Nuevo Chile, nuevo gobierno, viejos problemas

Es evidente que la votación de Gabriel Boric en segunda vuelta supera a la votación de AD y la ex Concertación juntas. De hecho, prácticamente las duplica. Alcanzando un récord sólo comparable al número de gente movilizada en las protestas de octubre y noviembre del 2019. Lo que tiene una interpretación sencilla y, sin embargo, trascendente: fue el mismo pueblo que protagonizó la revuelta el que votó por Gabriel el domingo. Y a este pueblo le debemos nuestro triunfo y el cumplimiento de nuestro programa.

por Andrés Giordano

Imagen / Andrés Giordano. Gentileza del autor.


“El capital concepto moral de ‘culpa’ [schuld] procede del muy material concepto ‘tener deudas’ [schulden]”.
F. Nietszche

El domingo pasado, Gabriel Boric superó por un millón de votos al candidato pinochetista. Al hacerlo, revirtió la tendencia histórica del balotaje -la ratificación del ganador de la primera vuelta-, y se convirtió en el presidente más votado en la historia del país. Esta hazaña no fue azarosa ni gratuita. El antifascismo puede haber resuelto el problema por izquierda. Pero la apuesta fue la exitosa activación de nuevos votos y la disputa por el centro.

Esta última búsqueda (por el centro) implicó la consumación de un proceso que, visto retrospectivamente, comenzó a fraguarse antes de la candidatura, y terminó hace tres semanas, con el respaldo democratacristiano. Un proceso cuyo hito más relevante fueron las primarias. No sólo por nuestra consolidación programática y electoral como Apruebo Dignidad (AD); sino por los resultados de la primera vuelta, que terminaron con toda la ex Concertación dándonos su respaldo y no al revés.

Lo anterior fue electoralmente correcto; así lo demuestra el 55% obtenido. Pero implica una serie de problemas políticos cuyo eje, para decirlo en bruto, radica en la relación que tendremos (AD) con la ex Concertación; tanto en el gobierno como en el Congreso. Esto, porque el modo en que ello se resuelva incidirá directamente en el cumplimiento de las propuestas programáticas que hemos estado defendiendo durante los últimos meses en las ferias, sindicatos y barrios -centradas especialmente en salarios, pensiones y salud-; y que constituyen, a fin de cuentas, nuestro peso específico en el éxito de anteayer.

Junto con aquella deuda electoral, nuestra relación con la ex Concertación también estará afectada por la derechización del voto acusada entre las dos elecciones previas: la de constituyentes y las parlamentarias; cuyo mejor ejemplo son los quince parlamentarios electos del Partido Republicano y la capacidad de bloqueo legislativo de la derecha. Lo que nos obligará a articular de manera muy fina la actuación en el Congreso y en una Convención Constitucional cuyo plebiscito de salida se aproxima: dos lugares con correlaciones de fuerza muy distintas, en los que, sin embargo, la ex Concertación mantiene votos clave.

No obstante, es evidente que la votación de Gabriel Boric en segunda vuelta supera a la votación de AD y la ex Concertación juntas. De hecho, prácticamente las duplica. Alcanzando un récord sólo comparable al número de gente movilizada en las protestas de octubre y noviembre del 2019. Lo que tiene una interpretación sencilla y, sin embargo, trascendente: fue el mismo pueblo que protagonizó la revuelta el que votó por Gabriel el domingo. Y a este pueblo le debemos nuestro triunfo y el cumplimiento de nuestro programa.

Un buen ejemplo de aquello fue el accionamiento autónomo de las organizaciones feministas y de mujeres tras la primera vuelta. Frente a la amenaza del pinochetismo, dichas organizaciones se desplegaron en búsqueda de votos para el candidato de AD. Lo que fue posibilitado por la coincidencia programática en la recuperación de derechos sexuales y reproductivos, la creación de un sistema nacional de cuidados y el fortalecimiento del combate contra la violencia de género, entre otros puntos. Y el resultado expresó el respaldo: dos tercios de las mujeres menores de cincuenta años fueron a votar y el 70% de las menores de treinta lo hizo por AD. Una activación de votos decisiva.

Por último, el indulto y la liberación de las presas y los presos de la revuelta, así como el juicio a los violadores de derechos humanos, es también un asunto de primer orden. Básicamente, porque apunta a corregir la deuda con quienes empujaron este proceso y fueron castigados por el Estado con cárcel y represión. Una corrección que constituye un imperativo moral para nuestro gobierno.En suma, todo se reduce a poner en orden nuestras deudas y actuar en consecuencia.

Andrés Giordano

Sindicalista y dirigente social. Diputado electo por el Distrito 9.