugiere que hay otro mundo que no conocemos. Freud, para explicar como la psiquis almacena, usó el panel de escritura[14]como ejemplo. Luego de “borrar” lo escrito en el panel, quedan rastros “permanentes”: dejamos rastros de memoria, marcas que son parte de la memoria inconsciente, que pueden ser “resucitadas” hacia el consciente mucho después y afectarnos.  Por lo tanto, los potenciales aspirantes a generar cambios, ¿vendrían a ser un panel de escritura—un palimpsesto—donde constantemente la oligarquía re-escribe y re-escribe su historia en un interminable bucle? ¿Cómo usa la oligarquía eso que está reprimido—eso que está “guardado”—como “tinta” para escribir y re-escribir? Ya volveré a este punto.

 

3

Freud explica que la melancolía y el duelo se refieren a una pérdida. El duelo es donde la libido, en un proceso lento y doloroso que se desprende desde el objeto perdido. En la melancolía, en cambio, la libido permanece sujeta a lo que se ha ido.

Ricardo Lagos suponía ser el líder natural que nos guiaría a través de los bordes de una modernidad que se disolvía en la posmodernidad. Lagos parecía el líder indicado para llevarnos desde las grandes metanarrativas a la crítica de las mismas y sus fundaciones; a mover las cercas dejadas por la dictadura; a dar nuevos respiros a la educación; diversificar la economía; repensar el neoliberalismo. Finalmente, un líder que nos llevaría a soportar más la realidad que a pensarla. Pero eso no ocurrió. Continuamos estancados en los principios fundacionales de la nación y los “amarres” del conservadurismo. Francisco Fernández, ex-líder de la Fiscalía Nacional Económica lo resume muy bien: “A mí, lo que más me frustró en relación a Ricardo Lagos, fue que yo veía en él al continuador de Salvador Allende. Entonces, ver la forma en que se condujo y el contraste abrupto entre alguien que entrega su vida por defender ciertos valores, y otro que transa por acceder a posiciones de poder a cambio de concesiones económicas, me pareció inaceptable y me decepcionó profundamente[15]”.

De esta forma, Lagos personifica la melancolía de esa izquierda que no fue. Encarnaba las esperanzas de un proyecto reformador que al final sólo terminó en lo que Wendy Brown llama la resignación melancólica de la izquierda. Brown ataca a una izquierda que opera sin una profunda y radical crítica al estatus quo, y que no logra instalarse como una persuasiva alternativa al orden existente de las cosas. Pero quizás más problemático: una izquierda que se sujetó a su imposibilidad más que a su potencial productividad; que está en casa viviendo no de la esperanza sino de su propia marginalidad y fracaso; que está en una estructura de apego melancólico a un cierto estrés de su pasado muerto, cuyo espíritu es fantasmal; cuya estructura de deseo está mirando hacia atrás mientras se castiga[16]. En otras palabras, la melancolía de una izquierda que se mortifica por lo que es—y fue—incapaz de hacer.

Cuando Lagos se extinga corporalmente, no volverá como un espectro. Él no es el fantasma de Allende o de Marx, con los cuales “las sociedades capitalistas pueden siempre tener un suspiro de alivio y decirse a ellos mismos: el comunismo está terminado, no tiene lugar, fue sólo un fantasma[17]”, aseverando lo innegable: “un fantasma nunca muere, permanece siempre viniendo y viniendo de vuelta[18]”. ¿Dónde radica la hauntología entonces? Sabemos que el espectro no está completamente presente, pero marca una relación a lo que ya no es o aún no es. El ya no es se relaciona a la socialdemocracia que Ricardo Lagos no pudo consolidar, y el aún no es se relaciona a esas expectativas de los futuros posibles que la izquierda nos preparó para recibir, pero que nunca ocurrirán.

Ricardo Lagos no es producto de un luto fallido; es sólo una proyección de la derecha: un fantasma artificial re-escrito y re-escrito por la oligarquía. No sucumbió al circuito de la dominación. Es hijo de ese circuito de la dominación, y siempre se ha movido en ese circuito. En dicho círculo, como un niño, Lagos fue “expuesto” a los principios de la oligarquía. Pero se requirieron esas proyecciones de este grupo minoritario para transformar esas exposiciones en su actual fotografía: el Portalianismo fáctico[19]. Como sucede a Jack Torrance en The Shining, donde, después de haber sido expuesto a la violencia muy atrás en su infancia, sólo se requirieron los “espacios espectrales” del Hotel Overlook para transformar esas exposiciones en esa fotografía en la que, finalmente, Jack se transforma[20]. Lagos siempre estuvo en La Moneda porque él cuida el ámbito de lo simbólico: el relato autoritario-conservador de la oligarquía[21].

Freud explica que la Ley (el padre, el orden simbólico en persona) es quien prohíbe y mortifica. En Totem and Taboo Freud cuenta la historia de la Horda Primitiva, donde el grupo de machos beta, celosos por no tener acceso al placer del padre, lo asesinan. Pero paradójicamente, este grupo de hermanos que pensaba que después de asesinar a su padre tendría acceso ilimitado al placer, comienza a tener remordimientos, culpa y melancolía. Los hermanos se dan cuenta de que—muerto—su padre tiene mayor dominio sobre ellos. Así, los hermanos introducen formas primitivas de moralidad y religión, así como códigos de prácticas, para conmemorar y acatar la voz ausente. De esta forma Dios, el Padre, el Gran Otro, lo Simbólico no existe, pero insiste a través de la repetición de estos rituales[22] .

Ricardo Lagos no es el Padre, tampoco es la encarnación de lo Simbólico. Lagos sólo fue el aspirante que mejor “encajó” en el simulacro ungido por la oligarquía. Por lo mismo, la imagen de Portales, Pinochet o Lagos dan lo mismo. Ellos sólo son la herramienta en ese simulacro que insiste a través de la repetición; ese espacio donde ese añoso mito del orden persiste e insiste.

Notas

[1] “Boric está entendiendo que la gradualidad es importante para darle legitimidad a los cambios profundos.” El País. 10 septiembre, 2022.  https://elpais.com/chile/2022-09-10/ricadro-lagosboric-esta-entendiendo-que-la-gradualidad-es-importante-para-darle-legitimidad-a-los-cambios-profundos.html

[2] “El 4 de septiembre es un momento en que se aplasta el proceso democrático.” La Tercera. 18 septiembre, 2022. https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/rodrigo-karmy-academico-el-4-de-septiembre-es-un-momento-en-que-se-aplasta-el-proceso-democratico/VVL77U5CNRBCVD256TZNLITAVM/

[3] La muerte simbólica, dice Lacan, no es la muerte biológica de nuestros cuerpos. La muerte simbólica consiste en la exclusión desde el orden Simbólico donde dejamos de existir para el Otro.

[4] “Elisa Loncon y Patricia Politzer: La Disputa Está Entre la del 80, una Constitución Anacrónica, y una Contemporánea, la del 22.” El Mostrador. 6 julio, 2022. https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/07/06/elisa-loncon-y-patricia-politzer-la-disputa-esta-entre-la-del-80-una-constitucion-anacronica-y-una-contemporanea-la-del-22/

[5] Martin Hagglund, Radical Atheism: Derrida and the Time of Life (Stanford: Stanford University Press, 2008), 82

[6] Citado en Fisher 2007 “You Have Always Been the Caretaker”: The Spectral Spaces of the Overlook Hotel. Perforations, 29, (2007): 11

[7] Adolfo Bioy Casares. La Invención de Morel. Buenos Aires: Planetalector Argentina, 2015.

[8] La discronía es la falta de comprensión, conciencia, y habilidad para manipular conceptos de tiempo.

[9] Inconsciente: El conjunto de procesos síquicos de un individuo que condicionan su conducta, sin aflorar a la consciencia

[10] Fisher, You Have Always Been the Caretaker, 3

[11] “Chile no está a la altura de lo que fue.” El Mostrador. 29 de noviembre de 2022. https://www.elmostrador.cl/dia/2022/11/29/expresidente-ricardo-lagos-y-su-vision-del-pais-chile-no-esta-a-la-altura-de-lo-que-fue/

[12] Jameson, Postmodernism, 18

[13] Fisher, Ghosts of my Life, 111

[14] Ese juguete que consiste en una hoja de cobertura de celuloide, la cual descansa sobre una placa de cera. Uno puede escribir con un lápiz stylus y luego, lo escrito, puede borrarse al levantar la hoja de cubierta doble con un pequeño tirón.

[15] “Lagos sería un buen candidato de la centro derecha.” El Mostrador. 2 septiembre, 2016. https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/09/02/archivo-ex-fiscal-nacional-economico-lagos-seria-un-buen-candidato-de-la-centro-derecha/

[16] Fisher, Ghosts of my Life, 26

[17] Derrida, Specters of Marx, 123

[18] Derrida, Specters of Marx, 123

[19] Ver Karmy, El Fantasma Portaliano. https://www.ciperchile.cl/2022/07/07/la-carta-de-lagos-y-el-golpe-portaliano.

[20] Mark Fisher, You Have Always Been the Caretaker, 8

[21] Edison Ortiz, “Lagos: El Retorno de la República Autoritaria y del Orden de la Hacienda.” El mostrador. 5 octubre 2015. https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2015/10/05/lagos-el-retorno-de-la-republica-autoritaria-y-del-orden-de-la-hacienda/

[22] Citado en Fisher 2007 “You Have Always Been the Caretaker”: The Spectral Spaces of the Overlook Hotel. Perforations, 29, (2007): 11

 

Referencias

Derrida, Jacques. Specters of Marx. New York: Routledge, 1994.

“Elisa Loncon y Patricia Politzer: La Disputa Está Entre la del 80, una Constitución Anacrónica, y una Contemporánea, la del 22.” El Mostrador. 6 julio, 2022. https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/07/06/elisa-loncon-y-patricia-politzer-la-disputa-esta-entre-la-del-80-una-constitucion-anacronica-y-una-contemporanea-la-del-22/

Fisher, Mark. Ghosts of My Life: Writing on Depression, Hauntology and Lost Futures. Hampshire: Zero Books, 2013.

Fisher, Mark. “You Have Always Been the Caretaker”: The Spectral Spaces of the Overlook Hotel. Perforations, 29, (2007)

Freud, Sigmund. The Uncanny. New York: Penguin Classics, 2003.

Jameson, Fredric. Postmodernism, or The Cultural Logic of Late Capitalism. Duke University Press, 1991.

Jameson, Fredric. Signatures of the Visible. New York: Routledge, 1992.

King, Stephen. The Shining. New York. Random Books, 2013.

Kubrick, Stanley, director. The Shining. Warner Bros, 1980. 2 hr., 26 min.

Ortiz, Edison. “Lagos: El Retorno de la República Autoritaria y del Orden de la Hacienda.” El Mostrador. 5 octubre, 2015. https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2015/10/05/lagos-el-retorno-de-la-republica-autoritaria-y-del-orden-de-la-hacienda/

Sarup, Madan. An Introductory Guide to Post-Structuralism and Postmodernism. Athens: The University of Georgia Press, 1993.

Winter, Douglas E. Stephen King: The Art of Darkness. New York: Penguin, 1984.