Más allá del virus: Los desafíos que nos esperan el 2021

Este año el gobierno reaccionario del AKP, cuyo principal objetivo puede ser definido como socavar las bases republicanas de Turquía y fomentar la dictadura de la clase capitalista con sus políticas islamistas, estará disfrutando 19 años en el poder. Los cambios constitucionales realizados por el gobierno le permiten concentrar todo el poder en el Ejecutivo -el gabinete de Erdogan- que lo utiliza para facilitar la maximización de los beneficios del capital. La dosis de violencia en la sociedad y la opresión del pueblo, los medios y especialmente los políticos de izquierda utilizando al poder ejecutivo y judicial, así como la influencia de la religión están incrementándose. Esto se expresa en acoso en los lugares de trabajo, represión policial en las calles contra la resistencia popular y violencia contra la mujer en todas las esferas de la sociedad.

por Ekin Sönmez

Imagen / Partido Comunista de Turquía.

Este artículo es parte del Dossier: Medio Oriente a 10 años de la Primavera Árabe, una mirada desde la izquierda.


Para evaluar los mayores desafíos del 2021 primero necesitamos mirar dónde nos encontramos y qué le han traído los recientes años a la clase trabajadora.

2020 estuvo marcado por la expansión del nuevo coronavirus, una pandemia que sólo se puede comparar con la “gripe española” de un siglo atrás. Esta otra pandemia duró dos años, y se dice que para entonces un tercio de la población mundial estaba infectada. Ahora, cien años después, otro virus respiratorio ha evolucionado y expandido por el mundo creando una crisis que no parece que tenga un pronto final. A pesar de un siglo de desarrollo científico, tecnológico y del aumento generalizado en los niveles de conocimiento, el mundo no estaba preparado para combatir este virus.

La única razón detrás de este trágico resultado se encuentra en la manera como opera el capitalismo actual, en cada país y como un orden social global. La contradicción básica en la raíz del capitalismo y el desarrollo desigual que ha creado puede ser observado en este simple pero grave problema: la mejor práctica de higiene en contra del coronavirus es el lavado de manos, el que es un lujo para 3 mil millones de personas en el mundo este 2020.

Así, hemos entrado en este nuevo año con el coronavirus siendo el centro de nuestras vidas, y probablemente continuará siendo un desafío a lo largo de los siguientes 12 meses. Antes de discutir cómo afectará a la clase trabajadora y sus luchas, especialmente en esta parte del mundi, permítanme examinar los escenarios alrededor del COVID-19. Como es una enfermedad infecciosa, bloquear la cadena de contagios es la estrategia esencial para combatirla, lo que nos lleva al uso de las vacunas como principal método.

Los científicos dicen que alrededor de 120 millones de dosis de vacunas son necesarias para alcanzar la inmunidad de la población en Turquía, mientras el gobierno sólo ha firmado contratos por 50 millones de dosis con las firma SinoVac y por unos pocos millones con la iniciativa conjunta alemana/estadounidense Pfizer/BionTech. Este número es muy lejano al necesario, y abre numerosas interrogantes. ¿Quién será beneficiado por estas vacunas? ¿La cantidad reservada, (porque sólo 3 millones de dosis de las 50 comprometidas han arribado al país) serán transparente y equitativamente distribuida entre quienes las necesitan? ¿Se hará de manera oportuna? ¿Quién lo supervisará? ¿Quién se asegurará que los más pobres de la sociedad recibirán su dosis? Estas preguntas son muy válidas, porque durante 2020 el gobierno reaccionario y pro-mercado del AKP demostró una pésima administración de la crisis sanitaria.

La falta de una planificación centralizada y los resultados de más de tres décadas de una larga transformación del sistema de salud en uno basado en el lucro causó miles de pérdidas, pacientes e infectados sin razón alguna. El gobierno no fue capaz de, y de hecho eligió no proporcionar máscaras, material higiénico o impulsar un testeo masivo para todo el pueblo. En cambio, para asegurarle a la clase capitalista su tasa de ganancia, permitió que muchos lugares de trabajo continuaran laborando durante las cuarentenas, no entregó apoyos en necesidades públicas básicas como el transporte con recursos extras, y ni siquiera optó pornacionalizar parcialmente las instituciones privadas de salud para enfrentar las necesidades sanitarias, que se incrementaron drásticamente. Incluso se manipularon las estadísticas al ser presentadas, de tal manera que en un momento el ministro de Salud tuvo que retirar un informe enviado a la OMS.  Y eso de que sólo estoy hablando de los efectos sanitarios del COVID-19.

Por supuesto que la incapacidad de asegurar suficientes dosis de vacunas tiene que ver con la jerarquía dentro del sistema imperialista, que refleja la manera como se distribuirá las vacunas. Inevitablemente esto causará una gran desigualdad entre muchos países: los países imperialistas ya aseguraron contratos que les garantizarán despachos de grandes números de dosis, tan altos como un poco más allá de sus necesidades. Debido a las incertidumbres iniciales y la urgente necesidad de frenar los problemas económicos y el estancamiento productivo generado por la pandemia, la primera ola de vacunas son gratuitas en muchos países, aunque no obligatorias. Podemos esperar que una vez que esta primera ronda se complete, será puesta en el mercado como un bien de consumo. En 2021 los pueblos deben levantar la lucha contra la mercantlización de las vacunas y de la salud en general, y por la remoción de los cargos por patentes en remedios y vacunas.

Cuando pensamos en los efectos económicos y sociales de la pandemia en Turquía, observamos una severa crisis económica marcada por la devaluación de la moneda y una altísima deuda externa, que coincide con una crisis mundial de la hegemonía imperialista. La pandemia profundizó el conflicto de clases y ha evidenciado la barbarie, el caos y el estancamiento del capitalismo. La crisis sanitaria ha permitido que la clase capitalista introduzca rápidamente formas de trabajo flexibles, a corto plazo y a distancia que habían sido consideradas durante algún tiempo pero que sólo pudieron implementarse bajo estas extraordinarias condiciones.

El año pasado fue para muchos capitalistas la oportunidad de probar métodos que les permiten disminuir los costos y aumentar la tasa de explotación, y podemos decir que la prueba fue positiva si observamos los altos niveles de ganancias de los monopolios en Turquía tras 2020. El mayor conglomerado del país, el grupo Koc, casi duplicó sus ganancias netas de 4.5 mil millones de liras a 9 mil millones en 2020. Desafortunadamente este 2021 se espera que estas formas de trabajo se vuelvan permanentes en muchos sectores, socavando los derechos de los trabajadores, eliminando la histórica conquista de las 8 horas de trabajo diario creando lugares de trabajo fantasmales donde nadie puede socializar y tener contacto humano.

En este sentido, podemos esperar que esta crisis continúe como la principal fuente de problemas para la clase trabajadora. En contraste con las crecientes ganancias de los capitalistas, para el final del 2020 la tasa amplia de desempleo en el país fue de 27%, o sea más de 9.5 millones de personas. El desempleo alcanzó niveles récord en el segmento entre 20 y 35 años donde muchos se ven obligados a aceptar trabajos temporales con bajos sueldos al iniciar su vida adulta. Además, otras 10 millones de mujeres categorizadas como “amas de casa” y no incluidas en las estadísticas de empleo están prácticamente desempleadas.

Tanto los desempleados como aquellos que han tenido la suerte de tener un trabajo enfrentan problemas económicos que les impiden solventar sus vidas. Por lo tanto, muchos están recurriendo a créditos o al endeudamiento para cubrir sus gastos cotidianos, lo que termina generando un círculo vicioso: Una de cada tres personas no puede pagar su tarjeta de crédito, y las encuestas indican que un 70% de los desempleados no tienen esperanzas de encontrar un nuevo trabajo en el futuro inmediato. No hay señales de que la tasa de desempleo y endeudamiento de asalariados. Los estudiantes, jubilados, mujeres y refugiados se mantendrán como los sectores más vulnerables de la población, punto que requiere un análisis más profundo que el que permiten los límites de este artículo.

Lamentablemente frente a todos estos desafíos, el nivel de sindicalización sólo alcanza un 5% o 6%, comprometiendo el poder de negociación de los trabajadores. El principal reto de la sociedad turca hoy en día, que nosotros como socialistas debemos enfrentar, es la falta de organización y unidad de la clase trabajadora. El pueblo está atomizado, el interés individual constituye la principal preocupación de muchos y la reflexión y acción colectiva disminuyen. La desesperanza y el nihilismo, en contraste, se extienden, quizás incluso más rápido que el virus.

Bajo estas condiciones nuestro deber desenterrar los valores de la clase trabajadora como la solidaridad, la amistad, la igualdad y la justicia, y hacer de ellos hegemónicos en su interior. Afortunadamente, estos valores no han desaparecido totalmente, y el ejemplo de países socialistas como Cuba aún brillan inspirando a todo el mundo.

Este año el gobierno reaccionario del AKP, cuyo principal objetivo puede ser definido como socavar las bases republicanas de Turquía y fomentar la dictadura de la clase capitalista con sus políticas islamistas, estará disfrutando 19 años en el poder. Los cambios constitucionales realizados por el gobierno le permiten concentrar todo el poder en el Ejecutivo -el gabinete de Erdogan- que lo utiliza para facilitar la maximización de los beneficios del capital. La dosis de violencia en la sociedad y la opresión del pueblo, los medios y especialmente los políticos de izquierda utilizando al poder ejecutivo y judicial, así como la influencia de la religión están incrementándose. Esto se expresa en acoso en los lugares de trabajo, represión policial en las calles contra la resistencia popular y violencia contra la mujer en todas las esferas de la sociedad.

Finalmente, podemos dar una mirada a la situación internacional en el sistema imperialista. Es posible esperar el fortalecimiento del Pacto Euroatlántico y de los lazos entre los países al interior de la OTAN luego de la asunción de Biden a la presidencia de Estados Unidos. La pragmática administración en Turquía, cuya principal estrategia o falta de ella- fue configurar su juego de acuerdo con las brechas coyunturales dentro de la dinámica imperialista, muestra también signos de reorientarse hacia el imperialismo occidental, incluido un acercamiento a la Unión Europea: el gobierno está buscando beneficiarse de una mejor relación con Europa, su principal socio comercial, e implementar una “reforma económica” que de hecho sólo beneficiará a la clase capitalista.

Por supuesto, la predominancia del imperialismo occidental en la región nunca ha tenido ni tendrá un resultado positivo para ella. El reciente acuerdo de Israel con los Estados del Golfo podría alterar las relaciones de poder en el Medio Oriente, resultando en un mayor aislamiento del pueblo palestino y un aumento en la presión hacia Siria e Irán. El gobierno turco está buscando tender puentes en sus relaciones diplomáticas con Israel e incluso con Egipto, manteniendo un ojo en su parte de la división de los recursos en el Mediterráneo y el cumplimiento de las demandas más amplias de la burguesía turca en la región. Los riesgos de un incidente grave en la zona -en el Egeo, el Mediterráneo y en Medio Oriente- siempre están presentes. Otro indicador de esto es la creciente militarización con cada vez más grandes presupuestos militares en muchos países capitalistas en la región a pesar de la pandemia, sin o con mínimos aumentos en los gastos sanitarios.

En resumen, los desafíos para el pueblo en Turquía en 2021 no pueden separarse de los que afrontarán los pueblos del mundo debido a las amenazas del imperialismo. “Las mil cadenas” siguen por romper. Sólo es posible enfrentarlos con una posición claramente anti-capitalista y anti-imperialista: un contra-ataque de los trabajadores basado en un sólido programa es la única vía de salida al desastre causado por el virus del lucro. Y este programa, es el socialismo/comunismo.

Ekin Sönmez

Parte del Comité Central del Partido Comunista de Turquía y responsible de Relaciones Internacionales.