En la era post Trump, Israel enfrenta una nueva elección

Aquí en Israel nos dirigimos a unas nuevas elecciones, y pareciera que el conflicto palestino no se encuentra presente. Nuestra tarea en la “Lista Conjunta” y en la izquierda es volver a poner sobre la mesa la ocupación, recuperando su estatus como la principal contradicción de nuestra realidad y el principal desafío para la paz en la región. Cualquier nuevo gobierno israelí, sea encabezado por Netanyahu o no, tendrá que ser puesto bajo presión respecto a este tema. Para ello es crucial que la comunidad internacional tome acciones decisivas contra la ocupación, incluyendo el reconocimiento del Estado de Palestina y el rechazo de los asentamientos como violaciones a la ley internacional.

por Aida Touma-Sliman

Imagen / Partido Comunista de Israel

Este artículo es parte del Dossier: Medio Oriente a 10 años de la Primavera Árabe, una mirada desde la izquierda.


Este artículo fue escrito por la integrante de la Knesset (Parlamento de Israel) Aida Touma-Sliman, y fue publicado originalmente en el periódico “The Morning Star”.

Hace algunas semanas la Knesset fue disuelta, llevando al país a su cuarto ciclo electoral en dos años el próximo mes de marzo. Estas elecciones, en el medio de la pandemia por COVID-19 y la crisis económica, puede marcar el fin de los 11 años de Benjamín Netanyahu como Primer Ministro. La posibilidad de derrotar a la derecha no es grande, pero la posibilidad de que Netanyahu abandone su cargo justo después de Donald Trump podría delinear una nueva realidad regional, algo para lo que debemos estar preparados.

Los cuatro años de Trump en el poder dejó a la lucha por la independencia palestina y por la paz en la región en condiciones desesperadas. En este período fuimos testigos de un esfuerzo coordinado por las fuerzas más reaccionarias de la derecha en Estados Unidos e Israel para marginar la demanda palestina por la libertad, para normalizar y legalizar el proyecto colonial de los asentamientos, y para promulgar una anexión de facto de Cisjordania.

Este era el objetivo claro del “Acuerdo del Siglo” impulsado por Trump -que fue implementado agresivamente en estos cuatro años-. La larga lista de provocativos pasos realizados por Israel y EE. UU. incluyendo el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén y la declaración de la administración de Washington de que no considerarían los asentamientos como ilegales, por nombrar sólo dos, han pasado sin mayor resistencia internacional. La comunidad internacional no se levantó contra estas violaciones a las leyes internacionales y dejaron a los palestinos abandonados frente a los amenazadores pasos de israelíes y estadounidenses.

Los últimos casos de normalización y acuerdos armamentísticos que Israel alcanzó con Emiratos Árabes unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos deben ser analizados a la luz del inminente fin de la presidencia de Trump en enero. El presidente saliente y el Primer Ministro israelí, al impulsar estos hechos consumados, desean que la nueva administración enfrente una nueva realidad regional, en al que la cuestión de normalizar la posición de Israel en los mundos árabe y musulmán esté desconectada del conflicto palestino.

Esta nueva realidad erosiona la fórmula compartida por la Iniciativa Árabe de Paz y el liderazgo palestino, de acuerdo con la que uno de los mayores incentivos de Israel para abandonar la ocupación y permitir el establecimiento de un Estado palestino reside precisamente en la completa normalización de la región. Desafortunadamente, los tratados firmados entre Israel y los Estados árabes han dejado claro que esta propuesta está perdiendo relevancia. El gobierno israelí y la administración estadounidense, así como los regímenes del Golfo desean desviar la atención internacional de la ocupación israelí hacia la tensión entre Irán y los Estados árabes. Este cambio de atención desde los territorios palestinos ocupados hacia Teherán como la principal contradicción de la región sirve tanto a Riyad como a Jerusalén.

 

La administración Biden

El nuevo gobierno encabezado por Joe Biden probablemente marque un retorno a las normas previas a la administración de Trump. Este cambio no es lo que deseamos en la izquierda, pero aún así sería una gran mejora respecto a la destructiva política de Trump en la región.

Podemos estar agradecidos de la salida de Trump de la Casa Blanca, incluso si la llegada de Biden no implica razones para celebrar.

El sesgo proisraelí siempre ha sido una característica de la intervención de EE. UU. en este conflicto, pero durante el mandato de Trump su posición estuvo claramente alineada con la extrema derecha israelí. Podemos esperar que Biden incline un poco su posición lejos de los colonos israelíes, pero sin duda no girará hacia los palestinos.

Mientras que las voces progresistas pro-palestinas están ganando fuerza en el Partido Demócrata, no existen señales de que Biden vaya a adoptar alguna de sus posiciones como por ejemplo condicionar la ayuda a Israel, o que tome alguna acción contundente contra los asentamientos. Por otro lado, podemos esperar una importante diferencia en la posición de Estados Unidos respecto a Irán, por ejemplo, reincorporándose al acuerdo antinuclear y des escalando de esa forma en las tensiones regionales.

Sin embargo, debemos estar alertas: Netanyahu, Trump y sus aliados del Golfo harán todos los esfuerzos posibles para obstaculizar estas posibilidades haciendo la realidad incluso más compleja. Una muestra fue el asesinato ilegal por parte de Israel de un prominente científico nuclear iraní hace algunas semanas. Israel hará cualquier esfuerzo para que la situación escale, incluso si implica iniciar una guerra.

La era post Trump será una oportunidad para frenar este peligroso proceso encabezado por la derecha israelí, que incluye la destrucción de la solución de dos Estados y la anexión de facto de los territorios ocupados. Pero el daño ya está hecho.

Aquí en Israel nos dirigimos a unas nuevas elecciones, y pareciera que el conflicto palestino no se encuentra presente. Nuestra tarea en la “Lista Conjunta”[i] y en la izquierda es volver a poner sobre la mesa la ocupación, recuperando su estatus como la principal contradicción de nuestra realidad y el principal desafío para la paz en la región. Cualquier nuevo gobierno israelí, sea encabezado por Netanyahu o no, tendrá que ser puesto bajo presión respecto a este tema. Para ello es crucial que la comunidad internacional tome acciones decisivas contra la ocupación, incluyendo el reconocimiento del Estado de Palestina y el rechazo de los asentamientos como violaciones a la ley internacional.

La izquierda debe contraatacar contra esta realidad, en donde las acusaciones de antisemitismo son utilizadas siempre que se instala la crítica a la ocupación, para revivir la discusión sobre Palestina en términos de la ley internacional, presionando en contra de quienes la violan. La lucha continúa en Israel, Palestina, y el mundo entero.

 

Notas

[i] [Nota del traductor] La “Lista Conjunta” es un pacto electoral entre la alianza Hadash encabezada por el PC, con tres partidos políticos palestinos en Israel.

Aida Touma-Sliman

Integrante del Partido Comunista de Israel, y parlamentaria por un cupo de Hadash en la alianza “Lista Conjunta”.