Esos no se cuentan, estos tampoco

Estos y otros ministerios no se cuentan, mientras que el gobierno se perfila en su deriva autoritaria. La administración construyó un gran cordón sanitario con ministros sin política, donde la profundización de la agenda seguridad y precarización de la vida del mandatario avanza a pasos agigantados. La pandemia y sus medidas son el camuflaje perfecto de un gobierno autocrático que no tiene ni siquiera miedo de ponerle un bozal al Congreso cuando profesa a viva voz el deseo de taparnos la boca con sus mascarillas.

por Nicolás Román

Imagen / Palacio de Versailles, 1608. Fuente


Algunos ministerios establecidos recientemente para crear una plataforma política a demandas sociales postergadas se han visto marginados de la primera línea de la crisis social y sanitaria. El Ministerio de las Culturas, por ejemplo, profundizó su consideración de las artes como una píldora de la entretención en medio de la crisis. Las organizaciones de artistas, creadoras y creadores han denunciado la precarización del gremio y su condena a la sobrevivencia en un escenario donde la privatización de lo público se refuerza como una medida que sabemos podría venir para quedarse. Nunca la ministra Valdés ha reflexionado sobre el lugar de la cultura en medio de la pandemia, su visión de las artes es una moneda de cambio de viewers, followers y streamings, tal como quedó confirmado con la celebración día del patrimonio. La ministra Valdés, prima lejana de los señores Chadwick, asume que ni en los funerales se cuentan los músicos ni los artistas. Ellos son parte de la decoración.

Asimismo, el Ministerio de la Ciencias se suma a la lista de los que no se cuentan y su titular Andrés Couve es fiel a la irrelevancia en la administración de su cartera. Recortar presupuestos de becas fue una de las primeras medidas que afecta directamente a los investigadores en formación de su sector. En la misma línea, la ciencia tiene un lugar postrero en el enfrentamiento de la pandemia: repartir fondos, legalizar patentes y estimular la competencia. Destacar la creación de una mascarilla, pero ponderar que se busca una vacuna. La ciencia postergada y desplazada por una lógica de una start up como si la investigación fuera un sub producto de los rubros de la competencia y el enriquecimiento a bajo costo.

El Ministerio de la Mujer, en la bolsa de los que no se cuentan, ha superado pírricamente polémica tras polémica luego de ser una plaza de la tierra ardiente por la presión del movimiento feminista. Santelices con más pena que gloria es una apuesta desafiante al activismo diezmado por la presión securitaria e inmunitaria, pero aun así, el disparo en el pie de la sobrina de Pinochet no le deja espacio para seguir en el cargo. Aunque, en la estela de la desgracia, se nombra a Zalaquett para dar continuidad a la gestión del cinismo sin sintonía alguna con las demandas de las mujeres chilenas.

Estos y otros ministerios no se cuentan, mientras que el gobierno se perfila en su deriva autoritaria. La administración construyó un gran cordón sanitario con ministros sin política, donde la profundización de la agenda seguridad y precarización de la vida del mandatorio avanza a pasos agigantados. La pandemia y sus medidas son el camuflaje perfecto de un gobierno autocrático que no tiene ni siquiera miedo de ponerle un bozal al Congreso cuando profesa a viva voz el deseo de taparnos la boca con sus mascarillas.

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Doctor en Estudios Latinoamericanos y parte del Comité Editor de revista ROSA.