Recordemos que la pandemia hizo su entrada en medio de una crisis social, por lo que se encontró con una ciudadanía empoderada y activa. Las medidas de confinamiento, el cierre de espacios culturales y cancelación de espectáculos en vivo, vinieron a reforzar la toma de conciencia respecto a la falta de protección estatal en relación a los derechos sociales, especialmente para los trabajadores informales, como son los músicos, quienes históricamente han sido outsiders de la distribución de bienes y servicios de las políticas sociales en el país (Farías 2019). En este escenario, al igual que en otros lugares del mundo, los trabajadores de la música han seguido la estrategia de realizar conciertos, clases, charlas y talleres vía streaming. También han consolidado redes de ayuda mutua gremial, afianzando lazos comunitarios frente a la desprotección estatal, lo que ha llevado a un resurgimiento de la antigua tradición del socorro mutuo.
por Eileen Karmy y Estefanía Urqueta
Imagen / Músico. Fuente: Flickr.
El movimiento social iniciado en octubre de 2019 en Chile puso de manifiesto la crisis de un proceso de democratización con tareas pendientes. Uno de los principales malestares que la ciudadanía manifestó en las calles a lo largo del país guarda relación con la profundización, durante los gobiernos democráticos (1990-2020), de las políticas neoliberales instaladas en la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990)[i]. En este escenario de revuelta social, artistas, músicos y otros trabajadores de la cultura se hicieron partícipes, en manifestaciones y expresando su compromiso político. Así, se constituyeron como relevantes agentes sociales ayudando a activar el sentido de lo común que la sociedad chilena adolece desde la llegada a la democracia. En este contexto pudimos ver diversas intervenciones musicales organizadas por las mismas comunidades, acorde con las demandas de la ciudadanía: comparsas callejeras, micrófonos abiertos, conmemoraciones a artistas chilenos[ii], entre otras, tanto en marchas, concentraciones, festivales y carnavales barriales (Watson 2019)[iii].
El inicio de la protesta social, por otra parte, también trajo consigo un impacto en la vida cotidiana y el desarrollo de las actividades urbanas. Grandes tiendas comerciales e instituciones administrativas vieron interrumpidas sus operaciones al ser foco del descontento de la ciudadanía. Con el fin de resguardar la seguridad de asistentes y trabajadores debido a las expresiones de protesta civil y la violencia de la represión estatal (CBS News 2019)[iv], eventos masivos como festivales o conciertos se cancelaron o re-agendaron, se cerraron bares y restaurantes que forman parte del circuito laboral de la música en vivo y se interrumpieron las actividades en centros culturales y educativos, lo cual redujo considerablemente las ocupaciones laborales de los trabajadores de la música[v].Todo esto develó, por una parte, la centralidad de la música en vivo en el ingreso económico de los trabajadores de la música, y por otra, la precariedad de las condiciones en que venían desarrollando su labor.
En general, el carácter precario de las condiciones laborales de los trabajadores en Chile responde a la continuidad de políticas públicas que no se han hecho cargo de la protección de sus derechos sociales. En los últimos treinta años la administración estatal se ha regido por un modelo neoliberal instalado en dictadura, en el que la mayoría de bienes y servicios básicos funcionan bajo la lógica de tercerización, subvención o subsidios, y en el que las empresas privadas poseen un mayor protagonismo. De igual forma, la política cultural actual se caracteriza por su perfil subsidiario y de concursabilidad, que apunta al florecimiento de una industria cultural próspera y competitiva, donde el único apoyo a los trabajadores de la cultura se hace de manera indirecta mediante concursos de fondos públicos, atentando contra la continuidad de proyectos culturales y la estabilidad laboral.
Los trabajadores de la cultura (creadores, intérpretes, gestores y técnicos) laboran en un contexto de precariedad de base, en el que 88,3% trabaja sin contrato y el 59% no está afiliado a ningún sistema de pensiones ni cuenta con ningún tipo de seguridad social que cubra salud o cesantía (Brodsky, Negrón y Possel 2014 24 y 26)[vi]. En el caso de los trabajadores de las artes performativas, como la música, esta situación es aún más problemática, ya que su trabajo no se traduce en un producto material tangible ni fácilmente medible, lo que conlleva, por una parte, a la dificultad de generar ingresos asociados al resultado del trabajo, y por otra, a la dificultad de valorar la labor artística como un trabajo que debe ser remunerado.
Una crisis sanitaria en medio de la crisis social
El arribo de la crisis sanitaria en Chile a mediados de marzo vino a re-agudizar estas problemáticas de los trabajadores de la música. La imposibilidad de realizar conciertos con audiencias en vivo, por las medidas de aislamiento social, ha impactado directamente en las condiciones materiales de los músicos y sus equipos técnicos. De igual forma, el traspaso de clases presenciales a formato en línea ha generado un nuevo desafío a quienes se dedican a enseñar (como fuente primaria o complementaria de ingresos) para mantener una de las pocas fuentes laborales relativamente estables a la que pueden optar los músicos en Chile. La pandemia llegó a Chile en el inicio del año académico, en el último mes de verano después de una primavera interrumpida por movilizaciones sociales. Como en primavera y verano hay más eventos culturales, la precariedad ya existente de los trabajadores de la música se agudizó por la disminución de ingresos en un periodo donde comúnmente se espera recibirlos (Observatorio Digital de la Música Chilena 2020 43)[vii].
La respuesta del gobierno a la crisis sanitaria ha demostrado su lógica neoliberal de precarización social, ofreciendo escuálidos bonos a los grupos familiares más vulnerables[viii] y una acción de política cultural que no está a la altura de la situación. Esto se hizo evidente en las campañas, petitorios y demandas que distintas organizaciones de músicos comenzaron a exigir con la emergencia sanitaria. Por ejemplo, la petición de que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP) pagase los Fondos de Cultura correspondientes al 2020 dio cuenta no solo del nivel de precariedad, sino también de la negligencia y burocracia del sistema de concursabilidad de la institucionalidad cultural pública. La campaña “Es hoy por ti mañana por mí”, de la Corporación Nacional del Teatro Musical Chileno buscó reunir alimentos no perecibles y/o dinero para ayudar directamente a los trabajadores del teatro musical que por la contingencia “han perdido trabajos y […] en consecuencia no tienen dinero para alimentarse” (CONATEMUCH 2020)[ix]. En una línea similar está la campaña “¡Toi Toi!” del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, en la que ofrecen sus contenidos artísticos de manera gratuita para conseguir donaciones en apoyo a los artistas que trabajan de manera independiente en el “ámbito de la música clásica y la danza, incluyendo intérpretes, cantantes, directores, bailarines, coreógrafos, compositores, técnicos y gestores que se han visto imposibilitados de realizar labores remuneradas durante estos meses” (CEAC 2020)[x]. Estas campañas son muestra de la cruda realidad de la precariedad laboral musical y de la inexistencia de fondos permanentes de ayudas para emergencias.
Luego de que los gremios de trabajadores de la cultura elevaran su voz evidenciando la urgencia del problema y exigiendo al gobierno poner a disposición fondos de emergencia, el MINCAP abrió nuevos fondos concursales para la generación de contenidos virtuales, adaptados a la contingencia[xi]. Si bien, éstos se traducirán en una ayuda concreta para algunos, se presentan en la misma lógica subsidiaria y de concursabilidad del modelo de gestión cultural neoliberal. En vez de fondos de emergencia a los que cualquier trabajador de la cultura pueda acceder de manera directa por perfil socioeconómico o cesantía, como se ha hecho en otros lugares del mundo[xii], estos fondos se entregarán a postulantes seleccionados por la calidad y pertinencia de su proyecto, ponderando también un porcentaje a su trayectoria y currículum[xiii].
Por su parte, la SCD (El Mostrador, 2020)[xiv] ofreció repartir mil millones de pesos entre sus asociados en tres cuotas de $150.000 – $300.000, dependiendo de los derechos generados por cada socio. A su vez, algunas instituciones culturales tanto públicas, privadas como de gestión privada con financiamiento público, decidieron mantener su programación musical anual, pero ahora desde sus plataformas virtuales[xv], o bien, ofreciendo sus plataformas para que trabajadores de la cultura realicen talleres o actuaciones en línea[xvi]. En el caso de los centros culturales que reciben financiamiento estatal, el pago a los trabajadores lo realiza la misma institución, mientras que en las otras, el pago lo realiza el público a través de un aporte voluntario que se ha denominado ‘gorra virtual’. Sin embargo, ninguna de estas iniciativas ha sido suficiente para sortear la agudización de la precarización laboral de los trabajadores de la música.
Recordemos que la pandemia hizo su entrada en medio de una crisis social, por lo que se encontró con una ciudadanía empoderada y activa. Las medidas de confinamiento, el cierre de espacios culturales y cancelación de espectáculos en vivo, vinieron a reforzar la toma de conciencia respecto a la falta de protección estatal en relación a los derechos sociales, especialmente para los trabajadores informales, como son los músicos, quienes históricamente han sido outsiders de la distribución de bienes y servicios de las políticas sociales en el país (Farías 2019)[xvii]. En este escenario, al igual que en otros lugares del mundo, los trabajadores de la música han seguido la estrategia de realizar conciertos, clases, charlas y talleres vía streaming. También han consolidado redes de ayuda mutua gremial, afianzando lazos comunitarios frente a la desprotección estatal, lo que ha llevado a un resurgimiento de la antigua tradición del socorro mutuo.
Tal vez por su condición de trabajadores independientes, la organización social-gremial entre los trabajadores de la música ha sido un difícil desafío, especialmente después de la última dictadura que dañó fuertemente tanto el tejido social como el sindicalismo. Desde el retorno a la democracia ha sido una tendencia común la “debilidad organizacional y asociativa entre los trabajadores de la música”, la incapacidad de aglutinarlos y representarlos bajo una misma entidad y “hacer valer sus derechos frente a los sectores público y privado” (Karmy, Brodsky, Facuse, Urrutia 2015 19-20)[xviii]. Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Ya desde la última década del siglo XIX, encontramos a los trabajadores de la música formando sociedades de socorro mutuo en las principales ciudades del país que, al igual que otros trabajadores de la época, se asociaron para reunir un fondo común y autónomo con el fin de proveer servicios de seguridad social entre los miembros[xix]. Con la aprobación de las leyes sociales de mediados de los años veinte y la legalización de los sindicatos a fines de la década, las sociedades de socorro mutuo declinaron cediéndole el paso a los primeros sindicatos legales[xx]. Así, en 1928 se crearon los primeros sindicatos profesionales de músicos que, además de entregarle servicios de seguridad social a sus socios, los representaron en las negociaciones con empleadores y con el Estado, promoviendo legislación y políticas públicas apropiadas a sus condiciones laborales (Karmy 2019 143-179) [xxi].
La organización social-gremial contemporánea está marcada con los acontecimientos de la última dictadura. En este periodo los sindicatos perdieron su fuerza política y representación colectiva, declinando nuevamente como herencia de la marca autoritaria y el individualismo promovido por el modelo neoliberal (Álvarez 2010)[xxii]. El contexto de postdictadura heredó las fracturas del quiebre del tejido social caracterizado por una fuerte desconfianza hacia el otro, que se tradujo en un retraimiento de los lazos sociales hacia el espacio privado y un escepticismo hacia las grandes instituciones políticas[xxiii]. A pesar de estas tensiones, perduran algunas experiencias formales de asociatividad tanto entre los músicos[xxiv] como desde programa estatal Escuelas de Rock que, en sus inicios, buscó fomentar estrategias para establecer vínculos de apoyo laboral entre los músicos populares (Urqueta, 2019)[xxv]. A su vez, han surgido también otras formas de organización menos formales especialmente para la producción de festivales y conciertos[xxvi].
Con el levantamiento social del 18 de octubre de 2019 se reactivaron y crearon nuevas redes comunitarias de ayuda territorial y gremial, que sumado a la escasa protección estatal durante la crisis sanitaria ha dado pie al resurgimiento del apoyo mutuo. Las iniciativas autogestionadas han adquirido un nuevo protagonismo, en donde los trabajadores de la música también han formado parte activa. Por ejemplo, Managers Asociados de Músicos en Chile (MAMCHI), organización formada en abril 2019 con representantes de 75 artistas nacionales, un mes de después de que se decretara el estado de emergencia sanitaria, en abril 2020, dio inicio a la campaña #MásMúsicaChilena. Ésta tiene como objetivo concientizar al público a escuchar producciones locales en plataformas streaming, buscando a su vez el apoyo de las radios nacionales, asunto relevante cuando la radiodifusión local funciona bajo una lógica de mercado[xxvii]. De manera similar, varias organizaciones, como el Gremio de la Industria Musical de Valparaíso, IMUVA, han creado playlists de música chilena para promover a artistas nacionales. Este mismo gremio porteño preparó en abril una guía sanitaria para realizar transmisiones en vivo vía streaming de manera segura, la cual ha sido especialmente importante en el contexto en que el gobierno no ha tomado las medidas necesarias para reducir el contagio[xxviii].
Por su parte, la Red de Trabajadoras de la Música y Disidencias (TRAMUS) es una organización feminista surgida el 8 de marzo de 2019 que tomó fuerza con las movilizaciones de octubre para proveer apoyo, contención y potenciar el activismo político. Con la crisis sanitaria, además de publicar declaraciones y petitorios[xxix], han organizado que sus asociadas impartan talleres[xxx], conciertos y clases en línea para aportar a un fondo común al que le llamaron “fondo de emergencia” destinado a ayudar a quienes pertenecen a esta red.
El fondo de emergencia de TRAMUS, al igual que las demás acciones y campañas solidarias desarrolladas por las nuevas organizaciones de músicos, retoman los valores promovidos por las sociedades musicales de socorro mutuo que funcionaron en Chile entre fines del siglo XIX e inicios del XX: fraternidad y solidaridad. Influenciadas por el legado de la Sociedad de la Igualdad, formada en Santiago en 1850 por un grupo de jóvenes artesanos, intelectuales y artistas (entre ellos Francisco Bilbao, Santiago Arcos, Eusebio Lillo y el músico José Zapiola), las sociedades de socorro mutuo locales promovieron un proyecto popular emancipador en donde el ahorro, la (auto) educación y la ayuda mutua eran fundamentales (Illanes 2003)[xxxi]. Tanto las antiguas y como las nuevas organizaciones de trabajadores de la música han hecho eco del concepto de apoyo mutuo, acuñado por el filósofo anarquista Kropotkin, que plantea que para la sobrevivencia es crucial atender a las necesidades del grupo más que a las individuales, ayudándonos, cuidándonos y protegiéndonos entre nosotros mismos (Kropotkin 1902)[xxxii].
El pueblo ayuda al pueblo
Si bien la pandemia develó (y sigue profundizando) tanto la precariedad de los trabajadores de la música en Chile como el abandono del Estado, asuntos que ya venían siendo discutidos en el proceso de concientización anti-neoliberal del movimiento de octubre, también ha mostrado un resurgimiento de la ayuda mutua entre los mismos afectados. Ante esta situación, las organizaciones de músicos han elevado lemas como “solo el pueblo ayuda al pueblo” (CONATEMUCH 2020)[xxxiii] o “entre todes nos cuidamos” (TRAMUS 2020)[xxxiv]. Han generado ollas comunes, colectas de dinero y otras actividades solidarias para distribuir los dineros y las ayudas entre los más necesitados. También han promovido la escucha de la música chilena para apoyar a artistas, gestores y técnicos locales.
Estas campañas y actividades solidarias han sido lideradas por organizaciones autogestionadas y autofinanciadas, que surgieron o tomaron fuerza con la revuelta de octubre, y no por las instituciones estatales ni asociaciones privadas relacionadas a la industria musical. Estas últimas se han limitado a recabar información estadística (catastros que vienen a reafirmar lo que ya se sabía: la precariedad laboral musical)[xxxv] y a repartir fondos limitados entre algunos músicos. Las organizaciones sociales formadas por y para músicos son las que han desarrollado campañas no solo enfocadas en denunciar sus problemas laborales, sino que también llevando a cabo actividades concretas de ayuda mutua. Y como la ayuda mutua está basada en la solidaridad, que es lo contrario a la competencia, creemos que puede ser una fuerza clave para enfrentar lo que viene.
Cuando todo esto pase ¿pasarán también las organizaciones de ayuda mutua, o será que éstas llegaron para quedarse? ¿Es el resurgimiento del apoyo mutuo una respuesta a la precariedad que develó la crisis sanitaria? ¿O es también la reactivación de las redes de solidaridad que dejaron las revueltas de octubre? ¿Podrá esta red solidaria consolidarse en un nuevo agente de presión para hacer menos neoliberal nuestra política cultural?
[i] Para adentrarse con mayor profundidad en el perfil de las demandas antineoliberales y su crítica al legado dictatorial del movimiento social iniciado el 18 de octubre 2019 en Chile, ver:
Marieke Riethof, “Chile protests escalate as widespread dissatisfaction shakes foundations of country’s economic success story”, The Conversation, 25 Octubre 2019. Disponible en: https://theconversation.com/chile-protests-escalate-as-widespread-dissatisfaction-shakes-foundations-of-countrys-economic-success-story-125628?utm_source=twitter&utm_medium=twitterbutton y Heidi Tinsman, “Democracy in Chile: Mass Protest and the Legacies of Dictatorship”, The Abusable Past, 6 Noviembre 2019. Disponible en: https://www.radicalhistoryreview.org/abusablepast/democracy-in-chile-mass-protest-and-the-legacies-of-dictatorship/
[ii] Un ejemplo de estas manifestaciones fue el homenaje a Víctor Jara realizado en el frontis de la Biblioteca Nacional en la histórica manifestación del 25 de octubre, ver: Alejandro Ballesteros, “EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ ‘Mil Guitarras por Víctor Jara’ ”, 27 de octubre 2019. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=g-bIABzWSjc
[iii] Johanna Watson, Músicos por un pueblo unido: artistas chilenos cantan y se manifiestan en las comunas de Santiago, La Tercera, 11 de noviembre 2019. Disponible en: https://www.latercera.com/culto/2019/11/11/largo-tour-los-musicos-chilenos-cantan-se-manifiestan-las-comunas-santiago/
[iv] CBS News, “At least 18 dead and thousands arrested in Chile protests”, 24 de octubre 2019. Disponible en: https://www.cbsnews.com/news/chile-news-santiago-at-least-18-dead-and-thousands-arrested-in-chile-protests-2019-10-24/
[v] El estudio realizado por el Observatorio Digital de la Música Chilena señala que el impacto del estallido social significó en promedio la cancelación de un 8,2 eventos musicales, lo cual se traduce a nivel monetario para el 47% de los casos estudiados en la pérdida de menos de $400.000, “un 32% declara haber dejado de percibir entre $400.000 y $1.5 millones, un 17% entre $1.5 millones y $6 millones, y un 4%, $6 o más.” Observatorio Digital de la Música Chilena, “Diagnóstico de la Industria Musical Chilena, Estallido Social y Covid-19”. Disponible en: https://www.odmc.cl/documentos/descargarDocumento?ruta=documentos/DiagnosticodelaindustriamusicalChilena.EstallidoSocial-Covid-19.pdf
[vi] Julieta Brodsky, Bárbara Negrón y Antonia Pössel, El escenario del trabajador cultural en Chile. Artes visuales, artes escénicas, literatura, música, audiovisual. Santiago: Proyecto Trama, 2014. Disponible en: http://www.observatoriopoliticasculturales.cl/OPC/wp-content/uploads/2015/01/el_escenario.compressed-1.pdf
[vii] Observatorio Digital de la Música Chilena, “Diagnóstico de la Industria Musical Chilena. Estallido Social y Covid-19”, 2020. Disponible en: https://www.odmc.cl/documentos/descargarDocumento?ruta=documentos/DiagnosticodelaindustriamusicalChilena.EstallidoSocial-Covid-19.pdf
[viii] Entre las iniciativas del Plan Económico de Emergencia por coronavirus está el Bono COVID que consiste en la entrega de $50.000 por cada beneficiario que esté dentro del programa de Subsidio Único Familiar, como también a los hogares del Subsistema Seguridades y Oportunidades y para los hogares correspondientes al 60% más vulnerable del país, según el Registro Social de Hogares, que no tienen ingresos formales ni cargas familiares. Además desde fines de mayo se instaló la entrega del Ingreso Familiar de Emergencia que es un abono directo del Estado dirigido a “los hogares del 60% más vulnerable del país que no tienen ingresos formales, y a hogares en los que viva un adulto mayor de 70 años o más que tenga Pensión Básica Solidaria y que pertenezcan al 80% más vulnerable del país según la Calificación Socioeconómica del Registro Social de Hogares. El beneficio se entregará por hasta tres meses y el monto dependerá del tamaño y del tipo de hogar, y será decreciente en el tiempo”. En Ministerio Secretaría General de Gobierno, Apoyo a los ingresos de las familias, 2020. Disponible en: https://www.gob.cl/planeconomicoemergencia/apoyo/
[ix] CONATEMUCH, “Es hoy por ti mañana por mí”, 18 de marzo 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/1278252442272993/photos/a.1278262918938612/2727247637373459/?type=3&theater
[x] Centro de extensión artística y cultural. Universidad de Chile (CEAC), “¡Toi toi! Apoyemos a nuestros artistas”, 17 de mayo 2020. Disponible en: http://ceacuchile.cl/toi-toi-apoyemos-a-nuestros-artistas/
[xi] Gremios artísticos, asociaciones de trabajadores de la cultura y sindicatos de músicos presentaron comunicados y petitorios señalando la urgencia del problema, tanto por la situación actual como por una postergación histórica de sus derechos laborales y sociales. Por ejemplo, la Unión Nacional de Artistas (UNA) llamó a crear una mesa de trabajo colaborativo interministerial, junto al MINCAP y el Ministerio de Hacienda para aplacar los efectos de esta situación en los trabajadores de la cultura. El presidente de la UNA, Mario Rojas, enfatizó en la importancia de medidas de ayuda directa a los trabajadores de la cultura. Distintas asociaciones, como Musicxs de Chile, adhirieron a este comunicado, destacando la necesidad de visibilizar el trabajo artístico que requiere la misma protección social a la que tiene derecho cualquier otro trabajador. Al mismo tiempo, en un comunicado conjunto, diversos sindicatos de músicos respondieron con crítica a los fondos de emergencia ofrecidos por el MINCAP solicitando también la atención del gobierno y ayuda directa. Ver: Abril Becerra, “Mario Rojas: “Existe un clima de desamparo total con los artistas”, Radio Universidad de Chile, 19 de marzo 2020. Disponible en https://radio.uchile.cl/2020/03/19/mario-rojas-existe-un-clima-de-desamparo-total-con-los-artistas/; Marco Fajardo, “El arte en crisis: estudios arrojan paupérrima situación de artistas de diversas disciplinas”, El Mostrador, 28 de abril 2020. Disponible en: https://www.elmostrador.cl/cultura/2020/04/28/el-arte-en-crisis-estudios-arrojan-pauperrima-situacion-de-artistas-en-distintos-rubros/; SACH, “Artistas exigen medidas de protección al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio por coronavirus”, 19 de marzo 2020. Disponible en: https://soloartistaschilenos.cl/organizaciones-artisticas-declaracion-coronavirus/; SINAMUARCHI, “Comunicado a la opinión pública”, 19 de junio 2020. Disponible en: http://sinamuarchi.cl/web/index.php/2020/05/27/comunicado-a-la-opinion-publica/
[xii] Dentro de las iniciativas estatales que se han desarrollado para hacer frente a la crisis laboral del mundo de la cultura debido a las consecuencias de la pandemia está lo desarrollado por el gobierno alemán, que prometió ayudas a los trabajadores de la cultura que se vean perjudicados por la cancelación de conciertos, ver: Platea Magazine, “El gobierno alemán promete ayudas a artistas y entidades musicales tras las cancelaciones por coronavirus”, 13 de marzo 2020. Disponible en: https://www.plateamagazine.com/noticias/8546-el-gobierno-aleman-promete-ayudas-a-artistas-y-entidades-musicales-tras-las-cancelaciones-por-coronavirus?fbclid=IwAR188l_s4tt39PdklMlPUI992o-8M99_2X8xg_8OyNLcnL-QOOyI8k7c58o. En el caso del gobierno argentino que también instaló un sistema de ayuda directa a centros culturales, teatros y orquestas juveniles, ver: BAE Negocios, “Habrá fondos para que la cultura pueda sobrevivir al aislamiento”, 20 de marzo 2020. Disponible en: https://www.baenegocios.com/cultura/Habra-fondos-para-que-la-cultura-pueda-sobrevivir-al-aislamiento-20200320-0037.html.
[xiii] Además de la concursabilidad de estos fondos de emergencia, otro problema corresponde al escaso monto que pueden destinar los proyectos por concepto de honorarios por persona (un máximo de $300.000). También la separación de los postulantes por género musical, ofreciéndole un monto máximo de $448.180 a los músicos que compongan obras de índole clásica o docta, mientras que por una obra de carácter popular o de raíz folclórica, un pago máximo de $336.134. Curiosamente, los concursos anteriores del MINCAP habían separado a estos dos últimos géneros que ahora aparecen compitiendo por un mismo fondo, mientras que los doctos, mantienen el escaso privilegio de competir solo entre ellos. Más información de los fondos aquí: MINCAP, “Línea de Circulación y Creación Artística – Fondo de la Música”, 18 de mayo 2020. Disponible en: https://www.fondosdecultura.cl/linea-de-circulacion-y-creacion-artistica-fondo-de-la-musica/
[xiv] El Mostrador, “SCD repartirá $1.000 millones entre sus socios y afiliados por la crisis del coronavirus”, 14 de abril 2020. Disponible en: https://www.elmostrador.cl/cultura/2020/04/14/scd-repartira-1-000-millones-entre-sus-socios-y-afiliados-por-la-crisis-del-coronavirus/?fbclid=IwAR1el0ayrJZTJFHBxr7_zYhZuCM11BksTEVPjAQNZozRrWng6hDNTsnVMvU
[xv] Como se ha reflejado en la programación de: Museo Violeta Parra, Centro Cultural Matucana 100, Centro Cultural San Joaquín, Centro de Extensión Edificio Cousiño Duoc UC, Dirección de Cultura Municipalidad de Santiago, Biblioteca Viva Tobalaba, Centro de Extensión del MINCAP, Red de Centros Culturales Públicos de la Región Metropolitana.
[xvi] Algunos ejemplos son las iniciativas realizadas por el Centro Cultural Ex-Cárcel de Valparaíso y por el Centro Cultural Municipal de Quillota.
[xvii] Ana Farías, Políticas sociales en Chile: Trayectoria de inequidades y desigualdades en distribución de bienes y servicios, Santiago de Chile (Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2019).
[xviii] Eileen Karmy, Julieta Brodsky, Marisol Facuse y Miguel Urrutia, “El papel de las políticas públicas en las condiciones laborales de los músicos en Chile”, Colección de Investigación CLACSO, 19-20. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20150520052544/ElPapelDeLasPolitciasPublicas.pdf
[xix] Por ejemplo, en 1889 se fundó la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Santiago y en 1893 la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso, ambas reuniendo a músicos profesionales de las respectivas ciudades, teniendo como objetivo proteger y mejorar sus condiciones de vida mediante la administración de servicios de bienestar social entre los asociados y sus familias, como servicios de farmacia, médico, pensión en caso de enfermedad, servicios funerarios, entre otros. Para revisar con mayor detalle sobre las organizaciones de trabajadores de la música de este periodo, ver Eileen Karmy, “Musical Mutualism in Valparaiso during the Rise of the Labor Movement (1893-1931)” Popular Music and Society, vol. 40 N° 5 (2017): 539–555; y Eileen Karmy y Cristian Molina, “Músicos como trabajadores. Estudio de caso de la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso (1893-1930)” Resonancias, vol. 22 N° 42, (2018): 53–78.
[xx] Para profundizar la discusión historiográfica sobre las organizaciones mutualistas y sindicatos en Chile ver, Sergio Grez, “Trayectoria Histórica del Mutualismo en Chile (1856-1990). Apuntes para su estudio. Mapocho”, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, N° 35 (1994): 293–315; María Angélica Illanes, Chile Des-centrado: Formación Socio-cultural Republicana y Transición Capitalista (1810-1910) (Santiago de Chile: LOM, 2003); y Gabriel Salazar, Movimientos sociales en Chile: Trayectoria histórica y proyección política, (Santiago de Chile: Uqbar, 2017).
[xxi] En 1928 se funda el Sindicato Musical, que agrupaba a músicos de bandas. En 1931 se inauguran el Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso y el Sindicato Profesional Orquestal, con sede en Santiago. Al año siguiente, en 1932, surge el Sindicato Profesional de Músicos de Concepción. Eileen Karmy, The Path to Trade Unionism: Musical Work in Chile (1893-1940), PhD. University of Glasgow, 2019, 150-161, 185, 206-211. Disponible en: http://theses.gla.ac.uk/75178/
[xxii] Rolando Álvarez, “¿Represión o integración? La política sindical del régimen militar. 1973-1980”, Historia, vol. 43, N°2 (2010): 325–335.
[xxiii] Entre otros factores, a causa de la exclusión de la participación política efectiva de la sociedad civil durante el proceso de transición democrática pactada. Ver: Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad y ciudadanía (Santiago: LOM, 2014).
[xxiv] Por el ejemplo con los casos de la Unión Nacional de Artistas y la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD). Esta última además de gestionar derechos ha asumido un rol gremial al constituirse como representante de los músicos en instancias de negociación política. Eileen Karmy, Julieta Brodsky, Marisol Facuse y Miguel Urrutia, “El papel de las políticas públicas en las condiciones laborales de los músicos en Chile”, Colección de Investigación CLACSO, 22. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20150520052544/ElPapelDeLasPolitciasPublicas.pdf
[xxv] Estefanía Urqueta, El Aporte del Programa Estatal Escuelas de Rock en la Formación y Condiciones Laborales del Músico Popular. Una aproximación desde la política cultural chilena de posdictadura, Magíster en Artes mención Música, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2019. Disponible en: https://repositorio.uc.cl/handle/11534/22956?show=full
[xxvi] Por ejemplo, los festivales La Matria Fest y Ruidosa Fest han surgido de la iniciativa de músicas populares (Mariel Mariel y Francisca Valenzuela, respectivamente), con el fin de relevar el rol de la mujer dentro del trabajo musical. Para mayor detalle de estos festivales ver: https://www.elmostrador.cl/braga/2019/10/13/la-matria-fest-el-festival-que-promueve-la-igualdad-de-derechos-entre-mujeres/ y http://biut.latercera.com/actualidad/2018/01/ruidosa-festival-feminista/#:~:text=Ruidosa%20Fest%20es%20un%20festival,la%20cantante%20nacional%20Francisca%20Valenzuela.
[xxviii] Para detalles sobre la guía sanitaria, ver: IMUVA, “Guía sanitaria enseña a realizar transmisiones musicales vía streaming de forma segura”, 24 de abril 2020, Disponible en: http://imuva.cl/guia-sanitaria/. Otra de las iniciativas de la esta organización gremial fue la creación de una playlist para estimular el consumo digital de músicas chilenas, ver: IMUVA, “Cuarentena musical: IMUVA lanza “playlist” de mujeres músicas chilenas en Spotify”, 30 de marzo 2020. Disponible en: http://imuva.cl/cuarentena-musical-imuva-lanza-playlist-mujeres-musicas-chilenas-spotify/
[xxix] Para revisar las declaraciones de la organización frente a la situación sanitaria, ver: TRAMUS, “Declaración con respecto a la emergencia sanitaria”, 21 de marzo 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/trabajadorasmusica/posts/144489007055385. Para revisar el petitorio elaborado por TRAMUS dirigido a las autoridades para afrontar las medidas por la pandemia, ver: TRAMUS, “Petitorio”, 23 de marzo 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/trabajadorasmusica/posts/145035237000762
[xxx] En los contenidos encontramos talleres de: producción, de interpretación vocal, de feminismo, entre otros.
[xxxi] María Angélica Illanes, Chile Des-centrado: Formación Socio-cultural Republicana y Transición Capitalista (1810-1910) (Santiago de Chile: LOM, 2003)
[xxxii] Peter Kropotkin, Mutual aid: a factor of evolution. Nueva York: McClure Phillips & Co. 1902
[xxxiii] CONATEMUCH, “Es hoy por ti mañana por mí”, 18 de marzo 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/1278252442272993/photos/a.1278262918938612/2727247637373459/?type=3&theater
[xxxiv] TRAMUS, “Aprende junto a TRAMUS”, 10 de abril 2020. Disponible: https://www.facebook.com/trabajadorasmusica/photos/a.105912444246375/150395559798063/?type=3&theater
[xxxv] Por ejemplo el estudio realizado por el Observatorio Digital de la Música Chilena, ver: Observatorio Digital de la Música Chilena, “Diagnóstico de la Industria Musical Chilena. Estallido Social y Covid-19”, 2020. Disponible en: https://www.odmc.cl/documentos/descargarDocumento?ruta=documentos/DiagnosticodelaindustriamusicalChilena.EstallidoSocial-Covid-19.pdf. También el catastro realizado por el MINCAP: MINCAP, “Resultados Catastro de Estado de situación agentes, centros y organizaciones culturales”, Observatorio Cultural. Disponible en: http://observatorio.cultura.gob.cl/index.php/2020/04/25/resultados-catastro-de-estado-de-situacion-agentes-centros-y-organizaciones-culturales/