500 manifestantes frente al consulado chileno en Buenos Aires

“Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril como un fantasma, aunque a nada nos conduzca, tampoco estos caminos conducen a ninguna parte” – Bolaño, R. (2005) “Los perros románticos”. Delirio, p.12

por Pino Solano

Imagen / Barricadas en Ñuñoa, Javier Collao, 2019

El asedio masivo al consulado chileno en Buenos Aires fue la falopita que algunos canales de la tv argentina estaban necesitando, saturados ya de la campaña electoral cuyas votaciones serán este domingo. Despacharon en vivo una media hora, trataron de hacer alguna lectura pero bastante floja. El conductor Mauro Viale decía en vivo: “Estamos en Argentina, ¿que tenemos que ver con eso?, ¡no estamos en Chile! (…) que pesada esa piba (chilena) que quiere hablar, decile que este es un canal argentino, ¿qué tiene que ver ella?”^[1].

Al contrario, una decena de organizaciones agitaron la convocatoria para la manifestación, que agrupó más de 500 manifestantes a pocos pasos de la casa Rosada y del Obelisco. Algunas de ellas: la CTA Autónoma (Central de Trabajadores de la Argentina), la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), el Bloque de Trabajadorxs Migrantes (BTM), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), entre otras.

Desde las cinco de la tarde, varixs oradorxs y un mitín nos concentramos en el lugar, pacificamente pero cortando el flujo de vehículos en una importante avenida. Después de unas dos horas de estancia digamos tranquila, con el atardecer alguna gente prendió contenedores de basura y otros mobiliarios, lo que -independiente de su legitimidad o pertinencia- hizo las delicias de la prensa y la policía. Sobre el tema de lxs infiltradxs, por un lado, aparentemente una de las personas más violentxs era efectivamente policía, lo que quedó claro cuando corrió a refugiarse tras el cordón policial^[2]. Por el otro lado, recordemos estos versos de Roberto Bolaño: “Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril como un fantasma, aunque a nada nos conduzca, tampoco estos caminos conducen a ninguna parte”^[3].

Clarín, el diario de mayor circulación y la pauta más influyente, dedicó dos tercios de su portada a la situación de Chile y a cómo “el conflicto chileno tuvo su correlato de violencia aquí”, con foto del mitín en Buenos Aires^[4]. También se informó de manifestaciones frente al monumento a San Martín en Neuquén y al consulado en Mendoza, este último incluyendo la interrupción de la metrovía por unas dos horas. En Buenos Aires hubo casi una veintena de detenidxs, acusadxs de atentado, daño, resistencia a la autoridad y lesiones graves, la mayor parte ya salieron en libertad 24 horas después, aunque queda gente detenida. En Mendoza hubo otra veintena de detenidxs.

Desde el gobierno argentino criminalizaron la protesta y las organizaciones convocantes, en particular por los desmanes del final y maltratos a gente de prensa. Sobre la situación en Chile, el gobierno sostiene que el levantamiento popular está instigado y articulado desde Venezuela, tesis que fue defendida tanto por el canciller como por el candidato a vicepresidente. Como siempre, la más desatada fue la ministra de seguridad: “El estado chileno tenía que salir a poner orden. Lo que pasa en Chile no es una protesta social, es una insurrección con carácter cuasi terrorista”^[5]. La buena noticia es que el poder de estos aliadxs de Piñera tiene pronta fecha de vencimiento.

¡Fuera lxs milicxs de las calles de Chile! ¡Fuerza compañeres!