El arte, la lectura y la cultura, quizá serán los mantras que aún nos mantendrán la piel pegada a los huesos. Esta exposición en la Galería Concreta, en el zócalo del teatro principal de Matucana 100, tiene estos materiales eróticos, seductores, cómplices de una década de producción artística de Inostroza y Riffo. La muestra exhibe videoarte, pintura en diversos formatos y registros de instalaciones que cortan longitudinalmente esta larga faja de sufrimiento anidada a los costados del mar y la cordillera. Las propuestas de los artistas son disímiles en los formatos, pero se aman en sus diferencias.
por Nicolás Román
Imagen / Cristián Inostroza en la exhibición “El temblor de Chile”. Fotografía cortesía del autor.
“La cultura se vuelve algo deserotizado. El arte de la seducción toma mucho tiempo”
Mark Fisher, Los fantasmas de mi vida[1]
Elsa Drucaroff es una crítica a quién espero seguir con el ejemplo por su agudeza, su lucidez, su mirada crítica y su generosidad sin dejar atrás su empatía y sentido del humor. En un encuentro trasandino virtual este año, ella decía que prefería develar las opacidades en aquellas escrituras y discursos que se instalan con la seducción de la crítica, sin ánimo de fustigar gratuitamente ni tampoco con el incentivo de la insatisfacción de una agudeza vanidosa. Leía Los fantasmas de mi vida, mientras recordaba a Drucaroff, y me dejaba seducir -no sé si lenta o rápidamente- por la textura de ese erotismo negro que despliega Fisher, pero asediado por la certeza melancólica de una escritura del colapso.
Por la Alameda, con la bicicleta en medio de carpas y carritos, olor a fritura y zapatillas piratas en la calzada llego a Matucana en una ciudad de Santiago cercada por el tiempo de la pospandemia y la posrevuelta e inscrita en el colapso de las certezas ofrecidas por la pax neoliberal. Carolina está vestida de negro con zapatos rojos, mi combinación favorita, ella está en un rincón de la explanada de M100, nos saludamos, nos alegramos y esperamos el lanzamiento de “Temblor de Chile”, retrospectiva en conjunto de dos artistas, Sebastián Riffo y Cristián Inostroza. En la presentación, Carolina Olmedo, la curadora, habla de temblores ecosociales como heridas geológicas que sacuden la tierra parida entre el mar y la cordillera, el brillo de sus ojos demuestra complicidad y ambos artistas la secundan con alusiones a obras colectivas del arte en la calle, el arte con los pueblos y la estética y la política.
Los efectos de la seducción en mí son inmediatos, en el mejor estilo benjaminiano para criticar la estetización de la política, la politización del arte en los discursos de la presentación muestra una composición conspirativa, la chispa, el fulgor en la pospandemia -si es posible hacer esta afirmación sobre el tiempo que nos rodea. El arte, la lectura y la cultura, quizá serán los mantras que aún nos mantendrán la piel pegada a los huesos. Esta exposición en la Galería Concreta, en el zócalo del teatro principal de Matucana 100, tiene estos materiales eróticos, seductores, cómplices de una década de producción artística de Inostroza y Riffo. La muestra exhibe videoarte, pintura en diversos formatos y registros de instalaciones que cortan longitudinalmente esta larga faja de sufrimiento anidada a los costados del mar y la cordillera. Las propuestas de los artistas son disímiles en los formatos, pero se aman en sus diferencias, Riffo cruza por pueblos y plazas con pinturas en gran formato para compartir en la calle con familias, músicos ambulantes y con niños en pueblos andinos. Mientras que un joven Inostroza predica paródicamente en medio de las protestas estudiantiles que abrieron el ciclo político que cuestionó el orden institucional heredado de la dictadura. Esta protesta colectiva es llevada a cabo por la Asamblea de Estudiantes de Escuelas de Arte (AEEA), colectivo al que perteneció el artista.
El amor se encuentra en las diferencias, las obras reunidas por Olmedo y articuladas en estos cataclismos ecosociales, “El temblor de Chile”, ofrecen el registro de la obra “Resentimiento” de Inostroza, una muestra de video arte donde unas pelotas con barro se impregnan en la pandereta virgen de una población de La Pintana. Las obras de Riffo, reclaman las calles, en el mejor estilo de las intervenciones urbanas que hoy son la herencia de la expresión política y cultural de la revuelta, la ciudad como un lienzo, fuente de materiales y estéticas, museo a cielo abierto como las prácticas artísticas del MICH[2], colectivo al que perteneció Riffo del cual se muestran distintas obras en esta retrospectiva.
Si la seducción toma tiempo, según Fisher, el calor de los diez años de política callejera de los subalternos ha sido un tiempo de amores y desamores, en este contexto histórico reciente estas obras reunidas expresan sus preocupaciones con lienzos, vídeos e instalaciones como una política artística destituyente que sale a la calle, sale del museo, hace arte con materiales encontrados y resignifica el poder transformador de la estética en las obras de Riffo e Inostroza. Sus técnicas y soportes se iluminan indirectamente en el quehacer común de un arte político. Lo común de estas obras no es su identidad, sino su diferencia, su arte es del otro, del riesgo, de la incertidumbre; sus obras no son el catálogo del narcicismo de las redes sociales que nos vende lo diverso como la tabula rasa de la especulación mercantil en su falsa diversidad sin diferencia, esa diversidad sin alteridad, sin piel ni geografía más que la oferta del turismo y el consumo de la imagen.
Todo lo contrario, a la diversidad sin diferencia del capital esta exhibición propone un erotismo popular, lleno de complicidad, fuerzas y sentimientos; impulso erótico y libidinal que busca sepultar lo viejo para mostrar las energías de la creación como simbolización de los deseos telúricos de la pulsión. El arte como un órgano metabolizador de las tensiones culturales, como una fragua, un fuego, una cocina, que hoy reclama “por una constitución cocinada por el pueblo”, como lo hacen los carteles de Inostroza colgados como testimonio de las miles de ollas abultadas que fueron las agoreras de los cataclismos de la revuelta. La apertura y parto de un nuevo ciclo histórico, la propuesta de recorrer lo incierto de un mundo que se transforma para vernos en la pintura “Abrazo” de la serie acabo de mundo de Riffo, como una invitación a escribirnos entremedio de nudos, uniones, escrituras y temblores en un Chile que se acaba.
Algunas coordenadas
El TEMBLOR DE CHILE
Artistas: Cristián Inostroza y Sebastián Riffo
Curatoría: Carolina Olmedo Carrasco
Corporación Cultural Matucana 100
EXPOSICIÓN PRESENCIAL
Del 13/10 al 14/11
Mié a dom, de 11 a 14 horas, y de 15 a 20 hrs.
Galería Concreta
Entrada liberada
Se pedirá Pase de Movilidad
Dirección Matucana #100, Metro Quinta Normal L5, Estación Central L1.
Notas
[1] Mark Fisher, Los fantasmas de mi vida, (Buenos Aires: Caja negra, 2018).
[2] Museo Internacional de Chile.
Doctor en Estudios Latinoamericanos y parte del Comité Editor de revista ROSA.