La crisis política que se vive desde hace más de dos meses en Israel, con masivas protestas convocadas bajo la consigna de enfrentar el “golpe de Estado” impulsado por el gobierno de extrema derecha encabezado por Benjamin Netanyahu, se cruza con la creciente ola de violencia en los territorios palestinos ocupados, cuyo episodio más dramático es sin duda el reciente pogrom en el poblado de Huwara, un cruce que amenaza con inflamar el conjunto de la antigua Palestina.
por Oren Ziv
Traducción e introducción por Felipe Ramírez. Texto publicado originalmente en Local Call (hebreo), y en Revista +972 (inglés)
Imagen / Huwara. Fotografía de Oren Ziv.
Introducción
Desde hace varios meses la antigua Palestina se ve azotada por una doble crisis de consecuencias imposibles de prever. Si por una parte el gobierno de extrema derecha liderado por Netanyahu ha generado una ola creciente y masiva de protestas por su intento de subordinar el sistema de justicia al poder Ejecutivo despojando de su poder a la Corte Suprema, por otra los enfrentamientos en los territorios ocupados han dejado un reguero de sangre en ciudades como Nablus, Jenin o Huwara, ante la impotencia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
La oposición israelí -que agrupa a la centro-derecha, la izquierda sionista y a los partidos palestinos locales en una a veces incómoda alianza- se ha manifestado por 10 semanas consecutivas, llegando a reunir a 500 mil personas este 11 de marzo recién pasado. Uno de los logros más destacados por los organizadores ha sido la incorporación de sectores tradicionalmente ausentes de este tipo de protestas, como los trabajadores del sector tecnológico o los reservistas de las FF.AA., quienes se han movilizado bajo la consigna de detener el “golpe de Estado” de Netanyahu.
Sin embargo, una de las ausencias más notables en este proceso corresponde precisamente a uno de los sectores más desfavorecidos de la sociedad israelí: sus ciudadanos palestinos, que conforman el 20% de la población, con barrios empobrecidos, sin acceso a servicios o de muy mala calidad, y azotados por la discriminación del Estado, la violencia y el crimen. A pesar de todo ello, solamente una minoría de este sector -sobre todo en torno a los activistas de la izquierda de Hadash- se ha movilizado, mientras un gran sector mira con desconfianza la defensa de una democracia que hasta el momento, afirman, les ha negado sistemáticamente sus derechos.
La creciente tensión entre palestinos e israelíes se hizo patente el pasado jueves, en medio de otra jornada de protestas, cuando al final de la manifestación de Tel Aviv tres personas fueron víctimas de un atentado de un operativo de Hamas, supuestamente como respuesta a los ataques del ejército israelí días antes.
Esto porque en las últimas semanas las ciudades de Jenin y Nablus han sido epicentro de numerosos enfrentamientos entre las fuerzas de ocupación y nuevos grupos armados palestinos, que parecieran no estar alineados ni con la OLP y la ANP, ni con Hamas o la Jihad Islámica. El deterioro de la situación ha estado marcado por años de abusos por parte de Israel en Cisjordania: la construcción acelerada de nuevos asentamientos ilegales en territorio palestino, la expulsión de población palestina de barrios de Jerusalén como Sheikh Jarrah para ser reemplazados por colonos, y un fracasado intento por anexar zonas del valle del Jordán.
En este escenario, el reciente pogrom en Huwara, protagonizado por extremistas judíos provenientes de los asentamientos que quemaron y destruyeron cientos de autos y viviendas palestinas generó indignación a nivel internacional y local.
La violencia ejercida por los violentistas, y el apoyo activo del ejército israelí durante el ataque, grafican el peligro de una peligrosa escalada de violencia que puede empeorar la crisis política y social que se vive tanto en Israel como en los territorios Palestinos, por lo que la denuncia de los hechos se transforma en una urgencia para quienes se posicionan en el campo de los DD.HH. y la posibilidad de una paz duradera para los dos pueblos.
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“Los colonos atacaron, yo los vi. Quemaron el auto que estaba estacionado bajo la casa. El ejército vino y nos dijo que cerráramos la puerta. Mi hermana bajó, y cerramos con llave la puerta. [Los colonos] destruyeron cosas todo alrededor de nosotros. Estábamos sitiados, no podíamos salir. Alguien nos gritó que bajáramos, pero yo no quería. Nos dijeron que abriéramos la puerta, que eran los bomberos. Cuando salí en la mañana, vi que todo el lugar estaba quemado”.
Así es como Juwad Sultan, de siete años de edad, describe el pogrom que sufrieron en la noche del domingo 26 de febrero en Huwara, en la Cisjordania ocupada. Cientos de colonos entraron en el pueblo pocas horas después de que un palestino matara a disparos a dos hermanos –Yagel y Hillel Yaniv, colonos del cercano asentamiento de Har Bracha- a la entrada del pueblo.
Para el lunes en la mañana, Huwara, un pueblo céntrico a través del que miles de palestinos y colonos viajan cada día, lucía como un campo de batalla. El concejo del pueblo reportó que los colonos incendiaron ocho casas, rompieron las ventanas de 35, y prendieron fuego a 250 vehículos. Más de 120 personas fueron heridas, incluyendo un palestino que debió ser hospitalizado en Nablus. Un israelí mató de un disparo a Sameh Aqtash, de 37 años, en la cercana villa de Za’atara, y por ahora aún es una incógnita si fue baleado por colonos o por soldados.
Inmediatamente después del asesinato de los dos israelíes, que tuvo lugar en la tarde del domingo, el ejército cerró el cruce Tapuah, una importante arteria de tráfico del sector, así como la entrada de Huwara utilizada por los israelíes que viven en el asentamiento de Yitzhar, justo al noroeste del pueblo. Sin embargo, a pesar de este despliegue, numerosos testigos reportan que el ejército permitió el ingreso de los colonos a Huwara a pie, mientras impedía el paso de periodistas, médicos y trabajadores humanitarios palestinos.
El lunes en la mañana, luego de que terminara el ataque, los caminos quedaron sembrados de piedras, granadas de gas lacrimógeno y llantas quemadas, que los colonos habían utilizado para incendiar las casas de los palestinos. Residentes afirman que no pueden recordar que haya sucedido alguna vez algo similar en su pueblo. Al recordar la noche anterior, muchos mencionaron el asesinato de la familia Dawabshe, quienes fueron quemados vivos en su hogar por colonos en la villa de Duma, en Cisjordania, el 2015.
El ejército los apoyó
En las horas siguientes al pogrom, activistas profesionales pro Israel hicieron circular una foto mostrando a dos soldados israelíes ayudando a una mujer mayor palestina a caminar lejos de su hogar en llamas. La foto fue presentada como una evidencia de la benevolencia y moralidad del ejército israelí, a pesar de que testigos oculares y sobrevivientes del pogrom describen cómo los militares ayudaron e instigaron a los colonos, contradiciendo la imagen de los soldados como salvadores de Huwara.
Sharif Sultan, el padre del pequeño Juwad, de 7 años, se para fuera de su casa observando la destrucción. “Estábamos en casa, todo estaba normal, cuando [vecinos] avisaron que los colonos habían llegado”, dice. “Entre 400 y 500 colonos vinieron, rompieron las ventanas, arrojaron grandes rocas y rompieron la puerta. Llamé al ejército, todos lo hicieron, pero nada sucedió”. Sultan dice que los soldados presentes se mantuvieron cerca y no hicieron nada para detener la agresión. “El ejército se mantuvo ahí, dándoles apoyo”, dice.
Sultan, un vendedor de autos, sufrió la pérdida de gran parte de su sustento en el pogrom. Docenas de caros que compró ahora están destruidos, y estima un total de daños de NIS 1.5 millones (USD$ 400,000). “No queda nada” aseguró.
“No hay nadie que nos proteja, excepto Dios”, dijo Mohammad Odeh, otro residente. “Los colonos vinieron con un gran número de soldados. Hicieron lo que quisieron: quemaron, golpearon y robaron”.
Eventualmente, sólo cuando se dieron cuenta que habían perdido el control de la situación, oficiales del ejército enviaron refuerzos para llevar a los colonos fuera de Huwara. A pesar de que un palestino fue asesinado, docenas heridos y cientos de hogares y vehículos incendiados, los militares arrestaron sólo a ocho colonos. Seis de los detenidos fueron liberados rápidamente: cinco regresaron a casa inmediatamente luego de ser interrogados en la estación de policía, mientras uno quedó en arresto domiciliario el lunes en la mañana.
Mientras tanto, el pogrom recibió un fuerte apoyo de numerosas figuras públicas y periodistas entre los colonos. Un reportero del medio “Hilltop News”, que transmitió en vivo desde el lugar mientras las llamas envolvían las casas y autos al fondo, le dijo a la cámara “Hay algo terriblemente excitante aquí. Simples judíos vinieron y realizaron un natural acto de venganza”. Elchanan Groner, de “The Jewish Voice”, otro medio de extrema derecha ligado a los colonos, escribió: “Te guste o no, la disuasión funciona. En las últimas horas, los árabes han llamado al menos a un oficial de seguridad civil con solicitudes y súplicas de protección para que sus casas no fueran incendiadas. Prefiero esto a su celebración y distribución de dulces luego de un ataque [lo que habría sucedido en Nablus luego del asesinato de los hermanos Yaniv]. Es una lástima que las FDI no se hayan dado cuenta hace tiempo que deben realizar dolorosas acciones de represalia y disuasión contra el enemigo”.
Tras el ataque, Davidi Ben-Zion, subdirector del Consejo Regional de Samaria, aseguró en Twitter que Huwara debía ser “borrada”. “Suficiente de hablar sobre construir y fortalecer los asentamientos, la disuasión debe ser reinstaurada de inmediato y no hay espacio para la piedad”, Ben-Zion escribió. El ministro de finanzas Bezalel Smotrich le puso “me gusta” al tuit, que Ben-Zion luego borró. La semana pasada Smotrich recibió un amplio control sobre la “Administración Civil”, el organismo responsable de la vida cotidiana de los palestinos en los territorios ocupados.
El Primer Ministro Benjamin Netanyahu llamó a los colonos a “no tomar la ley en sus propias manos”, mientras el ministro de Defensa, Yoav Galant, se quejó de que el ataque de los colonos “interfería” con los intentos del ejército por capturar a los culpables del ataque que terminó con el asesinato de los hermanos Yaniv. Algunos de los más altos dirigentes israelíes parecieran insinuar que el problema central del terrorismo judío es que interfiere con las actividades del ejército.
Si sales, el ejército te va a disparar
Amer al-Madi, cuya casa fue completamente destruida en los ataques, estaba trabajando en Nablus cuando los colonos entraron en el pueblo. “Nos dijeron que había una marcha de los colonos, que es algo que ocurre normalmente, pero no así”, explicó. Al-Madi dijo que a pesar del gran taco que había en la intersección de Huwara, eventualmente pudo llegar a su barrio.
“El ejército nos impidió entrar a nuestra casa” recuerda. “Discutimos con ellos: yo les dije ‘tengo niños en casa, están atacando mi casa’ y contestaron ‘no pueden entra’”. Al final, al-Madi pudo llegar hasta su hogar. “Vi a 200 o 300 colonos frente a mi casa. Los niños, mi esposa y mi madre dicen que llegaron rompiendo los vidrios, y quemando la casa. Los pequeños están aterrorizados. En la noche lloran y no pueden dormir”.
Al-Madi dice que el ataque fue la primera vez que observa este nivel de violencia por parte de los colonos. “Eran como animales, no seres humanos. Dividieron el trabajo entre ellos: un grupo para romper, el otro para incendiar, y nadie interfería”. Al-Madi mismo fue herido en un brazo por una piedra que le lanzaron.
Mamdouh al-Madi, uno de los parientes de Amer, dijo que el gas utilizó suficiente gas como para sofocoar a todos los residentes. “No le tenemos miedo a los colonos”, dijo Mamdouh, “pero si dejas tu casa, el ejército te va a disparar. Destruirán tu casa, y no puedes defenderte. El mundo debe ver la barbarie de los colonos y el apoyo que reciben de los soldados”.
Estamos en contra de los asesinatos que hubo ayer” dijo uno de los habitantes sobre la muerte de los dos hermanos. “Pero ¿qué tienen que ver las miles de personas que viven aquí con eso? Muchos estaban en sus casas con sus hijos cuando todo comenzó a quemarse a su alrededor. No puedes describir lo que se siente”.
Ahmed Dumidi, otro habitante de Huwara, dijo que la situación en el pueblo ha empeorado significativamente desde que el nuevo gobierno asumió. “Ha habido un gran cambio con Ben Gvir”, dijo sobre el nuevo Ministro de Seguridad Nacional, un extremista de derecha. “Es peligroso caminar solo, cualquier soldado o colono puede venir y dispararte”.
“Había colonos anoche que estaban vestidos de militares y cargaban armas, como una milicia privada”, Dumidi continuó. “¿Con quién vamos a hablar? El ejército no nos protege, la Autoridad Palestina no puede protegernos. Vivimos en una prisión. Ayer, cuando vimos todo quemarse, pensé que íbamos a morir”.