Viaje al centro de Silvia Federici

En conversación con la abogada y parte del equipo parlamentario de la diputada feminista Camila Rojas, Daniela López (Izquierda Autónoma / Fundación Nodo XXI), revisaremos algunos hitos, debates y desafíos planteados por la visita de la teórica feminista ítaloestadounidense a Chile. Las aportaciones y críticas al marxismo provenientes del feminismo comunitarista, la creación de un movimiento que supere el ideal homogeneizante de “la mujer”, y la reposición de los cercos institucionales conservadores como reacción a las denuncias de violencia contra las mujeres son algunas de las temáticas propuestas en su paso por nuestro país.

 

por Carolina Olmedo C.

Imagen /  Silvia Federici, activista, filósofa y escritora feminista. Fuente: Wikimedia.


Luego de la irrupción pública de un masivo movimiento de mujeres tras el “mayo feminista” del presente año, que refunda e incorpora en su interior las demandas por el fin a la violencia machista, la crítica a la precarización de la vida de las mujeres y la garantía de sus derechos reproductivos, el 2018 no podía sino terminar con una provocación a la altura de las circunstancias. En un momento decisivo para la consolidación de una nueva escena política feminista, la visita de Silvia Federici y la masiva convocatoria de sus cuatro conferencias dictadas en Chile nos muestran una imagen nítida del feminismo chileno conformado en estas primeras décadas del siglo XXI: heterogéneo, abigarrado y sobre todo disponible a repensar las relaciones entre patriarcado y capitalismo más allá de cualquier dogma o culto personal a ciertas autorías, repensando al marxismo como herramienta al servicio de a las luchas concretas de miles de mujeres en su momento actual de proletarización.

Traída a Chile en una gestión coordinada entre la diputación de Camila Rojas Valderrama (Izquierda Autónoma) en colaboración con diversas instancias institucionales -Fundación Sol, Fundación Rosa Luxemburgo, la Universidad de Valparaíso y la editorial argentina Tinta Limón-, la visita de Silvia Federici constó de tres encuentros multitudinarios con el público local y un improvisado discurso en la recepción de su doctorado honoris causa por la Universidad de Valparaíso. Todo esto en el contexto de la gira latinoamericana de su último libro en español, El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, editado por Tinta Limón este año. Estos encuentros concebidos como la expresión pública de una “alianza que articula feminismos de distintos signos” -como bien destacó en uno de sus escritos la filósofa Alejandra Castillo-, no estuvieron privados de la polémica propia de los espacios amplios del feminismo chileno actual. Sonoros abucheos de las feministas “autónomas” contra las “políticas”, denuncias públicas de funcionarias y estudiantes por los casos de abuso sexual en las universidades anfitrionas, e incluso enfrentamientos entre grupos ultracatólicos y anarquistas formaron parte de las distintas facetas y reacciones a las conferencias dictadas por la filósofa en Santiago y Valparaíso.

Para revisar junto a ustedes de manera más decantada las instantáneas que nos deja Federici como referente “mediático y masivo”, invitamos a la abogada, ex dirigenta estudiantil y actual referente feminista Daniela López a compartir con nosotras sus impresiones acerca de este hito intelectual en el desarrollo reciente del feminismo chileno contemporáneo. La idea es adentrarnos en su perspectiva como integrante del equipo de la diputación de Camila Rojas para observar a esta mítica figura del feminismo comunitarista de los setenta, revisitando las experiencias, expectativas y desacuerdos vividos durante su estancia en Chile a inicios del mes de noviembre.

Imagen | Silvia Federici dicta conferencia al cierre del ciclo de formación sindical de la Fundación Sol

¿Cómo surge la idea en el contexto de la diputación de traer a una figura como la de Silvia Federici, marcada por la experiencia teórica y práctica del feminismo disidente y crítico de la institucionalidad política partidaria?

“La génesis de su visita surge hace más de un año, antes incluso de que Camila Rojas se convirtiera diputada, al interior de un grupo de feministas vinculadas a Izquierda Autónoma y Fundación Nodo XXI que entonces buscábamos cuestionar el carácter social de la construcción del feminismo chileno durante la transición. Los planteamientos teóricos de Silvia Federici fueron entonces considerados en una reflexión colectiva acerca del proceso vivido en Chile por el feminismo de la segunda mitad de los ochenta, donde observamos la escisión instalada entre feministas “autónomas” y “políticas” por el corset de la política transicional, que facilitó la incorporación de ciertas demandas feministas al modelo neoliberal pactado. Desde el presente, consideramos que esto que algunas han llamado ‘el segundo silencio feminista’ no fue muy fructífero para el movimiento de mujeres, pues operó en su división entre las “incorporables” al modelo de las políticas del género, y una actoría más insurgente, que sufrió la marginación política durante el retorno democrático. Proceso representado por la creación del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) y la focalización del gasto público en políticas que reforzaron el abordaje esencialista del ‘ser mujer’ a partir de la condición de madre y ama de casa vislumbrada por los bonos (mujer, madre y pobre), que muchas veces extendieron a través de sus programas para las jefas de hogar el trabajo reproductivo al rol del emprendimiento.”

“Fuera de los bonos de dichas políticas, pero también tocadas por los programas de equidad de género desarrollados en distintos contextos estatales, las políticas educativas promovieron el ingreso vía endeudamiento de enormes franjas de mujeres a la educación superior -universidades, pero sobre todo institutos profesionales y centros de formación técnica-, sin embargo concentrando su presencia en carreras que seguían reafirmando la división sexual del trabajo. Contrarias a esta homogeneización, veíamos la necesidad de habilitar una diferencia política respecto de lo que había sido este feminismo institucional los últimos veinte años, esto a partir de la rearticulación de fuerzas en el campo intelectual y popular”- nos comenta.

En esta reflexión, y aglutinadas con otras feministas del activismo y la universidad en el marco del seminario Feminismo y Revolución(2017), figuras tan heterogéneas como la filósofa Alejandra Castillo, la historiadora Luna Follegati, la curadora Mariaíris Flores y las representantes del movimiento de mujeres #Niunamenos debatieron con las autonomistas acerca de la necesidad de aproximar distintas referentes intelectuales del feminismo internacional para una autoformación política y práctica, que abrieran a su vez una potencialidad socialista. Fue entonces cuando se planteó por primera vez la necesidad de proveer al feminismo local de elementos teóricos y prácticos para las luchas que se expresarían luego en el mayo de este año.

“Silvia Federici nos pareció tremendamente interesante por como utiliza al marxismo, y en particular al pensamiento de Marx. Por como tensiona las categorías marxianas para poder hablar e interpretar la realidad de las mujeres de la clase trabajadora, cuestionando el concepto tradicional de salario y por tanto ampliando también la noción misma de trabajo. Resulta también fundamental su aporte a la visibilización de la reproducción social, así como su rol protagónico como activista política en la campaña por el salario para el trabajo doméstico durante los setenta. Nos preguntamos qué aportaría su visión a un contexto neoliberal y de supresión de derechos sociales como el chileno, basado en relaciones de subsidiariedad y focalización del gasto público, y si veía posible levantar aquí una campaña por la salarización del trabajo doméstico a pesar del riesgo de ser procesada rápidamente por una política institucional subsidiaria. En este contexto reflexivo Camila Rojas es electa como diputada, y se presenta la urgencia de construir desde ahí una diputación con sus propios anclajes sociales, a fin de abrir puertas a los intereses sociales excluidos de dicha política y no replicar la disociación de la política promovida durante la transición. Una política que para el caso chileno consideramos además enormemente elitaria y androcéntrica, pues veíamos cómo se habían omitido históricamente los intereses y la participación feminista en pos de la instalación de las ‘políticas del género’.”

En sus palabras, incorporar la elaboración teórica de Federici permitiría al movimiento de mujeres “salir del ‘recuadro violeta’ en el que la política transicional nos ubica, y que aisla las demandas del feminismo en su especificidad, ocultando su crítica sistémica y aislando a las mujeres del debate político general. Algo importante de evidenciar ahora que el Frente Amplio empieza a disputar grados de institucionalidad a contrapelo de su dificultad para rearticular a una clase trabajadora”. En este sentido, la crítica de Federici a la política institucionalizada y las militancias apunta a constatar dicha esfera también como espacio de la reproducción política de la desigualdad. ¿Cuál es el rol que debe jugar el feminismo dentro de las luchas sociales actuales, y también dentro de una política de izquierda? “Su cuestionamiento a la fetichización del Estado y el abandono de la sociedad también es un debate necesario que dar en la izquierda chilena, así como la revaloración de la potencialidad política del disenso feminista, la superación del fraccionamiento del movimiento de mujeres como una forma política otra, y el abordaje de cómo construir articulaciones permanentes una vez acabados los momentos de movilización.”

La abogada recalca también las condiciones materiales y de solidaridad que hicieron posible el contacto con la filósofa y su visita, en particular el rol activo de dos académicas feministas de uno y otro lado de la cordillera: Pierina Ferretti (Fundación Nodo XXI) y Verónica Gago (UBA – UNSAM, #Niunamenos Argentina), ambas en diálogo con el Centro de Estudios Interdisciplinarios Teoría Social y Subjetividad de la Universidad de Valparaíso y con la editorial argentina Tinta Limón. “También coincidió nuestro requerimiento con la solicitud realizada a Silvia por la Fundación Sol, quienes le pidieron realizar una conferencia sobre las relaciones entre patriarcado y salario al cierre de su ciclo de formación sindical con dirigentes de toda América Latina, gracias al apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo”. La visita de Federici fue posible gracias a la coordinación de todas estas instancias diversas.

 

Imagen | Lanzamiento del libro El Patriarcado del Salario de Silvia Federici en Valparaíso

Tras tres eventos públicos de convocatoria masiva ¿Cómo crees que su mirada aterriza en el actual escenario político chileno? ¿Cómo hacer una lectura política del presente desde esas aportaciones?

“Si bien esperábamos convocar, no imaginamos que iba a existir un interés a tal grado en el trabajo de Silvia. Tuvimos una inscripción de más de 1.300 mujeres en cada uno de los eventos realizados en Valparaíso: un interés absolutamente transversal y un termómetro muy positivo sobre el momento actual del feminismo en Chile. Del mismo modo ella también es una figura densa y compleja, y desde su propia postura crítica a la institucionalidad y al feminismo académico convocó a una realidad feminista que amplió nuestro alcance como instancias de organización vinculadas a lo parlamentario y la universidad. Traerla fue una jugada importante, con altos niveles de riesgo, pero que sin duda repetiríamos como diputación a pesar de las tensiones.”

“Su venida alimentó también un campo de escritura política álgido, en que se revitalizó nuestra discusión acerca de la estrategia política del feminismo como movimiento de amplitud que no busca homogeneizar a quienes lo integran. En ese sentido es clave destacar que si bien es fundamental comprender la existencia de diferentes corrientes dentro del feminismo, existe una necesidad importante de construir un movimiento político que articule un campo enormemente heterogéneo, que sin embargo tiene en común la experiencia de la exclusión en el avance sin contrapeso de la política patriarcal en nombre de las ‘políticas del género’ y la precarización de la vida de las mujeres. Un movimiento entonces que sea capaz de disputar desde esa consciencia el carácter de clase y de género de la política propuesta por los sectores actualmente movilizados en la sociedad.”

Entre las actividades planificadas por la diputación junto a Federici, se convocó a un mitin político feminista en el Teatro Municipal de Valparaíso el sábado 3 de noviembre. Hubo lleno total, con una capacidad sobre las mil personas que obligó a cambiar la sede original (la Universidad de Valparaíso). Al convocar a feministas militantes, activistas, intelectuales y dirigentas de diferentes ámbitos, el objetivo de la diputación fue el de “ser una herramienta más en el fortalecimiento del movimiento feminista, y no la mera reafirmación militante de una enajenación acrítica de esas demandas en la forma partido”, en la consciencia de su actual moldeamiento -no total, pero sí en diferentes grados- a las permisiones de la política chilena postdictatorial. “Desde un feminismo militante, en un contexto latinoamericano de radicalización y avance de la derecha en la sociedad, ello por cierto implica sumar fuerzas para no hipotecar la posibilidad de una izquierda feminista para el ciclo político que comienza. Es por ello que no puede existir una izquierda del siglo XXI sin el feminismo. Las movilizaciones contra la violencia, por el aborto libre, por la educación no sexista nos muestran un campo social en disputa, con las mujeres como protagonistas”.

A nivel de la izquierda local y establecida en los lazos de un internacionalismo contemporáneo de carácter anticapitalista, el mensaje de la visita de Federici como representante de la huelga internacional de mujeres además generó un balance claro sobre las multitudinarias movilizaciones feministas que siguieron al auge mundial de #Niunamenos, así como respecto de la extensa adopción del feminismo como herramienta crítica. Daniela recalca que “llevamos mucho tiempo anunciando a una izquierda del siglo XXI, y resulta que las que notificaron la llegada de este siglo fueron las mujeres, que tuvieron que retomar la demanda por la violencia de género para poder decir que no es posible iniciar este nuevo siglo con los niveles de desigualdad, de opresión y de violencia en la vida y en la política. En su organización, las mujeres están remeciendo muchas articulaciones y basamentos en los que históricamente se había arraigado la política en Chile”.

Recordando la entrevista que realizó a la teórica feminista Nelly Richard en el programa radial de la diputación (Cariño Malo), la abogada recalca la consideración del feminismo como teoría crítica largamente desestimada como un insumo para la construcción de estrategia de izquierda. Valoración del feminismo que se reinstala en el debate entre las “políticas” y la postura antiinstitucionalista de Silvia Federici: la aportación de esta reciente lucha de mujeres a una definición más larga de un feminismo socialista. “Considerando la tradición del pensamiento feminista dentro de la historia de la izquierda como resistente, recordando por ejemplo los dificultosos pero importantes avances en su consideración en procesos como el de la revolución rusa ¿Por qué parece que en pleno siglo XXI esos grados de conservadurismo de la izquierda se mantienen intactos? ¿Por qué la izquierda hoy vuelve a hacer crisis en su relación con las luchas de las mujeres, y no logra ser legítima portadora de estas luchas? Porque la izquierda en sus representaciones masculinas -hoy mayoritarias, aunque tensionadas por las militantes- sigue creyendo que el movimiento feminista es ‘movimiento social’, y por tanto se relaciona con él contingentemente e incluso con ciertos grados de oportunismo. Cuando se deje de mirar al feminismo con las anteojeras capitalistas de incorporación a la representación política de manera fugaz e instrumental, a través de una implicación real, podremos valorarlo como el acumulado teórico-crítico acerca de la especificidad del rol de la mujer y lo femenino en el desarrollo del capitalismo. De ese esfuerzo será posible construir una izquierda capaz de reinterpretar los anhelos emancipatorios del movimiento feminista como los que hacen posible rearticular a la clase trabajadora entera, hoy importantemente feminizada”.

Esto resulta particularmente claro ante el actuar mecánico que sectores de la Concertación, del Frente Amplio y de la izquierda fuera de estos referentes tuvieron frente al “mayo feminista” de este año, que para la abogada y ex dirigenta estudiantil “buscaron la representación del malestar que provocaba la movilización sin tomar las reflexiones teóricas y las nuevas formas de organización acerca de esta nueva clase trabajadora. El desafío de cualquier articulación de una izquierda feminista es no agudizar la crisis de representatividad que hoy sufre la política en su conjunto. La adopción legítima de estas luchas se hace particularmente necesaria en Chile, donde las derechas disputan también el significante ‘feminismo’ y son capaces de tomar las banderas de la precarizacion del trabajo, del trabajo de cuidados, de la violencia, de la igualdad dentro de un sentido que legitima y mantiene el orden conservador. De ahí la necesidad de una izquierda -sin importar su color partidario- que no replique la escisión entre política y sociedad, reproduciendo la política conservadora. Un sesgo que en el caso de muchos referentes de izquierda termina por instalar la idea de que hay ‘mujeres buenas’ y ‘mujeres malas’, donde las feministas son las ‘malas’ bajo la acusación de ‘dividir a la clase trabajadora’. El que las mujeres tengan un sentido de pertenencia dentro de la izquierda implica remover los basamentos de la política patriarcal y los sesgos de género legados en sus formas por la política transicional, y recién ahí abrir un proceso de acumulación de fuerzas sociales”.

Considerando una visión orgánica de las militantes feministas desde estas limitaciones, y en búsqueda de un feminismo que planteara en sus espacios partidarios una mirada total capaz de romper con la mirada “del cuadro violeta”, las inquietudes planteadas por las asistentes al mitin en diálogo con Federici se concentraron en la lectura política sobre el auge de las derechas a nivel global, en el aumento de la violencia contra las mujeres y la supresión de derechos reproductivos, así como también en los procesos de migración forzada y precarización de las mujeres. Del mismo modo, otras voces expresaron sus inquietudes respecto de problemáticas históricas del movimiento de mujeres en la región, como el carácter de clase / raza de un feminismo latinoamericano, la definición feminista del carácter del Estado y la postura del feminismo socialista frente a la prostitución.

En relación al momento político actual, en el cual el avance sin contrapeso de la derecha en el Estado y la sociedad se superpone a la existencia inédita de un importante número de parlamentarias feministas y otros referentes fuera del orden binominal de la transición en la institucionalidad, uno de los objetivos clave identificados en el debate en torno a la posibilidad de un feminismo socialista fue el conseguir ciertos grados de unidad en torno a un sentido antineoliberal que permita el diálogo de los diferentes aprendizajes acumulados por la clase obrera del siglo XX. Desde una diputación que se reconoce anclada a estos intereses históricos, es evidente que “resulta necesario preguntarnos cuál es el programa propuesto por el movimiento feminista de cara a las mayorías sociales, que frene el avance del neoliberalismo que hoy avanza a campo traviesa y se apropia de nuestros saberes. El balance de estas derrotas debe hacerse también a sabiendas de que disputar el carácter político de la conciencia feminista implica afirmar que por sí sola es necesaria pero insuficiente, y que si no se une con el acumulado de saberes perfilados por el socialismo a lo largo del siglo pasado, corre el riesgo de estancarse, ser cooptada o fetichizada por el liberalismo. Así, el feminismo socialista propuesto es aquel capaz de observar la complejidad y totalidad de la opresión capitalista, y no sólo una parcialidad obligada por la naturalización de la división sexual del trabajo al interior de los partidos de izquierda. En esa senda reconocemos esfuerzos como el del próximo Encuentro Nacional de Mujeres que Luchan (8 y 9 de diciembre) para la organización de una huelga que visibilice el trabajo de todas las mujeres”.

También se consideraron como insumo para la reflexión las experiencias e inquietudes de las articulaciones actualmente existentes en distintos lugares del mundo en torno al tema de la violencia, que desde el espacio feminista ofrece explicaciones y respuestas colectivas a dicho problema de la sociedad en su conjunto. “Ahí resultan particularmente interesantes las aportaciones de Verónica Gago, que también estuvo involucrada en la visita de Silvia a América del Sur, y que aborda en su trabajo la valoración del capital patriarcal en sí mismo como una forma de violencia y control social”. Desde esta visión, movimientos dispares como #Niunamenos Argentina, que busca dar una solución colectiva al problema de la violencia contra las mujeres, y el #MeToo surgido en los Estados Unidos -que apela a la denuncia individual- son posibles de articular en torno a la demanda por ciertos grados de modernización de las sociedades que habitan. Para Daniela, “más allá de juzgar las tácticas o pertenencia a uno u otro movimiento, es necesario articular un feminismo cuya amplitud permita un respaldo colectivo de dichas acciones. De lo contrario, buscar una solución individual y en tribunales siempre nos confrontará con los poderes fácticos, que en general operan en favor de la restauración conservadora. Lo ocurrido con los fallos de Francisca Díaz en Chile, de ‘La manada’ en España y Lucía Pérez en Argentina son una muestra brutal de dicha constatación. Así, de cara a la sociedad sólo las ‘buenas mujeres’ son consideradas víctimas y tienen asegurado el cumplimiento de su derecho a la justicia, mientras que aquellas que no calzan en este papel de ‘buena víctima’ serán revictimizadas, como una medida pública de escarmiento y disuasión a la denuncia cuando se vive una corporalidad o sexualidad disidente. Hoy tener la aplicación de tinder en el teléfono o vestir ropa interior provocativa constituyen argumentos utilizados por los tribunales en contra de las denunciantes, como elementos que legitiman en el orden patriarcal naturalizado la supresión de sus derechos.”

Finalmente también se trató el tema de la huelga feminista convocada a nivel mundial para el próximo 8 de marzo, iniciativa de la cual Silvia Federici es una reconocida referente a nivel internacional. Junto con definir los cuatro lineamientos propuestos por dicha paralización (cuidados, laboral, consumo y educativa), Federici compartió con las asistentes algunas de las diversas estrategias desarrolladas por las feministas del hemisferio norte, todas ellas enfocadas en visibilizar el trabajo femenino en toda su extensión y riqueza. Las más llamativas fueron las diferentes formas de paralización individual y colectiva propuestas, el paro de consumo / boicot al mercado en base a las compradoras y la visibilización en la esfera pública del trabajo reproductivo (como colgar los delantales a la calle, por ejemplo). También se plantearon medidas desde la acción de mujeres en la esfera sindical, como el establecimiento de horas fijas de paralización para el encuentro y organización defensiva de trabajadoras que no se conocen habitualmente, ello al interior de empresas que amenacen la huelga con represalias y despidos.

Imagen | La diputada Camila Rojas junto a Silvia Federici en el lanzamiento de su libro en Valparaíso

A diferencia del mitin, el diálogo en el lanzamiento del libro El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo tuvo distintos momentos y un carácter mucho más confrontacional. La presentación del lunes 5 de noviembre en el mismo Teatro Municipal planteaba una dinámica distinta del mitin, abierta a dos mundos que en general se interpelan como espacios confrontados: por una parte el feminismo académico y estudiantil de las universidades porteñas; y por otro el feminismo comunitarista, que en el caso de Valparaíso está fuertemente marcado por la experiencia del movimiento okupa y el reciente recrudecimiento del conflicto ecológico al interior de la V Región. Ya desde el anuncio del lanzamiento existieron discusiones en redes sociales, en general alusivas al apoyo institucional a la visita y su vinculación a una diputación, entendida ésta como parte de la política institucional a la cual Federici critica fuertemente en su trabajo. El itinerario propuesto para la presentación del libro de Federici en Valparaíso incluyó la participación de las académicas feministas Alejandra Castillo (UMCE) y Tania de Armas (UPLA), y espontáneamente se vio abierto a las preguntas por iniciativa de la autora. “Cómo no sabíamos cuándo podría volver Silvia a América Latina, decidimos no ponerle límites a sus presentaciones y diálogos. Es parte de trabajar con intelectuales de esa relevancia y en apertura a feminismos de distinto tipo”- nos comenta Daniela al respecto. Ante las interpelaciones identificadas como provenientes de un feminismo insurgente, que cuestionaban su venida en un contexto institucional, Federici contestó “voy allí donde me inviten, en la universidad, la calle o donde sea”. También comentó la evidente insuficiencia de las vías institucionales de la política de administración de orden capitalista y patriarcal, utilizando como ejemplo de cooptación del feminismo con fines electorales a la figura de Hillary Clinton, que para el escenario local bien podría haber sido la de Michelle Bachelet (en su rol en ONU Mujeres). En este contexto es que acuña la frase que despertó la polémica por redes sociales en torno a su visita: “si el voto sirviera para algo, ya estaría prohibido”.

Más allá de esta polémica, un punto interesante abordado en este improvisado espacio de preguntas fue el de su experiencia en la conformación de un partido de mujeres durante los setenta, plataforma desde la cual promovió la campaña por el salario para el trabajo doméstico. Abriendo la polémica respecto a este debate que en Chile tiene sus hitos más recientes en la visibilización de los sectores separatistas y comunitaristas dentro del movimiento #Niunamenos en años recientes (2016 y 2017), la autora afirmó como en otras ocasiones que “los hombres son la primera policía que encontramos en nuestras vidas” y provocativamente invitaba a las feministas socialistas a dejar sus militancias. Refiriendo a una lectura de su trabajo desde el escenario local, la formación de una izquierda feminista implica refundar no sólo el espacio partidario, sino también construir frentes de lucha más amplios que permitan el encuentro de los diversos intereses excluidos de la atención ciudadana por el efecto invisibilizador de las políticas de mercado. Desde la revaloración del trabajo reproductivo, incorporar a las que todavía no han sido pensadas o nombradas por el proceso de construcción de la clase obrera desde la izquierda.

Ya en el centro del universo conformado por las propuestas teóricas y políticas de Federici, que van desde la conquista de una nueva historia hasta su actual involucramiento en la huelga global de mujeres ¿Cuáles crees son sus aportes teóricos más certeros para el momento actual del feminismo chileno?

“El primero de ellos y más concreto es la pregunta acerca de por qué hoy en día las mujeres son la vanguardia del movimiento de trabajadores, que haya su respuesta -en palabras de la feminista marxista Juliet Mitchell- en el hecho de que las mujeres son hoy las más atacadas por el orden laboral neoliberal, y por ello portan una posición estratégica dentro de la lucha contra la dominación capitalista. Son ellas quienes sostienen en sus cuerpos la producción capitalista y la profundización de sus lógicas deshumanizantes a través del trabajo de reproducción de la clase obrera, pero también actualmente como mano de obra de menor costo en un contexto laboral cada vez más líquido e imperceptible desde un análisis que naturaliza la división sexual del trabajo. Observamos también que cada vez que hay clausura democrática (política o económica), hay a la vez un auge del movimiento de mujeres. Creemos que tiene que ver con que son ellas quienes sufren mayoritariamente los efectos del empobrecimiento de la clase trabajadora y la supresión de derechos sociales en dicho contexto.”

En un segundo lugar, la abogada destaca su teoría sobre el trabajo reproductivo y de cuidados como parte fundamental en cualquier análisis sobre el despliegue capitalista actual, así como la noción de “patriarcado del salario” que desarrolla en sus escritos recientes para explicar las lógicas generales de continuidad capitalista en la esfera privada. Un escenario no considerado con suficiente intensidad por el pensamiento marxista del siglo XX en su definición de trabajo. “En la actualidad, a mayor mercantilización de derechos sociales, más trabajo de reproducción y cuidados recibirán las mujeres como algo que naturalmente les toca asumir: si las pensiones son de miseria, se enferma alguien en la familia o no es posible acceder a una buena educación, la mayor parte de las veces es una mujer quien debe sostener con trabajo no asalariado la continuidad de estos aspectos para la sustentación del orden dentro y fuera del hogar. Como nos muestra Kate Millet al afirmar que ‘lo personal es político’, al no considerarse el trabajo de reproducción como parte fundamental del capital, se perpetúa el lugar de la crianza y los cuidados como nichos de explotación y acumulación disponibles naturalmente al desarrollo capitalista”.

En tercer lugar, su interpelación a las militantes en la necesaria conformación de un frente de lucha capaz de construir una nueva política a partir de las aportaciones del feminismo y el marxismo. “La exclusión política y social de las mujeres ha perfilado históricamente al feminismo como una fuerza que busca la democratización de la sociedad. Y es por ello que para quienes somos feministas socialistas se presenta al interior de nuestros partidos como una forma de ‘hacer crujir’ y refundar estos instrumentos políticos, instalando una contraposición entre los ‘partidos vacíos’ de sociedad de la política transicional y la autorepresentación política de las mayorías. En este sentido, el feminismo significa para la izquierda una oportunidad para repensar, defender y valorar la democracia como un valor de relevancia histórica para las luchas sociales en Chile. Aquí resulta particularmente interesante volver al debate de Julieta Kirkwood y Enzo Faletto acerca del voto femenino en Chile y su supuesta tendencia al referente conservador o antidemocrático. Más allá de cualquier esencialismo, las mujeres valoradas a priori como ‘conservadoras’ constituyen para Kirkwood aquellas que en realidad no han sido pensadas o siquiera nombradas por la izquierda en su construcción de la clase obrera. De ahí que no se sientan convocadas o partícipes de su proyecto de transformación.”

Así, el pensamiento de Federici ofrece también una rica perspectiva de lo que en la diputación han definido como la potencialidad feminista: en palabras de Daniela, “la heterogeneidad y riqueza de su diferencia política y teoría crítica como un motor capaz de revitalizar constantemente al feminismo y sus disputas tácticas. Pues nuestra constitución en movimiento se produce día a día al calor de la lucha social y política, sin recetas dadas, a partir de una historia que nunca ha sido lineal y que nos llega colada -resistente- entre los relatos dominantes”. A partir de esta “potencialidad feminista” para la refundación a nivel general de una democracia real y una crítica a la historia nacional, contra la homogeneización deshumanizante del trabajo capitalista, la abogada también recalca la importancia de la Silvia Federici militante del partido de mujeres y activista, a la que el feminismo local reconoce de manera transversal como una constructora y vínculo vivo entre el presente y las experiencias insurgentes del feminismo crítico de los sesenta. Una figura sin duda diferente a aquellas que el feminismo institucional local ha promovido como referentes, vinculadas a la esfera de las políticas públicas y de una noción del género sin fisuras.

“Para la diputación el saldo de la visita de Silvia es sin duda muy positivo, por la masividad de los encuentros, y en cuanto removió el debate político y las disputas históricas del feminismo en Chile a nivel general. Junto con la posibilidad de poner estas reflexiones críticas en los noticiarios y en la prensa pública, al alcance de cualquiera, se congregaron miles de mujeres de todo el país en un debate no tradicional, fuera de todo itinerario institucional experimentado antes desde las ‘políticas del género’ transicionales. Ad portas del próximo 8 de marzo, es significativo que estas miles se congregaran para hablar de precarización de la vida y el salario, superando -a razón de sobrevivir- la agudización de las divisiones al interior del movimiento de mujeres. Para lograr las transformaciones, necesitamos articulaciones protagonizadas por mujeres de distintos ámbitos políticos, en diferentes espacios de la sociedad y la disputa por el poder. La presencia de estas miles expresa a nuestros ojos, como propuesta de una institucionalidad anclada a los intereses sociales de las mayorías, la necesidad de abrir las demandas y transformaciones de este movimiento a las mujeres en su conjunto. No es posible sentar bases para la resistencia y revitalización del poder de la clase trabajadora hoy sin el feminismo.” – RR.

 

Algunas lecturas recomendadas para seguir la temática de este artículo:

 

La potencialidad política del disenso feminista” por Camila Rojas Valderrama y Daniela López (en revista Contratiempo)

Malentendido Federici” por Alejandra Castillo (en revista Antígona Feminista)

Feminismo para las mayorías. Caminando hacia la próxima huelga general de mujeres” por Camila Rojas (en The Clinic)

Los cabos no resueltos del feminismo chileno” por Javiera Arce (en El Mostrador)

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Historiadora feminista del arte y crítica cultural, integrante fundadora del Comité Editorial de Revista ROSA.

Daniela López Leiva
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Abogada, Investigadora de la Fundación Nodo XXI.