Me di la tarea de leer los libros de Scorza a comienzo de diciembre de 2022, sin pensar que, a los pocos días, un fallido golpe de Estado evidenciaría una profunda crisis política en el Perú. Al fallido golpe de Estado convocado por Pedro Castillo le prosiguió su detención y la proclamación de Dina Boluarte como la primera presidenta (no electa) del Perú.
por Nicolás Acevedo Arriaza
Imagen / Marcha de los Conos, 4 de febrero 2023, Lima, Perú. Fuente.
“Los gringos nos cercan y nos persiguen como a ratas. La tierra no es de ellos. La tierra es de Dios. Yo sé bien la historia de ‘La Cerro’. ¿O acaso los americanos trajeron la tierra al hombro?”.[1] Quien habla es uno de los protagonistas de Redoble por Rancas, la primera de cinco novelas de Manuel Scorza de su saga denominada “La Guerra Silenciosa”. Publicada en 1970, el libro relata el primer alzamiento de muchos que ocurrirán en los años sesenta en el Perú. Las siguientes entregas repetirían el argumento: las demandas de justicia de los campesinos serían acalladas por el fusil de las fuerzas armadas, una y otra vez… Y aunque Scorza escogió la ficción como formato escritural, el gobierno de Fernando Belaúde prefirió no correr el riesgo y lo acusó de atacar la seguridad del Estado. “Asistí impotente a las más terribles escenas: prisiones, fusilamientos, masacres, asaltos. La prensa no informaba nada y a los que queríamos denunciar la situación nos reprimían”.[2] Su autoexilio en Europa terminó siendo fructífero, publicando Redoble por Rancas en 1970 y Garabombo, el invisible dos años más tarde. En este último, el protagonista era “invisible como invisibles eran todos los reclamos, los abusos y las quejas”.[3] Aprovechando su condición de intangible, Fermín Espinoza (nombre real de Garabombo) logró recuperar los títulos de dominio de las tierras y organizar a las comunidades indígenas. Pese a esto, la respuesta del gobierno fue similar a Rancas:
— “Ustedes son invasores, ladrones, delincuentes. Hay orden de acabarlos de canto a canto. ¿Y creen que alguien protestará?
— “Yo protesto.
— “Pues morirás protestando”.[4]
Scorza navegaba entre la búsqueda de la verdad y la justicia, utilizando los testimonios recopilados personalmente en las zonas andinas y las herramientas de la ficción, una suerte de “intermediario” que junto a José María Arguedas y otros autores indigenistas querían demostrar la existencia del “mundo indio”. Así, frente a la invisibilidad de los campesinos e indígenas, Scorza buscó crear un “gran tribunal” que dicté sentencia frente a las injusticas:
“En América Latina, la novela para nosotros es algo así como “un gran tribunal”, un tribunal supremo, de lo que yo diría, las causas perdidas. Por ejemplo, la causa de los campesinos de Pasco se perdió, se acaba con las masacres, mandaron a todos a las cárceles (…) La literatura hispanoamericana es el gran tribunal de apelación donde se juzga de lo que pasa en América Latina. Lo que no puede juzgarse en los países, se juzga allá, en los libros, se reabre, no muere… es la última instancia”.[5]
Pudo realizar su cometido? Convertida en un éxito, Redobles por Rancas fue leída tanto en Perú como en Iberoamérica, logrando influir en la liberación de Héctor Chacón (Nictálope), por el gobierno de Juan Velasco después de quince de prisión en la selva. “Se llama el Sepa, que es un presidio sin muros, porque que peor muro que la selva”.[6] De manera que la ficción influyó e imposibilitó ignorar a Rancas, una realidad más delirante que ficción. “Es importante que un presidente reconozca la existencia de un libro, y que vaya a los cuatro mil seiscientos metros de altura, para decir que dará tierras, que ese reclamo era justo. Eso prueba lo que he dicho siempre, que mis libros son completamente históricos, lo que no quita que sean completamente fantásticos de otro lado”.[7]
Aunque con un estilo de realismo mágico, el autor se retrató con los protagonistas de sus novelas, los visitó constantemente, los entrevistó, pretendiendo demostrar que la realidad es más delirante que la ficción. Así lo ejemplifica con el caso del “infarto colectivo” que describe en Redoble…
“En una oportunidad, un patrón envenenó a los quince miembros de la junta directiva de un sindicato, y pasó eso por un infarto colectivo. Hasta ahí sería literatura, en el peor de los gustos. Pero lo que empieza a ser grave, y es histórico, es que la Corte de Justicia en el Perú aprobó el dictamen emitido por la corte del Cuzco. Entonces cuando una corte de justicia de un país admite que se ha producido un infarto colectivo, donde ha habido un envenenamiento, entonces el delirio está en la realidad, no está en el texto”.[8]
* * *
Me di la tarea de leer los libros de Scorza a comienzo de diciembre de 2022, sin pensar que, a los pocos días, un fallido golpe de Estado evidenciaría una profunda crisis política en el Perú. Al fallido golpe de Estado convocado por Pedro Castillo le prosiguió su detención y la proclamación de Dina Boluarte como la primera presidenta (no electa) del Perú. Las protestas fueron inmediatas, sobre sobre todo en el sur del país, enviando “delegaciones” a Lima en las semanas siguientes. Las principales demandas fueron la liberación de Castillo, elecciones inmediatas y la creación de una nueva Constitución generando importantes los cortes de ruta, marchas y ataques a reparticiones del Estado. El gobierno de Boluarte respondió con Estados de excepción y la acción de las fuerzas armadas, las cuales son sospechosas, junto con la policía, de ejecutar al menos a 48 personas en Ayacucho, Andahuaylas, Juliaca y Arequipa. Según Amnistía Internacional la represión fue especialmente dirigida hacia indígenas y campesinos, lo que mostraría un patrón de desprecio y “racismo sistemático arraigado en la sociedad peruana y sus autoridades”.[9] Asimismo lo sostiene la historiadora Cecilia Méndez, quien visitó Perú entre septiembre de 2022 y enero de 2023. La actual académica de la Universidad de Santa Bárbara (California) mencionó los resultados de necropsias que confirmaron que 11 de los civiles muertos fueron ejecutados por disparos de la Policía y el Ejército en las manifestaciones del 9 de enero en Puno.
“Aunque Boluarte sigue negando su responsabilidad en las masacres con argumentos tan absurdos como que los puneños se mataron entre ellos con armas caseras traídas de Bolivia —una que recoge de los medios afines al régimen— las necropsias confirman que la masacre de Juliaca sigue el mismo patrón de las masacres de Andahuaylas y Ayacucho, y que consiste no en disuadir la protesta sino disparar a matar, sin distinguir atacantes de manifestantes pacíficos, de transeúntes o de personal médico o niños”.[10]
Cecilia Méndez ha dedicado toda su carrera académica para descifrar la participación de campesinos y campesinas en la formación de la República, ya no sólo como “carne de cañón” en la Guerra con Chile sino en su participación política en momentos claves del siglo XIX. Influenciada por las investigaciones de Nelson Manrique y Alberto Flores Galindo[11], pero realizando un ejercicio crítico en sus lecturas, se graduó se la Universidad Católica de Perú y trabajó dos años en la provincia de Ayacucho en pleno conflicto armado interno (1987-1986), en lo que terminará dando como resultado su libro La República Plebeya.[12]
“Yo pude demostrar en mis investigaciones y otros historiadores como Marck Turner, llegamos a la conclusión que la participación que habían tenido los campesinos en diferentes momentos claves y de manera constante, por ejemplo, en las guerras civiles, y yo estudié particularmente una rebelión contra la república de 1825 a 1838, que era una rebelión a favor del rey de España, después de la independencia”.[13]
El desprecio también se evidenció cuando Boluarte deslegitimó las movilizaciones del sur acotando que “Puno no es Perú”.[14] En un discurso por cadena nacional el 16 de enero de 2023, pidió perdón por las muertes ocurridas en Puno y Ayacucho, pero también condenó los actos de violencia como tomas de aeropuertos o quemas de viviendas de congresistas y comisarias. “Como gobierno tenemos el deber de valar por la vida y la salud de 33 millones de peruanos y peruanas (…) mi compromiso es con el Perú y no con un grupo minúsculo que está haciendo sangrar a la patria”.[15] De esta manera, aunque festejó las investigaciones que emprendió el Ministerio Público, acusó que los causantes de las muertes eran civiles e infiltrados extranjeros:
“¿Acaso estamos volviendo a los años de la violencia terrorista, donde se colgaban perros en los postes de luz? Hoy sabemos que un tipo de armas de fuego y municiones habrían ingresado al país por sur del Perú. Esas son las que podrían haber causado la muerte de nuestros compatriotas. ¡Que se investigue! Sin embargo, debo ser enfática en señalar que ese tipo de municiones no usa nuestra Policía Nacional ni nuestras Fuerzas Armadas”.[16]
Las investigaciones de la fiscalía dijeron lo contrario: la Policía Nacional salió el 9 de enero en Juliaca con pistolas, escopetas y fusiles AKM. Once de los dieciocho fallecidos ese día recibieron ese tipo de proyectiles.[17] Pese a ello, Boluarte se ha negado por tercera vez a declarar en la Fiscalía.[18]
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¿Decir Puno no sea el Perú es una forma de invisibilizar? Para el historiador y escritor José Carlos Agüero, el gobierno de Boluarte representa al fujimorismo, pretendiendo homologar de terroristas a cualquier forma de manifestación social, sacarlos de la mesa como interlocutorios válidos.
“Decirle “terruco” a alguien lo saca de la órbita de lo legítimo y lo hace aniquilable. Justifica que ejerzan sobre ti cualquier tipo de represión porque eres un peligro para la convivencia nacional”.[19]
Para Agüero el presidente Castillo funcionó como un dique de contención ante una crisis social de discriminación y abandono estatal que se prologan desde hace cuarenta años: el conflicto armado interno en los ochenta y noventa; la dictadura fujimorista; la instalación del neoliberalismo; y finalmente la pandemia del Covid 19 que colocó al Perú como uno de los países con más muertes por habitantes de América Latina.[20] Por tanto, la frase de Boluarte representó decir que “Puno no tiene derecho a decir lo que tenemos que hacer, todos los demás, tenemos más razón que Puno”.[21] Participante de la Comisión de Verdad y Reconciliación entre el 2001 y 2003, Agüero tuvo la oportunidad de conocer las violaciones en contra los derechos humanos provocados tanto por Sendero Luminoso (del cual sus padres eran militantes), como también del Ejército y la policía . Lo grave fue que el Estado no tomó en cuentas las recomendaciones de la Comisión, aplicándose la impunidad a los agentes del Estado, no así a los miembros de Sendero y Movimiento Tupak Amaru.[22] Todavía no se hace justicia por la muerte de miles de personas, causadas por militantes y policiales en años de conflicto armado interno.[23]
¿Qué ocurrirá con las demandas de justicia que emanan ahora por las muertes de campesinos y campesinas por parte del gobierno de Dina Boluarte? ¿Tendremos que esperar que la justicia se de en el plano de la literatura como describía Manuel Scorza hace más de cuarenta? Aunque el mismo Scorza decía que valía la pena escribir de estas luchas y denunciar las masacres, esperemos que la justicia no llegué por aquellos tribunales, sino por uno mucho más real y palpable.
Notas
[1] Manuel Scorza, Redoble por Rancas, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1987 [1970], p.
[2] Manuel Osorio, “Desde sus orígenes, toda la literatura latinoamericana es mítica. Conversación con Manuel Scorza”, El País, Madrid, 15 de julio de 1979, pp. 4-5.
[3] Manuel Scorza, Garabombo, el invisible, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1984 [1972], p. 164.
[4] Ibid., p. 239.
[5] Entrevista a Manuel Scorza por Joaquín Soler, A fondo, Televisión Española, 1977.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Entrevista a Manuel Scorza por Joaquín Soler, A fondo, Televisión Española, 1977.
[9] “Perú: La represión letal del Estado es una muestra más del desprecio hacia la población indígena y campesina”, Amnistía Internacional, 16 de febrero de 2023. Sitio: https://amnistia.org.pe/
[10] Cecilia Méndez, “Cuando hacer política es delito”, La República, Lima, 6 de marzo de 2023.
[11] Nelson Manrique, Campesinado y nación. Las guerrillas indígenas en la guerra con Chile, Taurus, Lima, 2022 [1981]; Alberto Flores Galindo, Buscando un Inca. Identidad y utopía en los Andes, Editorial Horizonte, Lima, 1994 [1988]; Alberto Flores Galindo y Nelson Manrique, Violencia y Campesinado, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1986.
[12] Cecilia Méndez, La República Plebeya. Huanta y la formación del Estado peruano, 1820-1850, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2004.
[13] Entrevista Cecilia Méndez por Modesto Montoya, Diálogos con la ciencia, enero de 2023.
[14] Sobre Puno: José Luis Rénique, La batalla por Puno. Conflicto agrario y nación en los Andes peruanos, La Siniestra Ensayos, Lima, 2022.
[15] Mensaje a la Nación de la Presidencia de la República del Perú, Lima, 16 de enero de 2023.
[16] Mensaje a la Nación de la Presidencia de la República del Perú, Lima, 16 de enero de 2023.
[17] “Necropsias revelan que en Juliaca el objetivo fue matar”, La República, Lima, 24 de febrero de 2023, pp. 2-3.
[18] “Dina Boluarte, otra vez, evadió a la Fiscalía por los asesinatos en protestas”, Wayka, Lima, 7 de marzo de 2023. www.wayka.pe
[19] “Se suele decir que estamos en una crisis política, pero es otra cosa: es un colapso social”, La República, Lima, 18 de diciembre de 2022, p. 6.
[20] “Sinceramiento de cifras ubican al Perú entre países con más muertes”, La República, Lima, 2 de junio de 2021, p. 12.
[21] Entrevista a José Carlos Agüero por Pedro Salinas, Rajes del Oficio, enero de 2023.
[22] “José Carlos Agüero: Hemos construido demasiadas certezas que impiden dialogar”, Pie de Página, México, 30 de agosto de 2018. www.piedepagina.mx
[23] Algunas recomendaciones: José Carlos Agüero, Los Rendidos. Sobre el don de perdonar, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2015; Carlos Iván Degregori; Qué difícil es ser Dios. El Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2011; Dynnik Asencios, La ciudad acorralada. Jóvenes y Sendero Luminoso en Lima de los 80 y 90, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2016; Steve Stern (editor), Los senderos insólitos del Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1999; Kimberly Theidon, Entre prójimos. El conflicto armado interno y la política de reconciliación en el Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2009; Ponciano del Pino, En nombre del gobierno. El Perú y Uchuraccay: un siglo de política campesina, La Siniestra Ensayos, Lima, 2017.
Nicolás Acevedo Arriaza
Doctor (c) en Historia, por la Universidad de Santiago de Chile, historiador. Se ha dedicado al estudio del movimiento campesino en el siglo XX y otras formas de lucha social popular en Chile.